miércoles, 19 de junio de 2024

Mar abierto

 


Me pregunto si alguna vez entras, si alguna vez has pensado en escribirme un whatsapp en el que dijeras te echo de menos, si alguna vez necesitaste saber de mí o verme, si pensaste alguna vez que yo merecía la pena a pesar de todo.

Me gustaría creer que otro universo paralelo diste el paso y me dijiste algo que nos dejase uno frente al otro llenos de palabras amables, de algo que nos reconciliase con la vida, que borrase el rencor que en este universo en el que estoy me devora y me asusta.

Llevo días, meses, años preguntándome quién soy, quién hubiese sido de no ser por creerme lo que nunca debí creer.

Dónde está la superficie para poder subir a respirar? Hacia dónde he de ir para dejar de ser un ahogado y tener la posibilidad de ser un náufrago? Hoy me miraba en un espejo que reflejaba otro reflejo mío y pensaba en cómo he envejecido, en qué me he convertido, en cómo van yendo las cosas y en cómo he desperdiciado el tiempo que se me fue dado.

Somos la copia inexacta de lo que deberíamos haber sido.

Antes buscaba una foto tuya. Ahora no busco nada.

He aceptado que desapareciste y me he conformado.

No quisiera tener que lidiar con esto, no quisiera tener que luchar contra lo que no quiero luchar.

Escribo peor que nunca.

Escribo como no me gustaba que fuese mi vida.



martes, 18 de junio de 2024

Salimos en cinco minutos




 De nuevo aquí. Cada cierto tiempo acabo en el borde del precipicio. Hay una proporción inversa entre lo que digo que hago y lo que acabo por hacer. 

El fin lleva al fin

Esa es la ley

Me gustaría poder cambiar las cosas, tener el coraje de hacer lo que me gustaría hacer. No quiero seguir haciendo esto que hago. La otra vez que dije esto mi vida se desmoronó como paso previo a esto en lo que estoy ahora.

Cambio, cambio, cambio.

Me da miedo el salto.

Me da miedo el vacío.

Me da miedo seguir hacia adelante.

Es como estar atrapado. 

Es como ser esclavo de mi inercia y de mi cansancio.

Me gustaría poder tener algo en lo que creer.




martes, 11 de junio de 2024

Vivir en el pasado

 


Esta noche soñé con ella. Hablábamos un día, dentro de unos cuantos años, es extraño el tiempo cuando sueñas. Creo que habían pasado más o menos veinte desde que ella interpusiera una era de glaciaciones entre nosotros. Al principio me importó, luego siguió importándome pero aprendí a disimular que no lo hacía. A veces pienso que aprendí a desaprender fuese lo que fuese que ella me enseñó. Fue corto. Duró una tarde de verano. Quise creer que también fue lo de antes y lo de después, pero sólo duró un instante, lo que tarda una estrella fugaz en arder al contacto con el aire. 

Me hubiese gustado no gustarle .Me hubiese parecido bien no haber tenido la oportunidad de estar solo con ella aquella tarde. Ahora sé que el universo había escuchado mi ruego y había decidido reírse de mí. Creo que no me importaría estar en ese lugar y haber deseado conocerla, pero lo hice. Eso también lo recuerdo. 

Empiezo a recordar el sueño poco a poco; es como un viento cálido que viene de improviso trayendo una última versión de algo que nunca sabré qué fue. Creo que le dije cosas y que ella me dijo otras. Veinte años son muchos para conservar algo de lo que fuimos hace tanto tiempo. Han pasado quince años desde entonces, así que faltan más o menos cinco para que el sueño se cumpla. 

Si es que los sueños se cumplen.

Daría lo que fuese por volver a soñar con ella otra vez. Creo que recuerdo dos veces en estos quince años. Recuerdo que pensé que ya no me importaba, que en el sueño las verdades casi nunca llegan ni a ser medias, son proyecciones de nuestra mente desesperada por no parecer desesperada, son deseos nunca confesados, son el certificado de locura que nos habilita como cuerdos vigiles.

Luego se complicó todo. No me enteré de nada hasta que fue tarde.

Nadie sabe nunca nada.

Ahora no debería importar, pero a pesar de seguir disimulando, sigue siendo importante para mí.

No sé mentir. 

No sé hacia dónde voy.





Ahora



Ahora sí.

