sábado, 15 de noviembre de 2008

sábado


Sé que no soy el mismo. Tu silencio me lo susurra al oído en los huecos con los que cada día se topa mi sombra con tu ausencia. Sé que no soy el mismo, que no soy el que solía sentarse en la luna con los pies colgando a mirar por tu ventana abierta. No soy el mismo.
Dices que empiece de nuevo, que suelte el lastre del pasado como si eso fuera tan fácil, como si el pasado no condicionara el futuro, como si sólo pudiera contar con la esperanza. Sinceramente, no siento miedo. Hace mucho tiempo que el miedo se ha quedado en algo trivial. Le puedo mirar a los ojos y reírme de él. El miedo es un cordero que parece un lobo. No. No tengo miedo. Mañana será otro día, el cielo y el infierno son dos salidas de la misma autopista que no lleva a ninguna parte. Y sé que no te importa. Y sé que ya ha pasado todo. Y sé que prefiero que te vayas muy lejos (donde no puedas volver a llamarme por mi nombre) y sé que empiezo a saber demasiado, que conocerme tanto es peor que no conocerme en absoluto y equivocarme una y mil veces.
Mañana será otro día. Domingo, para ser más exactos.

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