sábado, 14 de julio de 2012

Sábado de nubes y claros


Siempre quise escribir un inicio de novela como la primera página de "Lolita" de Nabokov, con demostrar la pasión que uno siente por quien ama, unas palabras que al atravesarme el cuerpo como un rayo transmitieran toda esa electricidad estática a quien tocara el libro con las manos, como ahora me pasa con María cuando le paso el brazo por el hombro, cuando me roza el aura de la punta de sus dedos, cuando la hago prisionera y le hago sentir eso que sólo ella conoce y que yo sólo puedo intuir en la calma después del calor que desprenden nuestros cuerpos cuando el fulgor cegador del deseo ya se ha vuelto a convertir en una luciérnaga que escapa por la ventana.

Siempre quise provocar algo que no sé si existe y en caso de existir, que alguien como yo pudiera desencadenarlo aunque sólo fuera por casualidad. Todos estos días en los que veo toda esa felicidad y esa forma de energía limpia que desprende, solar y eólica, radiante y en torbellino, hace que me pregunte si yo tendré algo que ver con ello o si yo soy, en realidad, la oscuridad que ella ilumina y las ramas del árbol que se mueven con su brisa. A veces me llama para contarme cosas que sé no importan, sólo lo hace para encender la luz de mi habitación en penumbra y ver si sigo ahí, quizá esté abriendo una ventana para que se airee mi casa...

Me pregunto cuánto tiempo tardará en darse cuenta de que soy un hombre empeñado en la tarea de reconstruirse por dentro, que el maduro divertido, el que quiere cambiar el mundo a través del agua es sólo parte del hombre nuevo que quiero ser.

Que deseo con todas mis fuerzas ser.

"Deberías escribir" me dice... "pero deberías hacer llegar tu invento a todo el mundo" y a veces creo que me quiere porque porque admira algún supuesto talento que yo no creo tener. Y me da miedo, porque soy un pequeño ídolo doméstico con pies de cera. Me pregunto cuánto tiempo tardaré en que todo se ponga en marcha y si ese es el tiempo que me ha concedido. Y entonces recuerdo los plazos que no pude cumplir y en las decepciones que generé y en que ser un hombre a veces se me hace demasiado difícil porque necesito creer que todo es posible y eso, eso sólo lo pueden hacer los niños.

Si hay algo a lo que me aferro, si esta vez soy capaz de cubrir esperanzas de que todo es distinto, es que esta vez no hay confusiones, el tiempo y la crisis ha puesto a cada uno en su sitio, a mí el primero, y ya no concedo razones a quienes razón no tienen, he desistido en comprender a los que no me entienden, ni hacer comprender a quienes no tienen ganas de escuchar. Imagino que, en parte, en eso consiste madurar: en no tener miedo a hacer las cosas por uno mismo, a evitar la aprobación de los demás como método para tomar decisiones.

Anoche me decían que espero demasiado de los demás.

Y es cierto. Pero sólo espero lo que estoy dispuesto a dar. Imagino que en el mundo de las expectativas rigen las mismas reglas de los mercados de futuro... cuando la esperanza es algo que sólo le implica a uno, quizá a dos si eres capaz de compartirlas, como se comparte una misma cama o el mismo frigorífico, el mismo sofá, las mismas vacaciones...

Pero lo cierto es que vuelvo a intentar escribir una inicio de novela como la de "Lolita" y sólo me queda la posibilidad de irlo intentando con los retazos de pasión que a veces siento, que me tensan el cuerpo hasta convertirlo en un peso que arrastrar más que en un vehículo.

Ha salido el sol tras las nubes y el calor empieza a adueñarse de la buhardilla en la que soy lo que nadie ve que soy. Me he dejado el teléfono en el piso de abajo y me pregunto si habrá llamado María y si este sol recién aparecido tendrá algo que ver con ello. En si este verano será el mejor verano de mi vida o el último de los veranos que querré olvidar cuando mire hacia atrás. Y no sé por qué tengo la sensación de que todo ya ha cambiado, que yo aún no lo sé pero que mi vida ha tomado otro rumbo que me llevará a lugares que aún no imagino y al pensar esto pienso en todo lo que he escrito en este blog, en todas las rabietas y en todas las veces que no comprendí qué me estaba pasando. Y aunque sigo sin comprenderlo diría que ahora ya no me importa, que en el fondo he dejado de pensar demasiado para seguir caminando en una única dirección, como si de pronto hubiera dejado de nadar contra la corriente porque me he dado cuenta de que a donde quiero llegar me lleva este río en el que se ha convertido mi vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me urgía leerte, ahora sé que solo será los sábados...o al menos eso siento.
Aunque quería leerte abstractamente pasional hoy...

Besos

Yo

Espera a la primavera, B... dijo...

Quizá sean más días... el océano es tan impredecible...