jueves, 29 de julio de 2010

Luna llena (y medio)

Llueve. Tras los cristales el agua cae como la grava, con violencia, en una lluvia extraña de gotas sueltas, como si el cielo se aguantara las ganas de llover y se le escaparan, entre suspiros de trueno, lágrimas de mercurio, esféricas y mudas hasta que se rompen contra el suelo. Me pregunto si entre tanta nube esta noche podré subir a la terraza a hablar con la luna, si hoy vendrá a la cita de todas las noches, o si, en cambio, esta vez esperaré en vano su llegada.

Hace días que subo, me siento en la silla frente a la mesa, enciendo el ordenador y ella y yo nos hablamos. Debería decir que yo hablo y ella escucha pero como siempre acabo por llegar a una conclusión inesperada, no estoy seguro de que ella me dé consejos en clave de rayos y nubes como si de un lenguaje morse se tratara. Estos días estaba espcialmente llena, brillaba tanto que me parecía imposible que no supiera que yo estaba allí, así que empecé a preguntarle los porqués de cientos de cosas que en realidad sólo eran una.

La luna sabe más por vieja que por luna, conoce mejor cómo somos, siempre le dieron menos valor que al sol, que es de oro y tan altivo que no permite que nadie le mire a los ojos so pena de dejarlo ciego. La luna se queda junto a la cama de los insomnes, es de óxido como la plata vieja, viene y se va, va y viene, pero siempre está aún cuando nadie la vea. De todas las mujeres que pasaron por mi vida guardo una luna en mi memoria; como si fuese ayer, como si esa imagen en mi cerebro fuese una marca de GPS que indicara en el mapa de mis sentimientos un lugar y un tiempo concreto.

Yo, en cambio, estoy hecho de roca. Aparento tener cierta resistencia pero cedo siempre a los golpes duros y certeros. Supongo que debería ser más como una hierba pero no sé ser hierba. Ser una roca conlleva un destino, ser lo que sea que eres conlleva la responsabilidad de aceptarlo y vivir con ello. En cualquier caso, me quedo con la luna, tan distinta y tan parecida a mí. Tan lejana y tan cercana, tan mía y tan de todos. Tan dura y fría como yo cuando soy duro y frío.

La luna es de hierro, los hombres son de piedra.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bonita descripción! Me gusta mucho como te expresas, eres un crack en la prosa poética.

Hoy por fin te dejo un comentario, pues que sepas que llevo unos pocos días leyendo tu blog y de entrada ya te digo que me llego a identificar con muchas de las cosas que en él plasmas. Por favor, sigue cultivando este bello arte de la escritura y que tan requete bien se te dá.

Te invito a dos cosas: una, que te pases por mi casa (AlmA AbierTa) y me leas y, si quieres, comentas, y la otra cosa, te invito a que me sigas en el apartado "Seguir" y sí te apetece seguirme yo tb me apuntaré a tu "Seguir".

Por cierto, esta lluvia es renovadora y limpia, además de refrescar, que con estos calores ya apetece.

T'abraço des d'AlmA Abierta i benvingut quan vulguis,

Amber

Daeddalus dijo...

Siempre pensé que la luna podía comerse a cucharadas.

LaCuarent dijo...

Confidente de todos, ¿quien escucha a la luna?, porque todos contamos con ella con su compañía y luz es como dices tu de hierro.
Son bellas y melancólicas tus letras.
Saludos

Asolada dijo...

En la mayoría de casos suele ser simple apariencia; puede que la piedra tan sólo sea un disfraz, que se trate de una simple armadura...

Quizá sea lo mismo que le ocurre al sol, lunático :)

Espera a la primavera, B... dijo...

Amber, ya te sigo.

Espera a la primavera, B... dijo...

Y pensar que todo esto empezó por tí, hace ya tanto tiempo...

Espera a la primavera, B... dijo...

La luna habla hasta por los codos, habla siempre, cuando es luna nueva apenas susurra pero sigue sin callar.
No es posible no comunicar. Existir es comunicar.

Espera a la primavera, B... dijo...

Nunca diré que el sol es malo. El sol nos da la vida pero también es capaz de quitarla. La luna no quita vidas, su influjo tal vez, pero no he oído que nadie muera de una "inlunación".

A-sol-hada, ¿tienes palabras para mí?

EvaonmyMind dijo...

Sorprendentemente, hay una canción de Extremoduro que me encanta, que escucho y he escuchado millones de veces... digo sorprendentemente porque soy una poppy del carajo, pero adoro a Extremoduro, qué le voy a hacer.

Hace tiempo escribí acerca de mis paseos por la luna y por dentro de mí, y la banda sonora era precisamente esta canción...

Salgo a pasear por dentro de mí veo paisajes que de un libro
de memoria aprendí:
* "Llanuras bélicas y páramos de asceta
- no fué por estos campos el bíblico jardín -;
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín "*
Bajé las escaleras, sí, de dos en dos,
perdí al bajar el norte y la respiración;
¿Y por las noches que harás?
- las paso descosiendo, aquí hay un arco por tensar.
¡Que yo me acuerdo todavía cuando te besaba!
¡La cago, vuelvo a tiritar!
¡Si tú no te juraras siempre que yo te faltaba!
¡A veces todo es tan normal!
Y hago colas sin parar
en la puerta de algún bar
yo tó borracho consumo las horas
mientras encuentro alguna luna que ande sola.
¡Que yo me acuerdo entodavía cuando te besaba!
¡La cago, vuelvo a tiritar!
¡Que no, que ha sido un momentito sólo de bajada!
¡Que aquí no pasa nada!

Creo que está especialmente hecha para los que nos pasamos las noches descosiendo las horas y buscando alguna luna que ande sola. Para los que bajamos y perdemos hasta el norte y la respiración y sin embargo decimos siempre que aquí no pasa nada...

Un fuerte beso de luna lunera :)

Espera a la primavera, B... dijo...

Llevo Extremoduro en el coche. Me gusta, me gusta Estrechinato, me gusta Marea, Fito, Estopa.

No recuerdo ahora en qué universidades se estudian las letras de Extremoduro como ejemplo de poesía moderna. No sé si lo será o no, un amigo y yo lo celebramos como "poesía burra"

"y subo a lo más alto de la locura, y encuentro a mi princesa hablando con la luna, echándose carreras a ver quien es más..."

La poesía no sólo está en las margaritas y/o en las flores, en los sentimientos excelsos y grandilocuentes. La poesía está en ese perro negro que te muerde el alma sin que tú le hayas hecho nada, está en todo lo que merece ser cambiado, en todo lo que merece que se hable de ello.

Besos

María dijo...

Ay la luna... ¿alguna vez has visto cómo los niños pequeñitos la señalan cuando la descubren en el cielo? apenas saben hablar y ya dicen "luna".
Bs