domingo, 26 de julio de 2009

Cosas que a veces ocurren y uno se pregunta sin querer encontrar respuestas



Hoy he echado de menos aquellos días en los que escribía entradas de la novela, he echado de menos a María y su vestido de estampado de flores verdes y amarillas, la habitación de la casa de Carmen donde nos escondíamos de los hombres de J..., he echado de menos incluso a Garr con sus ojos azules y labios minúsculos, he sentido las mismas arcadas al ver a Sansón disfrutar torturando a alguien a quien yo mismo hubiera torturado, y sí, he echado de menos el sabor de la sangre y el sonido de los huesos al romperse bajo mis puños, pero sobre todo la he echado de menos a ella y su suave piel, su desdén hacia mí de todos aquellos años, sus llamadas a media noche pidiéndome que la sacara de algún apuro. He echado en falta tener aquella razón para morir por ella, aquella sinrazón para quererla en un lugar y un tiempo pasado, demasiado alejado incluso para un melancólico como yo.
Hoy es uno de esos días en los que volvería a decirle que se viniera conmigo y con Cris y dejara al hombre de la silla de ruedas, y esta vez insistiría tanto que la acabaría convenciendo aún a sabiendas de que duraríamos unas semanas, unos meses quizás, porque somos como dos animales salvajes dentro de una misma dimintua jaula, con demasiadas cuentas pendientes el uno con el otro, con las mismas ansias de libertad y eso significa liberarse de la jaula y liberarse del otro.

Hoy he caído en la cuenta de que hace mucho tiempo que he perdido algo esencial que necesito recuperar. No sabría decir qué es con exactitud, quizá haya perdido la inocencia que me llevó a escribirle este blog y titularlo así, o tal vez no haya olvidado del todo a quien iba dedicado este blog sino que simplemente haya perdido la esperanza de volverla a ver. Hoy es uno de esos día en los que uno se planta y deja de apostar porque empieza a sospechar que en los juegos de azar apostar para recuperar lo perdido es ir de cabeza a la ruina.

Vuelvo al punto de partida, cambio fichas nuevas. No voy a recuperar lo perdido. Creo que va siendo hora de acabar lo empezado. Hace días retomé una antigua novela (sí, una de esas histriónicas con las que Pau me dijo "vaya, otro graciosillo en la clase"), he mirado hacia atrás y he visto que tengo suficiente material publicable. El otro día hablé con A. y me dijo que qué pasaba con lo que le había prometido hace tres años y que él estaba dispuesto a publicarme, no en su colección sino en otra y yo le dije que estaba todo muy fresco, que ya le diría algo. Cuando se lo dije no pensaba en llamarle porque no pensaba acabar nada. Estoy agotado mentalmente y los últimos días han sido muy complicados en todos los sentidos posibles.
A. está convencido de que tengo un talento excepcional para un tipo de relato y yo pienso que A. me lo dice porque me aprecia. En fin, siempre nadando en la duda, toni, siempre tratando de ir en todas las direcciones posibles. Es curioso. Hace diez años que me dedico a escribir y no tengo nada estructurado, para mí lo más difícil es ser constante. No sé. Supongo que nunca he creído que pudiera hacer algo con todo esto, que lo mío era otra cosa. Y entre una y otra no he me decidido por ninguna de ellas.

Creo que ha llegado el momento de tomar una decisión y superar ciertos prejuicios. Todo era más fácil cuando estaba ella. Todo era más difícil cuando estaba ella. Ahora me quedan pocas cosas que contar.

Quiero acabar con una frase de Mario Benedetti que da título, además, a una de sus obras: La tregua.

"Al principio, me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí con todas mis fuerza, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era sólo una tregua. Ahora estoy otra vez metido en mi destino. Y es más oscuro que antes, mucho más".

No puedo pedirte que me comprendas ni siquiera que me acompañes a donde yo voy. No te voy a pedir cuentas si tú no me las pides a mí, no te haré preguntas si tú no me preguntas. Pero aunque no estés yo te sentiré porque sabes que no puedo ir a donde voy sin ti a mi lado.

1 comentario:

- Inés y Yo - dijo...

Quizá lo duro no fuera Morir por ella, sino Vivir por tí.

Ha llegado la hora de cambiar el título de tu vida, Bandini.