martes, 2 de marzo de 2010

Un bosque, dos árboles, ruedas que chirrían.

Cuando crees que no puede ir a peor la vida te sorprende. Cuando crees que ya no puedes más te das cuenta de que sí puedes un poquito, lo suficiente hasta que el peso te aplaste del todo. Son demasiados días en los que no me sale nada bien.

Hace unos trece años tuve un accidente de coche. Fue un accidente estúpido y tuve la suerte de que me estrellara contra dos árboles que cedieron. Si aquellos árboles hubieran sido más robustos hubiese muerto. Caí a un barranco donde permanecí toda la noche, no tenía heridas graves, si las hubiese tenido, también habría muerto. Recuerdo que durante aquellas horas pensé en mi sobrino, en el bebé que mi hermana llevaba dentro. Recuerdo que pensé que nunca lo hubiese conocido. Durante el delirio pensé que tenía una segunda oportunidad y cogí la vida con más fuerza. Dejé el negocio familiar y acabé el proyecto fin de carrera y me busqué trabajo, con el paso del tiempo monté la ingeniería que ha acabado siendo esto de ahora: una plataforma ruinosa. Cuando la monté estaba tan seguro de mí mismo que pensaba que nada podía salir mal. Aquella noche en la que probablemente tenía que morir acabó siendo otro principio del mismo fin, el inicio de una segunda oportunidad que no he aprovechado. Durante mucho tiempo pensaba "total, en realidad estás muerto" y eso me hacía ser más valiente, vivir la vida con intensidad.

Hoy es el cumpleaños de mi sobrino. Cumple trece años. Lo he visto crecer y empezar a madurar. No soy el buen ejemplo que decidí ser. Ni siquiera he podido hacerle un regalo, mi regalo has sido una promesa. Prometo cosas para más adelante sin saber si voy a poderlas cumplir o no.

Pero todas las mañanas me levanto y lucho, cada vez que un proyecto se me frustra, me vuelvo a levantar y vuelvo a luchar. Excepto hoy.

Hoy me he dado cuenta de que mucha gente espera algo de mí y yo no lo puedo dar. Hoy me he dado cuenta de que probablemente me quedé en aquella cuneta y vivo a lo sexto sentido una vida en la que todo el mundo a mi alrededor no encuentra en mí nada ni nadie en quien apoyarse. Seguiré levantándome por las mañanas y seguiré pagando facturas, seguiré decepcionando a todo el que se me acerque, hace demasiado tiempo que creo que eso se convirtió en mi destino. Espero que ahora comprendas el porqué de mis distancias y silencios.

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