domingo, 29 de julio de 2018

El fin del fin


Vivo solo desde hace muchos años y vivo solo porque nadie quiere a nadie. Lo aprendí desde muy pequeño: nunca se está a salvo de los demás. La vida es una contínua lucha para que los otros no te hundan. 

Y la mayoría de las veces es lo que ocurre.

Si hay algo que he aprendido es que el amor y la felicidad no existen como conceptos, que sólo son reclamos publicitarios para que hagamos cosas que no queremos hacer. 

A veces te toca la lotería y te enamoras, pero está claro que te enamoras de la persona que eres cuando te obcecas con alguien y éste te corresponde.

Sólo por un tiempo que pasa demasiado deprisa.

Decía Krishnamurti que el amor es apartar una piedra afilada de un camino por donde sabes que van a pasar personas descalzas.

Yo me lo creí durante un tiempo.

El amor es lo que dice el marketing qué es el amor.

Un estudio de mercado a simple vista.

Una mala decisión tras otra.

El amor es un película de Hollywood, con tiros y persecuciones y esas cosas, con beso final de la chica al musculitos que sabe matar para mantenerla a salvo de otros musculitos que saben matar, pero menos.

Pero yo soy de los que tienen miedo.

Miedo a que los demás consigan hundirme.

Por eso vivo solo y arriesgo poco.

Y porque nadie quiere a nadie.





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