Si todo importara, yo te importaría. Si todo contase, contarías conmigo. A cambio yo te escribiría y te daría a cambio el unguento que cura heridas. Solo que a veces no queremos que cicatricen. Me pregunto cuál será la mía.
Creo que acabo de encontrarla. Al menos una de ellas. Algo que pasó y uno cree que es pasado, pero no. Las heridas que no se curan se infectan y te debilitan, evitas hacer cosas por dolor, evitas hacer cualquier cosa que pueda provocar otra.
A M la abandonaron, y pasará toda su vida desconfiando y, cuando no sepa qué hacer abandonará ella, porque "eso" se convierte en un lenguaje, el hurír antes que huyan, el no saber de alguien a que no sepan de ti.
M desapareció sin casi decir nada. Abrió otra puerta y se fue sin decir adiós como se fueron antes casi todos los míos. Se irá y lo seguirá repitiendo hasta que alguien la haga sentir como en casa. Y su hija lo repetirá con ella porque eso se transmite como si fuera un idioma, como los modismos, como el conocmiento.
A M le daré siempre las gracias por mostrarme la importancia que tiene en nuestras vidas lo que nos marca un día que no olvidamos nunca.
Veo a M frente a una puerta, de niña, y cómo se le cae el mundo encima tras que esa puerta no se abra. El dar media vuelta y el irse con el corazón roto.
Ella no lo sabe, pero aquella niña sigue allí, esperando que esa puerta se abra, la abracen y la dejen entrar.
Y yo voy a amar a esa niña lo que me queda de vida, como a todos los niños que no comprenden por qué las cosas acaban siendo diferentes a como deberían ser.
Mientras, seguiré enviándole mensajes para que sepa que no me olvido de ella.
Necesita que no se olviden.
Todos necesitamos a alguien, en algún lugar, que nos diga que no nos olvida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario