lunes, 3 de marzo de 2008

Una razón


Subimos a la habitación. En el ascensor estuvimos en silencio el tiempo suficiente como para adivinar que no íbamos a hablar todo el rato. Cuando alguien quiere contarte algo y deja pasar la oportunidad de hacerlo en un ascensor es que en realidad quiere otra cosa. Y yo me preguntaba qué quería de mí. Una chica joven y bonita no sube a la habitación de un hotel con un tipo como yo, así de primeras, para explicarle quién o qué es la mafia blanca. Podría haber pensado que le había gustado que yo no hubiera dudado en proponer mi habitación, que había sido demasiado directo. Lo cierto es que subimos en silencio,abrí la puerta y entramos. Encendí las luces. "Puedes ponerte cómoda" le dije. Me miró un instante. "Ya estoy cómoda, gracias" me dijo. "Pues yo no, así que con tu permiso..." y me metí en el baño y me aflojé el cuello de la camisa, me quité los zapatos y me refresqué la cara. Cuando salí del baño ella se había sentado en la cama y había encendido la televisión, veía un canal de noticias. "¿Y bien?" le dije.

"Ayer le diste lo suyo al hijo de su majestad. J... el dueño de esta ciudad. Ahora mismo te estarán buscando para darte un buen escarmiento. Me ha gustado verte esta noche, en la barra ¿bebes ginger ale? qué elegante, así que he pensado que tenías agallas pero ahora me doy cuenta de que no sabías dónde te metías. Yo de tí me iría esta misma noche. Mañana por la mañana ya sabrán que no eres de aquí y habrán buscado por todos los hoteles. Aquí buscarán en último lugar por que es suyo y no se creerán que has tenido el valor para pasearte delante de sus narices." dijo.
"Y ¿qué hacía el heredero de ese imperio buscando a una camarera en medio de la tarde? No me mal interpretes, es un trabajo tan decente como cualquiera pero no es la clase de currículum que entra por los ojos a un niño de papá. ¿Ganas de molestar al viejo? ¿Eres su gatita?" pregunté.
Esto último la molestó. "Yo no soy la gatita de nadie" dijo borrando su media sonrisa de la cara. "Como ya habrás visto también canto en este hotel. Vino un día, se encaprichó y no paró de mandarme flores y notitas. Los tíos a veces sois patéticos. Haceís cosas que no os saldría jamás de dentro con el sólo objetivo de llevarnos a la cama. Y encima creéis que no nos demos cuenta. El hijo de J... sólo tiene que pavonearse por ahí para que cuatro tontas caigan a sus pies atraídas por el lujo que él les puede ofrecer. Pero no a mí. El niñato no lo digirió bien. Y entonces se acabaron las flores y empezaron las visitas. Hacía tiempo que me había dejado en paz, pero esta tarde volvió a presentarse en el bar. El resto lo conoces."
"Entonces a tí también te estarán buscando" le dije. Entonces ella se reclinó algo más encima de la cama. "Probablemente se hayan dado una vuelta por mi piso pero no encontrarán nada. Hace unos días me mudé a casa de una amiga. Luego buscarán aquí pero Gustav les dirá que ya me he marchado y que no sabe a dónde. A quien de verdad buscan es a ti".
"Así que esta noche no tienes donde ir" le dije. "Sí, a casa de mi amiga" dijo ella. "¿De verdad quieres meterla en esto?" le pregunté. Ella se quedó en silencio, pensativa. "No, no quiero meterla en este asunto. Ella no sabe nada y es mejor que no llegue a enterarse. La pondría en peligro".
Ahora ya tenía claro por qué había accedido tan rápido a subir a mi habitación: no podía ir a ningún sitio. Y hasta era bastante probable que yo no le saliera al paso sino que ella, hiciera una maniobra de acercamiento. Al fin y al cabo, el servicio tiene unas puertas de acceso propias. Tampoco me cuadraba que hubiera ido a cantar cuando sabía que podría encontrarse con la visita de los esbirros de J... Algo no iba bien. Y sabía que ese algo era peligroso para mí.
"Está bien, tú dormirás en ese lado de la cama. Mañana nos levantaremos temprano y me ayudarás a hacer unos recaditos"le dije. "¿Es que no tienes miedo?" preguntó. "Ahora tengo cosas más importantes en qué pensar, supongo que debería tener miedo pero ahora no es el momento. Quizá si nos cogen empezaré a tenerlo, pero de momento eso no entra en mis planes. Ahora es mejor tratar de dormir algo, mañana nos espera un día ajetreado".
Me quité la camisa, los pantalones y me metí en la cama. Ella se metió vestida. "Será mejor que te quites la ropa, por lo menos la blusa. Mañana la tendrás arrugada. Y sinceramente, si quisiera hacer algo contigo que tú no quisieras que te hiciera daría igual que llevaras puesta la blusa o no". Se levantó, se quitó la ropa y volvió a meterse en la cama. Apagué las luces. Ninguno de los dos parecía poder conciliar el sueño. "¿Duermes?" le pregunté. "No" me respondió. Al cabo de un rato ella dijo "No sé cómo te llamas". Se lo dije. "¿Y tú?" le pregunté. "María. Oye, te puedo preguntar una cosa? ¿A qué te dedicas?" Pensé durante un rato qué decir "Doy palizas por encargo" estuve a punto de decir pero dije "Seguridad, ya sabes".

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