Un enjambre de neutrones se precipitaban sobre la escalera atraídos por la masa invisible de sus huellas. Era capaz de verlos al mismo tiempo que sabía que no podía verlos, quizá porque estaba muerto y los muertos pueden ver y saber cosas que los vivos no podemos entender desde este lado y nos tenemos que conformar con crear pensamientos abstractos extraídos de un texto que ha escrito alguien con la intención de transmitir una idea de la que desea que seamos partícipes. Pero en ese instante yo estaba muerto, o quizá era Miquel quien lo estaba y yo estaba pudiendo ser él durante este poco tiempo que se me estaba concediendo. Ser él pudiera implicar no ser yo, pero por alguna razón podía mantener mi conciencia al tiempo que me apropiaba (o era al revés?) de la suya. "No tengas miedo" me dijo. "Te voy a enseñar algo, pero te recomiendo que no le digas a nadie como lo conociste, porque si lo haces acabarás perdiendo la poca credibilidad que ya tienes". He de decir que eso me dolió y me divirtió porque tenía razón, hacía tiempo que no gozaba de la necesaria reputación que se esperaba de alguien como yo. "He aquí el significado de la vida" Y me mostró de qué estaba hecho todo lo que podemos ver, oír, pensar, tocar, ser. 




jueves, 6 de junio de 2024

C

 Bueno, ya sabes.

 No está siendo un buen año. Podría haberlo sido, pero las cosas no son como deberían. No sé el porqué. Nunca tengo la sensación de estar donde debería estar. Me gustaría poder estar donde tú estás ahora, pero no sé llegar hasta él. 

No está siendo un buen año, pero los anteriores fueron peores. Echo de menos cosas que no se si está bien echar de menos. Por otro lado, sigo sin hilvanar nada que se le parezca a una historia. Quizá debería apuntarme a un taller o algo así.

A veces las cosas no son como uno desea, pero está bien así. Sé que C es feliz y me gusta que sea así, Cada vez que conozco algo de ella se me abre una oportunidad para imaginar qué podría haber sido. Pronto sabré algo fundamental de ella, me dijo que debíamos quedar. Sé que me va a doler porque ya me está doliendo desde el día en que me lo propuso. Podría haberme negado, incluso al princpio puse una excusa. Hoy tengo fiebre y he pasado un buen rato en la cama.

No puedo o no sé mantener un orden de las cosas. Tengo la sensación de que todo me sobrepasa. Como ahora. Estoy intentando escribir y sólo soy capaz de escribir una frase detrás de otra sin que pueda darle un sentido. No sé a quien estoy escribiendo y, sobre todo, no creo que vuelva a leer lo que estoy escribiendo. 

Daría lo que fuera por poder llevar a la vida real la novela que llevo tanto tiempo escribiendo por las noches. No sé si algún día podré. Probablemente ya es demasiado tarde.

Nunca es demasiado tarde y siempre lo es.

Te echo de menos, sea quien sea a quien le estoy escribiendo, aunque no lo sé del todo, lo intuyo

No me voy a echar de menos cuando me vaya al otro lado del entrelazamiento de lo que soy con lo que pude haber sido. Me hubiera gustado encontrarte, será en la próxima vida, quizá por esto no creo que me duela la vida, sino no haberla podido vivir contigo.

Sólo sé que voy a echar de menos echarte de menos.



martes, 4 de junio de 2024

Konsomol

 


Sé que no sabré hacerlo. No sabré llegar al otro lado sin que me arrepienta de lo que dejo atrás, de no haber sabido ser yo; de no haber escrito la novela que tenía dentro y que sigo sin saber por qué no soy capaz de que salga de dentro de mí. Me habré ido sin haber tenido un hijo, sin haber plantado un árbol y sin haber escrito eso que me hubiera acercado a ti sin que pudieras tú saberlo.

Anoche soñé contigo. Soñé que habías llegado a ser mi hija. Bueno, en realidad no fue del todo así. Soñé que leías mi libro y venías un día y yo, claro, sabía quien eras aunque tú no lo supieras. A veces me pregunto cómo eres y si existe una remota posibilidad de sepas que un día estuve a punto de ser quien te sostuviese en brazos una primera vez de muchas. Pero fue otro. Otro al que llamaste papá si es que pudiste hacerlo en la lengua de los hombres de más allá de la tundra, o en esta en la que ahora navegan tus pensamientos.

No me pregunto mucho. Es más, casi ni recuerdo el sueño. Los sueños son como velas que se apagan en la noche, como murmullos de voces de personas que pasan por la calle, el sonido de los coches que nunca sabremos a dónde se dirigen. Y aún así puedo asegurar que soñé contigo y juraría que sé que estás hecha de buena pasta. Necesito saber que estás hecha de un material sensible a los rayos cósmicos que borbotean en algún lugar del universo y que acaban haciendo pompas de jabón al contacto con los iones de nuestra atmósfera. Sé que tú también las ves.

Sé que lo que nos une es que podemos sentirlas como una fina lluvia casi invisible que nos atraviesa y deja rastros de luz en nuestros huesos. Somos la prueba viviente de que aún existe la magia porque si nos miras con detenimiento somos capaces de brillar casi imperceptiblemente entre tanta oscuridad.

Sé que un día nos encontraremos. No sé si sabré que eres tú. Probablemente no. 

Sólo sé tu nombre.

Me lo dijo tu madre un día cuando aún creía que podíamos ser amigos.

Es triste no poder creer que yo pueda ser amigo de alguien.

Todo tiene un porqué aunque no sepa entenderlo.