viernes, 20 de julio de 2018

El año de la verdad infinita, el doble cuántico y matrix...


Aún recuerdo el día en que morí. Lo recuerdo como si fuera hoy. A veces creo que la vida no se acaba en ese punto, sino que sólo queda congelada como una imagen fija en una pantalla de televisión. Creo que podría describir lo que sentí antes y lo inmediatamente después. Podría describirlo con palabras cosidas con sensaciones que no son precisamente lo que te hacen sentir, pero estoy seguro de que sería tratar de explicar algo que sabes que no tiene sentido para nadie más que tú. Y además es imposible.

Supongo que los fantasmas somos eso: un cúmulo de imposibilidades queriendo llegar a alguna parte.

Ahora puedo decir que no me importa en exceso. Tampoco no me importa no haber hecho esto o aquello. Estoy bien. Ahora sé que toda mi vida quise estar muerto, que el estado natural del alma es éste porque no tienes que hacer nada. No hay que ganarse la vida. Sólo ser. Los muertos no pueden morir y pasar a otra vida en la que tener que hacer cosas. Así que esto está bien.

A veces paso miles de días mirando por la ventana. Me gusta ver cosas. Cosas de vivos. No siento envidia. Observo. Sólo eso. No tengo la sensación de que esto va a acabar.

El día en que morí supe que no tendría la misma sensación que tengo ahora contigo. Sabía que no te echaría de menos y que tú a mí tampoco. Eso está bien. Me hubiera jodido tener que estar todo el tiempo pensando que estarías triste por mí.

Cuando te mueres no estás triste. Sólo echas de menos a alguna gente con la que más roce tenías. A veces piensas que qué será de tu sobrino y si habrá podido salirse en todo eso de vivir sin ti; pero luego asumes que la vida es de cada uno, que no eres responsable de casi nadie.

¿Sabes? a veces tengo las cosas claras y otras no. Hoy creo que sí, pero eso puede cambiar en cualquier momento, puede que cuando llegue la noche esté convencido de que estoy equivocado en todo. Eso también me pasaba cuando estaba vivo. Luchaba por algo que no sé si tenía sentido.

Hasta el final.

Estoy seguro que estaba a punto de triufar. No me jode eso.

Porque podría haber triundado y haber muerto y todo sería igual.

Me gusta que sea así. Cuando te mueres te das cuenta de que todo está bien, que en el fondo todo se hace para mantener el cuerpo con vida para seguir en la corriente que te lleva, en la inercia. Creo que todo se reduce a eso. Bueno, un poco más complejo tal vez. Pero si le quitas todo lo que hacemos para encajar en el gran engranaje, todo se reduce a eso. A mantener el cuerpo caliente y moderadamente engrasado.

Y nada más que pueda explicar con mi voz de muerto.

Eso es todo.

O casi.

Bueno, a veces sí que empiezo a echarte de menos, pero entonces recuerdo que esto es lo más cerca que estuvimos el uno del otro y se me pasa.

Eso, y que nunca volvieras a leerme.

Supongo que ese fue el día en el que empecé a ser esto. Sea lo que sea que soy.

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