martes, 18 de septiembre de 2012

La verdad sobre los duendes que crees que habitan tu casa


Hace días que quería contártelo, todo eso de que se te cambiaran solas las cosas de sitio es cosa mía, bueno, en realidad no estoy seguro. Lo que se te comieran la mortadela me extraña, porque a mí no me gusta y aún no he aprendido a que mi fantasma abra las puertas de los armarios o de la nevera. Eso creo que debe ser otro fantasma. Pero no lo he visto, me moriría de miedo si lo viera, de hecho es un alivio que no me refleje en los espejos... (a ver si voy a ser también un vampiro, lo que me faltaba ya, el fantasma vampiro come mortadela). Pero no, yo sólo te cambio las cosas de sitio, porque he decirte algo que debí decirte hace tiempo: Yo me cuelo en tu casa cada vez que me lees.

No puedo explicarlo, me lees y yo puedo atravesar la pantalla sin esfuerzo. Bueno, yo todo no, quiero decir que mi cuerpo y mi mente se quedan aquí, al otro lado, en mi otro lado, pero de alguna forma que no entiendo me paso agarrado a las palabras como si las frases fueran una cuerda de la que tiras al leerme. Yo sólo tengo que vencer el miedo al golpe que me voy a dar contra el cristal de tu monitor, pero hasta ahora no me la he pegado, siempre acabo pasando, como si estuviera hecha de niebla, como si fuera un humo sin incendio.

A veces me quedo un rato a tu lado, pero como no puedes verme (ni yo tocarte) al cabo de un rato me doy una vuelta por tu casa, miro las fotografías que tienes a la vista, me imagino tu pasado, me pregunto si elegiste tú esos muebles y si los dispusiste así, quién te ayudo a colocarlos, si vienen a visitarte tus padres de vez en cuando, si estos rastros de escamas de sirena (casi invisible) que hay por el suelo son tuyos o los restos del naufragio de algún sueño que igual ni recuerdas. 

Tu casa de define pero fisgonear no me interesa, la verdad es que yo no vengo por eso, yo vengo por ti, porque te escucho muchos días mientras estás delante del ordenador; bueno, a veces también, mientras me lees, como ahora, puedo yo leerte el pensamiento. Bueno, ¿qué esperabas? Igualdad de condiciones, yo creo que es justo ¿no? 

Ahora que ya lo sabes igual crees que sé demasiado de ti, pero sé que te escucho porque me acuerdo cómo me siento cuando lo hago, sin embargo, soy incapaz de recordar qué piensas. Al día siguiente lo he olvidado, sólo me queda una sensación de querer volver a leerte por dentro, y ya sé que está mal decirlo, pero creo que me estoy volviendo adicto a esta clase de cosas que eres cuando piensas, no sabría cómo expresarlo, si al menos pudiera recordar una parte de lo que te escucho pensar... 

Igual ahora crees que soy un bicho raro. No, no lo piensas, aunque claro, tampoco lo recordaría; porque si lo pensaras no hubiera vuelto. Quiero decir que si lo paras a pensar tú también, de otra forma, también sabes lo que pienso.

Lo que no creo es que sepas que esto lo escribo por ti. Es extraño si te lo paras a pensar. Puedes leerme el pensamiento sin saber que ahora mismo estoy pensando en ti.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¿mortadela?...¡no me gusta!

...a veces no dejo de leerte para que no te regreses a tu lado del monitor...

Valeria dijo...

Me ha gustado, no es tu estilo habitual y por eso me ha gustado, no porque no me guste cómo escribes generalmente, sino porque está escrito con sencillez, es un texto muy ligero y divertido, se nota que es especial, yo diría que es como tu "periodo rosa", jajaja. Lindo.

Espera a la primavera, B... dijo...

A mí tampoco me gusta la mortadela, puagh!

En cuanto a lo no dejar de leerme... eso explicaría por qué me levanto siempre con sueño... porque estoy siempre en tu "otro lado".

Espera a la primavera, B... dijo...

Hasta Harry el Sucio tuvo su momento rosa y se hizo pasar por fotógrafo en Los Puentes de Madison, jeje. ;-P

(pero seguro que llevaba el magnum del 44 en el bolsillo de los carretes)

Genética Inexacta dijo...

Es lo que tiene esto de leerte, que al final me acostumbro a tu compañía y hasta cuando me siento en el sofá te dejo un hueco, pero lo de cambiarme las cosas de sitio está muy pero que muy mal...

Besos de algodón

Espera a la primavera, B... dijo...

Yo sólo te cambio las cosas de sitio para que te acuerdes de mí de vez en cuando. Y me leas.

Como yo echo de menos enredarme en tus versos.

Abrazos, nubes que siguen empeñadas en buscarte rumbo hacia el este.