martes, 11 de agosto de 2009

La Subnomadía del Guinardó

A veces camino sin rumbo, mientras espero a llegar a alguna visita, por el centro de Barcelona. De igual forma que existen provincias, distritos, satrapías, si yo fuera el administrador de mis lugares habituales y certeros, instauraría con urgencia la nomadía de Barcelona, una región en la que no poseo nada más que las suelas de mis zapatos contra el cemento recalentado de las aceras, el teléfono sudoroso contra la cara, el buscar la sombra de los edificios cuando el calor aprieta. En la nomadía de Barcelona, una de mis subnomadías más transitadas es la de la ronda del General Mitre con Balmes, he paseado mucho por allí durante muchos años, años que se fueron y que dejaron el poso que deja el café en una taza, años que hacen que yo sea un poquito consecuencia de este lugar, lugar al que parece que el destino me empuja, quien sabe el porqué, un poco más al noreste, un poco más cerca de donde vive la chica de la bicicleta.

Como toda subnomadía, ésta tiene un centro de comunicaciones con forma de locutorio y es desde allí desde donde escribo esto.



Ayer me invitó a una cerveza, una cerveza especial, una que casi nunca encuentro en los bares a los que suelo ir. Bebimos, se reía como un personaje de dibujos animados, hay que dibujar sonrisas así para existan antes de que la realidad se dé cuenta y las censure. "Contigo todo es fácil, contigo es como estar en casa en cualquier parte" me dijo. Yo miré hacia otra parte, hice como lo había oído a medias, me gustó que me lo dijera, me gustó que no supiera que escribo, creo que para ser honesto debería decírselo pronto, debería decirle que en cuanto me quite la camiseta de desharé en letras Times New Roman que sembrarán el suelo de su casa de palabras inconexas, palabras que serán mías pero que no serán lo que soy yo, palabras que sólo sirven para fabricar sueños.



Luego vino una amiga suya, la chica de la bicicleta conoce a la chica de los ojos de brillo de luna, que a su vez conocía a una compañera mía de clase de cuando yo era un crío, una bonita coincidencia teniendo en cuenta que vivo tan lejos. La chica de los ojos de brillo de luna tiene la extraña facultad, en estos tiempo que corren, de ser ella misma, abrimos una botella de vino, hablamos y reímos, le cogí la mano a la chica de la bicicleta, creo que debería empezar a plantearme empezar a llamarla por su nombre, se hizo de noche, había luz en las calles y el cielo había abandonado toda esperanza de que lo refrescase algún viento extraviado. Me gusta a que saben las amistades con vino, sé que es algo común, a mí, sin embargo, me trae algo esencial, como si fuese esa argamasa con la que está unidas las piedras de algunos edificios de la época del imperio romano.



La noche siguió su curso y volví a casa, ya de madrugada. Tengo la sensación de que la subnomadía de los besos de la chica de la bicicleta tiene visos de convertirse en la capital administrativa y política de mis lugares y mis tiempos, que pasaré mucho tiempo en las playas del mar de sus ojos, de que fundaré un puerto desde el que partir y arribar a la suave piel de su cuerpo.

La chica de la bicicleta se llama Eva.

4 comentarios:

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Bien,Toni. Te veo muy bien. Me alegro, porque te lo mereces. Me gusta la gente que busca su felicidad, y eso pasa cuando la encuentra primero en él. Creo que la felicidad no se busca, sino que se descubre: está en ti. Lo demás, es el resultado natural de ello (ya sabes que si no pongo esta guinda...).

Le digas o no a Eva que escribes, cuando lea las entradas que le estás dedicando le van a gustar ;-)

Un abrazote

Nebroa dijo...

Me gusta este Toni, sin duda. Sonriendo por dentro mientas camina. Me gusta que la justicia de la que habla Concha se haga real. Que yo pueda verla. Me gusta que bebas vino y que pronto compartas parmesano...

Tereza dijo...

Quiero leer mas sobre la chica de la bicicleta.

Fiebre dijo...

Me gusta este Toni y también me da miedo.
Miedo de que un día recorra esas mismas calles muriendo por otra ´ella´

No sé, no me hagas caso. Como siempre me pongo, de antemano, en lo peor, quizá por eso siempre veo la ´botella medio llena´...
Todo lo que venga es mejor que lo que pensé jamás.

Y SÍ. VIVE. DISFRUTA.GOZA.

Pero cuando pasees otra vez, no relaciones la subnomadía con nadie. Sólo con tus pies, con tu persona. Y da gracias que, hoy por hoy te acompañan para relacionar ese camino con alguien. Pero no hagas de él una capital administrativa como en unas elecciones anticipadas.
Siente que el camino de tu vida, momentáneamente pasa como una pluma, porque casi no eres consciente de lo que ves alrededor, no sucede como cuando viajabas solo, que veías hasta la última losa del suelo...

Pero no deplores ese mismo camino si tienes que volverlo a andar sin una mano aferrada a la tuya.

No sé si me he explicado bien. Para estas cosas soy muy obtusa.