viernes, 4 de septiembre de 2020

Que nos vaya bien




Todos lo saben. Quien me conoce sabe que será difícil que acabe mis días de una muerte natural. No tengo una especial predilección por estar vivo y supongo que resulta bastante evidente.

Una conversación banal acaba en un silencio extraño, de esos que debería llenar una pregunta que no se hace porque resultaría demasiado incómoda y por que quizá se intuya la respuesta.

Soy de los que creen en que hay vida más allá de la muerte. Cuando mi padre murió, creí que su espíritu abandonaba el cuerpo y podía escuchar mis pensamientos. Le dije que se fuera tranquilo, que yo cuidaría de mi madre y de mi sobrino. No sé si me escuchó ni si eso le dejó tranquilo, lo que sí sé es que a mí, el poderme despedir de él de esa forma simbólica sí me ayudó a dejar en stand by su marcha.

No me acostumbro a acostumbrarme a que no esté. 

Ver que casi todo sigue casi igual es como vivir una decepción tras otra sin saber de qué tratan ninguna de ellas.

Me queda la esperanza de que esto sólo es un paréntesis, que la verdadera vida es la otra, que aunque no sea eterna me da igual, porque estaremos todos en ella.






 

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