viernes, 27 de septiembre de 2019

Desde arriba



A veces pienso que tenemos una oportunidad única. Es decir, que vivir es la gran oportunidad que como almas tenemos en toda una eternidad de tiempo.

Que vivir, encarnarse, es la ganar la lotería y pasar un temporada en un lugar donde sentir, crear, luchar, ser atravesado por una gran energía que nos conmueve.

A veces lo vivimos como una gran decepción. Como si todo esto, en realidad, fuera de otra cosa. Supongo que la decepción también es algo difícil de sentir si eres un alma.

Ahora que imagino que mi padre es un alma que está con otras almas y que se toma todo lo que vivimos como lo que probablemente es: un juego en el que una vez acabe todo volverá a ser como antes, no puedo dejar de pensar que todo merece la pena. Cada segundo es otra oportunidad.

Recuerdo que mi padre siempre sonreía estos últimos días, como si estuviera saboreando los últimos instantes de su paso por la Tierra.

Todo lo que vivimos, por dramático que parezca, guarda una paradójica belleza desde la perspectiva del alma que volveremos a ser cuando hayamos muerto.

No sé. Tengo esa certeza.

Puede que sólo sea un subterfugio para conformarme por su pérdida.

Pero, pensándolo bien ¿no es lo mismo?


2 comentarios:

Genética Inexacta dijo...

Pasa una cosa curiosa cuando falta alguien a quien queremos tanto, y es que según va pasando el tiempo y el dolor inicial de la pérdida va desapareciendo, el vacío que queda se va llenando de cosas de quien se ha ido, como recuerdos que hace tiempo no recordabas incluso olores. Los perdemos físicamente pero hay algo mágico que nos los va devolviendo poco a poco con pensamientos bonitos.
Siento mucho tu pérdida, un abrazo T.

Espera a la primavera, B... dijo...

Gracias Gen, son cosas que pasan.

No sé, últimamnte me cuesta razonar. No entiendo el vacío ni que no vaya a volver a mi padres.

En fin.