jueves, 19 de julio de 2012

Oigo la rueda del karma girar y veo pasar el tiempo, y me llama por teléfono y yo respondo


Me siento extrañamente bien, mi ánimo y mi percepción del destino ya no dependen de si las cosas van bien o mal. Vivo. Con esperanzas y no de esperanzas. No me aferro al pasado ni al presente, ya no los tengo clavados en el cuerpo como dos anzuelos que tiran en direcciones opuestas. Vivo sin desesperarme, echando de menos a María pero sabiendo que no he podido hacer nada porque las decisiones de los demás siempre nos dejan la duda de si pudimos influir en ellas, pero apenas podemos. Nadie nos impide querer a quien sí queremos y no querer a quien no queremos.

He vuelto a mis noches de estrellas en la terraza y a mi colajet, a mi Minute Maid de limón con hierbabuena y mis noches de casi insomnio, al trabajo diario y a los subterfugios que aparecen durante el día para que lo alargue en el tiempo.

Me voy conformando con pequeñas cosas antes de que el mundo me arrastre como un tsunami hacia la vorágine que se me avecina. Me pregunto si esto es el principio y si existe algo más allá.

Ayer medité de forma natural. Me senté en el suelo y me quedé en paz conmigo mismo, sin pensar y sin hacer nada, el cerebro se me aquietó y no sé cómo explicarlo, me convertí en el verdadero hombre que soy, no el que me empeño en construir ni el que tiene que respetar lo que los demás esperan de él. Fui yo durante unos instantes y me gustó ser yo. A lo máximo a lo que me había acercado es alguna vez que había escrito algo en este blog.

La mente es algo difícil de controlar. Lo habitual es que se destruya y se reconstruya totalmente en milisegundos, como si estuviera forrado de un papel de plata con pequeños microcortes para que respirara desde dentro el verdadero toni.

Hasta mi nombre me suena raro.

Me siento como si no tuviera nombre.

María me llama todos los días. Ha vuelto con su ex y me dice que me echa de menos. Me duele porque en parte es verdad y en parte es mentira, no puede estar echándome de menos todo el día hasta la llamada del día siguiente. Yo sí pienso en ella casi todo el día pero no soy ni fuerte ni débil. Ni digo cosas para que no haya marcha atrás ni me rompo en mil pedazos. Dejo que las cosas sigan su curso.

Iba a poner una canción que por la radio me gusta mucho pero el vídeo es muy sucio... http://youtu.be/kUvUX8RkIfA

PEro no lo voy a poner. Me gusta éste de Lana del Rey... porque es lento y porque me lleva a ese lugar donde las cosas están claras... donde a ella se le ve de muy lejos que no va a ser nada bueno en tu vida. Al final, preferimos a los malos porque no podemos esperar nada bueno de ellos y sabemos que estamos perdidos mientras estemos ahí.

El problema es la buena gente que no sabe lo que quiere. Esos son los que verdaderamente acaban haciéndote añicos el alma.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y sigues despierto, -creo-, cuando ya me metí a la cama para que acabe el día...

Aquí...

Del otro lado del mar, donde aún es miércoles...

Besos

Espera a la primavera, B... dijo...

El otro lado del mar es algo más que un lugar, es donde se muere mi día, donde se pone mi sol entre tus sábanas.

Anónimo dijo...

¿entonces por qué amanezco con tanto frío?...-manos, pies y nariz-, duermo con tantas cobijas como si fuera invierno...
Besos desde mis helados dedos...

Espera a la primavera, B... dijo...

Tus dedos helados al calor de mi sol azul llama de gas... yo no creo que tengas los dedos fríos.

Que no.

Anónimo dijo...

Pues...ahora no...creo que hoy si te colaste como sol entre mis sabanas, que amanecí tibia...

Que si.

Besos y abrazos de lluvia tibia