Son las siete y media de la tarde. Hoy empiezo a escribir la novela que durante diecisiete años he ido cuajando en este blog. Son casi 2000 entradas, imagino que que serán algo así como cientos de miles de palabras. Hay ficcion hecha de realidades y hay realidad vestida de ficción. Todo lo que soy tiene que ver con esto. Todo lo que he sido y todo lo que ya nunca seré. Ha llegado el día que tenía que llegar. No la escribo para publicarla, no la escribo para ser escritor. La escribo porque no quiero morir sin dejar escrito esta historia que llevo años viviendo cuando no estoy viviendo. Hace veintitrés años me dije que lo intentaría. Si hubiera escrito una novela cada año hoy habría escrito veintitrés historias.
Ha cambiado todo tanto. No soy el que era, no queda casi nadie de los que me importaban.
Sé que todo ha cambiado demasiado y los cambios suelen pesarme como si algo se añadiera a mí cuerpo cerca de los huesos, se adentrara en mis pulmones hasta llenarlos de una materia invisible, pero que se hace notar cuando al soltar el aire ella se queda ahí. Sé que nunca sabré escribir por mucho que quiera, eso es lo que no cambia, siempre seré alguien a quien no puedo dejarle escribir algo mediocre. Seguiré leyendo a Auster, me quedaré esperando a la muerte sabiendo que pude haber sido alguien que quería ser y no supe conseguirlo.
Me queda el blog y acabar esa novela. Me doy tres meses para escribir doscientas páginas. Eso es mucho tiempo para alguien que casi no lo tiene y que respira como yo lo hago, con eso dentro, con ese otro yo compartiendo mi respiración.
Me queda escribir y escribir para no gastar, para descargar lo que vivo y para volver a cargarme de sueños. Es como si siempre lo que quiero estuviese en otra parte, nunca sé dónde, sólo sé que no está aquí y que no hay un mapa que me diga cómo llegar hasta él.
Me pregunto si alguien de los míos sabe algo de mí. Si saben cómo me siento ahora y si conocen el futuro como yo conozco el pasado y si me esfuerzo, el presente. Daría lo que fuese por un poco de certidumbre, por un poco de "vas bien" o de "gira a la derecha cuando llegues al próximo septiembre", pero supongo que es mejor así, no saber nada, tomar las decisiones porque tienes que llegar a alguna parte. El tiempo no se detiene para uno escoja un rumbo, reflexionar es un lujo que no está pensado para gente como yo.
Cuando digo "gente como yo" no sé a qué me refiero. Supongo que a alguien lo suficientemente rico como para tener donde vivir y lo suficientemente pobre para que ese lugar sea aún de un banco. He llegado hasta aquí porque tuve suerte. Tuve suerte sin buscarla y sin merecerla. De eso se trata, de que no dominamos nada. Somos marionetas en una historia improvisada.
Somos hojas al viento.
Luchamos para no sea así, pero así somos. Morimos cuando cerramos los ojos, resucitamos cuando suena el despertador. Creemos amar, creemos tener un propósito, pero en realidad no somos capaces ni de lo uno ni de lo otro. Sólo lo creemos, sólo imaginamos que podemos hacerlo y tenerlo. Eso es vivir. Vivir es tener la inercia de seguir creyendo que todo esto va a mejorar, es tener fe, es levantarse por las mañanas y dar por supuesto que esto seguirá sucediendo una y otra vez, que las personas con las que nos cruzamos seguirán a nuestro lado.
Somos un homo fidelis. Fiel a la vida sin saber el porqué, pero en realidad somos la inercia del vivir. Por eso no somos inmortales, porque cada vez nos cuesta más arrastrar a todos esos yo que se fueron a dormir sin querer despertar, porque de tantos yo que somos, hay cientos que desean detener esa inercia.
Por eso envejecemos por dentro, por eso algún día vamos a morir.
Porque quizá vivir sea otra cosa, quizá vivir esté al otro lado de la muerte.