jueves, 18 de marzo de 2010

El libro de los días pequeños



Siempre pensé que si un día escribiera un libro lo titularía así, consciente de que las grandes cosas están repletas de días minúsculos en los que aparentemente no ocurre nada pero que son como la lluvia sobre el campo ya sembrado, sobre el que aparentemente no hace nada. Siempre pensé que las relaciones humanas estaban repletas de esa clase de días y que resignarse a vivirlos sin darles importancia era como no reconocer la que tiene el dormir por las noches.

Hoy, que vivo a una velocidad más baja que hace unos años, ahora que mi vida está en ese impás que tienen los pulmones entre soltar aire y volver a cogerlo, que sí, que me veo sin aliento a veces pero en una calma tensa, que veo como todo evoluciona a mi alrededor y mis sueños se devanencen como las nubes, que trabajo para poder trabajar más y mejor más adelante pero ahora se me escapan los proyectos, que ya no escribo por las noches historias de bichos y esfinges, ahora... hoy... me apego a la paz de los días pequeños, como me apegaba de niño a cierto peluche (un mono Amedio) o como me apego a ciertas personas.

Diría que nuestra vida se decide en los días cruciales pero la vivimos durante los días pequeños, en los días en los que te demoras un minuto más de lo necesario en la compra en el súper, en el que tienes otro minuto de más para poder mirar por la ventana y ver lo que nunca habías visto antes a pesar de tenerlo siempre delante. Los días pequeños de imprimir facturas, los días pequeños de estar en casa cocinando algo que ya has cocinado antes, los días pequeños en los que me saco de la manga diez minutos para imaginar qué cara pondrás cuando me leas, si me querrás un poquito más o si pasarás rápido volando encima de tu alfombra.

Días pequeños que son como flotar dentro de una pompa de jabón hacia ninguna parte. De poder hacerlo te regalaría tiempo para que te construyeras uno para tí sola, uno en el que me llamaras por teléfono para contarme cómo te va, en el que pudieras imaginarme al otro lado de la línea telefónica como yo te imagino ahora pasando por la ventana montada en la alfombra del comedor de tus padres llevando al lado a mi mono Amedio y me saludáis con la mano.

Días pequeños, como un domingo por la mañana.

8 comentarios:

Genética Inexacta dijo...

sweet sweet sweet... Que lindo, niño de letras.

Besotes desde aquí ( algo más abajo a la derecha de ti)

Espera a la primavera, B... dijo...

Días pequeños de viento nordeste que te lleven nubes, que te devulevan todo aquello que echas de menos.

Te mando besos con las nubes... estoy seguro que los besos saben como sabe la nieve, que la nieve no es más que una nube que se desmigaja poco a poco.

Hoy he comido el primer helado del verano... (ya sé que es invierno)

hécuba dijo...

El otro día me decías eso de que a veces coincidimos en los pensamientos, y es curioso, porque hoy veía el final de Up con mis alumnos y me acordaba del final de American Beauty y de eso de que en realidad lo que importa, quizás, son los momentos aburridos, los días minúsculos en los que no pasa nada.

Me gusta la foto. Mucho.

Rizar el rizo dijo...

Las cosas pequeñas son las que hacen la vida y puestos que esos días de los que hablas son pequeños, pues esos días harán las vidas de los vivientes. Los domingos son distintos a todos los días de la semana o por lo menos eso me parece a mí.

Genética Inexacta dijo...

Nah, no es invierno si ya has comido el helado, te lo digo yo que de eso entiendo mucho, es como comerse el turron en noviembre, ya es navidad ;)

Me llegaron las nubes y los besos con sabor a nieve... Esta mañana me desayuné dos, recien recibidos...que fresquitos!!

Gracias

Espera a la primavera, B... dijo...

Hé! Cova, a veces pensamos lo mismo, no te quepa duda... y la foto... bueno, ya sabes.

Espera a la primavera, B... dijo...

Rizzo, me permitirás que te llame así ¿verdad? Trabajamos todos los días para tener domingos por la mañana, valen tanto que justificamos todo lo que nos cuesten...

Espera a la primavera, B... dijo...

Algodón de azúcar helado.... mmmm... ¿por qué ahora son todos rosas? Con lo divertidos que eran blancos...