lunes, 28 de abril de 2014

A veces el tiempo debería detenerse para dejar que lo reorganicemos todo y prosigamos con un plan elaborado de lo que deseamos ser y cómo llegar a serlo. A veces creo que el tiempo se detuvo hace mucho y se olvidó de ponerse en marcha de nuevo. O que lo hizo sin mí y me quedé esperando a que otra vida pasara para poderme subir en ella. Y si lo pienso detenidamente soy capaz de reconocer el instante en el que sucedió, o los cientos de veces que le siguieron. Quizá fue entonces cuando la vida dejó de tener sentido. Ahora ya sabes para qué escribo: para vivir a través de ti, como un parásito que necesita de otro que le dé vida. Yo necesito que me leas para salir de la jaula, para tener voz, para poder seguir creyendo que, de algún modo, el tiempo se pondrá en marcha y esta vez sí, esta vez sí me llevará con él.

Supongo que esto es lo que más miedo me provoca: toda esta autoconciencia y la sensación de que cuanto más consciente uno es, más difícil es elaborar un cambio, como si esa conciencia se convirtiera para siempre en el observador analítico y se quedara fuera de las decisiones, que se limitara a presentar un informe que pasa al montón de informes por leer en la mesa del que decide qué experiencias vivir.

Sí, supongo que eso es lo que me aterra, que el subconsciente no haga nada y que el que toma decisiones no encuentre el momento ni la utilidad para incorporar lo nuevo conocido. Sólo conservo la esperanza de que miles de microcambios se sumen unos a otros y acaben por generar cambios mayores, que en realidad, nada va a sacudir tu vida excepto la voluntad de no repetir siempre los mismos errores y asumir valentías que nadie más puede ver porque sólo vencen miedos personales e invisibles.

Trabajar en casa es una mierda; nunca desconectas de ti mismo.



(versión de la canción de Leonard Cohen)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Llegas.