sábado, 17 de abril de 2010

Pasando la aspiradora



Me dura poco la calma, debe de ser de andar arriba y abajo con la aspiradora; la misma que se lleva los pelos de los gatos pero deja intactos tus cabellos en el cepillo, la misma que se resiste a, de un golpe, tirar al suelo tu perfume para que la casa huela a ti y se gaste ese olor con los días hasta que con el tiempo no sepa recordarte sin tu aroma y éste haya ya desaparecido.

Me dura poco la calma, en cuanto me pongo a hacer cosas con las manos mi cerebrito empieza a merodearte y como sólo soy un escribidorcillo que ha traicionado su vocación, te doy vueltas con cuerda hechas de palabras que ni siquiera suenan mías, quizá sean de alguna canción antigua... de algún poema que leí algún día. Cuando limpio los libros siempre hojeo a Benedetti, entonces me asusto y me conmuevo. A veces lloro y moqueo, echando a perder el suelo encerado, la ropa por planchar de nuevo mojada, el cortocircuito del aparato de TDT que tampoco acabó de funcionar nunca.

Es extraño que haga tantos días que no lea, extraño en mí, como si el placer de leer fuera como esos helados que andan ahí abajo en el congelador a la espera del momento adecuado que nunca llega. Me gusta comer helado. Me chiflan las tarrinas que antes comíamos y que hace tiempo duermen soñando ese día en el que encontrarán su sentido.

Ahora no sé qué escribir. Hay días en los que tengo la sensación de que me he convertido en algo así como un limón totalmente exprimido, como si me hubiera quedado en tierra, como un barco varado en una isla desierta.

1 comentario:

Rizar el rizo dijo...

Te sientes como un limón exprimido y parece que no te llegan las ideas, pero aun así, la inercia misma de la costumbre te consigue arrancar textos como estos