lunes, 21 de septiembre de 2020

Penny López



Iba a llamarse Lola, pero como llegó un año después que Ulises, acabó por llamarse Penélope, aunque a mi madre le diera por llamarla PeneLópez, y por tanto fuera la primera gata que sin quererlo tuvo un apellido, aunque no le correspondiera.

Vivió toda su vida junto a Ulises para desmentir a Homero, aunque cuando éste decidía darse una vuelta por los tejados, ella, que era más menudita y no podía saltar tan alto, se tuviera que quedar esperando a que volviera.

Ulises era su vida, no podía estar ni diez minutos sin saber dónde estaba. A veces se tumbaba cerca de él (pero fuera de su alcance) y se pasaba horas mirándolo. Hasta que se levantaba y ella lo hacía también para seguirlo.

A Ulises, que era un gato callejero y propenso a las peleas con otros animales del barrio, Penélope no le hacía demasiada gracia. Dormían juntos en invierno, pero cuando llegaba la primavera siempre se iban cada uno a un lado de la casa... hasta que a Penélope le daba por jugar e iba a buscarlo para pelearse, aunque siempre perdiera y fuera el otro el que diera el juego por terminado con soplido o un capón.

Nunca se mordieron o se hicieron un arañazo. Todo se acababa por rendición. Creo que si los animales pueden admirarse el uno al otro, ella, la López admiraba al Odiseo. 

Lo vió enfermarse e ir perdiendo facultades. Imagino que a veces estuvo a punto de salir a buscar ayuda, pero como no sabía lo que le pasaba, desechó la idea por no saber qué decirle al veterinario. Lo dejó en mis manos, lo que no sé si acabó creyendo que fue una mala idea.

 Nunca creí que el que Ulises se fuera al cielo de los gatos afectara tanto a su compañera de toda la vida. Se quedó sentada en una silla todo el día. No se atrevía a pasar a la parte de la casa donde había muerto su alma gemela. 

A veces la sorprendí en la terraza, llamándolo como cuando se iba por los tejados en busca de aventuras. 

No sé qué hacer con ella. Es una gata anciana atada a una soledad que no tiene la posibilidad de transformarse en otra cosa. Cuando llegue el invierno buscará un calor que no podrá tener y dormirá soñando con que Ulises vuelve un día de éstos y todo será como antes.

A veces me pregunto si al ponerles esos nombres no les di también un destino. O si por el contrario, ellos ya se llamaban así antes de yo conocerlos y no influyó que unos meses antes leyera la Odisea.

En cualquier caso, dados los acontecimientos de estos últimos meses, sospecho que va a ser un invierno duro para todos.

 


Me pregunto si piensa en él, y si le habla como si estuviera. O si reza por las noches, o si sólo espera que esté allí cuando ella se vaya al cielo de los gatos.

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