lunes, 16 de julio de 2018

Lunes de decadencia infinita. El cielo deja caer agua como si fuera a vaciarse. Me gusta que los fines de semana se acaben aunque no me gusten los lunes. No sé. Es como si me gustara que acabasen los ciclos, pero no que empiecen otros que entierren a los anteriores.



Me encantó esta película.

La llegada.

Me gusta la actriz en la que se ha ido convirtiendo Amy Adams.



A veces pienso que la única persona que me conoce eres tú. Y eso me extraña y me duele un poquito. Porque sé que, en el fondo, no te gusta la persona que soy. Y aunque sé que no me juzgas, no puedo más que sentir cierto desasosiego en todo esto.

No sé qué le pasa a una niño el resto de su vida cuando algo le cambia la percepción de las cosas.

Supongo que hay heridas que nunca se cierran del todo.

Me gustaría creer que tenemos genes de la misma especie y que permaneceremos siempre en este mismo planeta.

Imagino que es un poco eso: lo desconocido nos condiciona. El subconsciente es la verdadera información que nos da forma. Y en cierto modo, sabes quién soy yo a través de ese ruido de fondo en donde está todo escrito.

A mí me gustas por eso mismo. Por todo lo que no puedo leer más que en ese murmullo que susurra quién somos, por el collage o por el calidoscopio por el que te intuyo.

Por las letras de las canciones que te gustan.

Por las fotografías tuyas que cuelgas.

Por cómo cuentas que sientes la lluvia.

O lo intangible que hay entre todas esas cosas no dichas. Sí, por el silencio.

Me gusta el silencio.

Un ser humano está hecho casi un 40% de todos los silencios en los que ha estado.

Hay lugares y certezas que están durmiendo esperando a una traducción que nunca llega.

Como un niño quiere a su peluche favorito.

Mi mono Amedio, con sus incómodos largos brazos...

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