jueves, 10 de diciembre de 2009

Experimento culinario nº 3


(Lo de culinario debe venir de culo)

Se coge una tarde de lunes cualquiera, a ser posible una mala tarde que uno, en su estúpida ignorancia, crea que las cosas se pueden arreglar a base de hacer un pastel, un suflé, o cualquier otra portentosa manera de hacer una mezcla de ingredientes que, tras una elaboración sencilla y artesana, dé como resultado algo que no te provoque arcadas, la muerte (o la muerte por los espasmos que te produzcan las arcadas).

Paso número uno.

Se coge de la nevera esa piña de oferta irresistible y que lleva más de una semana en el cajón de la fruta. Se hace trocitos del tamaño de un puño después de pelarla.

Se abre aquella botella de cava que te regaló hace seis años un comercial del que siempre intuiste que no le caías bien en exceso (ni en defecto). No reconoces la marca pero prefieres no buscarla en google por si está entre las trescientas cincuenta formas de explosivos que la humanidad conoce.

Se cogen los trozos de piña y se mete en una batidora de vaso como la que tenía tu madre en casa hace treinta años. Batidora que yo he heredado de la mía mediante el filial sistema del hurto.

Paso número cuetro:
¡Qué malo está el puto cava! Se riega la batidora (por dentro) con el líquido espumante hasta cubrir los trozos de piña. IMPORTANTANTE: Se pone la tapa.

Paso número cinco

Se pone en marcha la batidora.
Se para de inmediato después de descubrir por qué era tan importante poner la tapa.

Se reinicia el batido de la mezcla durante treinta segundos. Es posible que en este punto el motor antediluviano de la batidora con la que tu madre te hacía las papillas, y que carece de cualquier protección, haya hecho saltar el diferencial automático de tu casa. Si levantas la palanquita y la luz no vuelve sal al descansillo, si allí tampoco hay luz, sal al balcón. Si tampoco hay luz en tu barrio, sal tú del país: el ministerio de Industria y la comisión nacional de la energía han puesto a trabajar a un equipo de más de trescientas personas para localizarte. Felicidades, acabas de hacer caer la red eléctrica en cadena y debe de haber seis o siete países a oscuras. Cuando te mueras irás al cielo de los musulmanes con treinta o cuarenta vírgenes del sexo contrario al tuyo. Aunque con la suerte que tienes seguro que se equivocan y te envían a toda la tropa de tu propio sexo.

Paso número seis

LA papilla espumosa de color amarillento está a punto de nieve. Pruébala.

Inocente... ¿qué te hacía indicar que eso no iba a estar asqueroso? Recuerda en ese momento que en casa hay canela. Échale canela a discreción. Sigue estando asqueroso. En este punto hay que ser cauto. Cualquier mente científica como la nuestra llegará a la conclusión de que "habrá que echarle más canela". Error. Hay que echarle edulcorante Natreem a porrillo. Lo vuelves a probar. Está igual de asqueroso pero sabe dulce. Un dulzor químico e insalubre.

Paso número siete.

Después de un corto (pero intenso) debate con uno mismo se llega a la conclusión de que hay que tirar esto, con el consiguiente argumento en contra: Cómo voy a tirar esto si la piña me costó tres euros. Se elige una solución de compromiso: se mete en un bol y se introduce en el congelador con la aviesa intención de sacarlo en un día no muy lejano y "ya veremos qué hago".

Y ya tenemos el famoso helado de piña al cava.

(que me estoy comiendo mientras escribo esta receta exquisita y por la que opto al Nobel de la Paz del año que viene)

Si tenéis niños no lo hagáis en casa, puede crear transtornos del sueño y manías persecutorias (de ellos hacia vosotros). Negaré cualquier implicación en este asunto. Mi abogada es implacable y no admitirá ninguna demanda. Mi abogada es terminator 2.

A veces terminator 2 y yo dormimos juntos. Ella desconoce la existencia y sabor de mi patente.

Y yo rezo para que nunca lo descubra.

3 comentarios:

hécuba dijo...

Tengo una piña en la nevera, que no es de oferta pero que lleva conmigo unos cuantos días. Tantos que ya le tengo cariño.
Hay algo en las piñas que me puede. Las compro, porque me encantan, pero me da una pereza terrible pelarlas o lo que sea que se haga a las piñas, así que se quedan en la nevera hasta que ya no hay más opción que tirarlas.
Sé que no está bien, pero también sé que algún día conseguiré superarlo y comerme una enterita, por eso las sigo comprando :)

Gata dijo...

Jajajaa muy bueno, lo que mejor esa frase de "el filial sistema del hurto" Me ha encantado y me he reído y me encanta verte así...
¿q tal todo? ;P
besitos

Las Espirales de Brígida dijo...

Primer renglón: carcajada: "culinario del culo"

Es GENIAL....

Me muero de risa...

Abrazo
S.