domingo, 17 de junio de 2012

La sospecha


Me dice que el tiempo ha pasado, pero que a veces se vuelve loca y busca mi nombre en google, si por casualidad he abierto mi facebook y puede ver qué ha sido de mí, que la foto que sale en imagenes no me favorece, me dice que está bien, que las cosas acabaron por ser distintas a como imaginaba, pero que tampoco se imaginaba mucho. Me dice que ya no me echa de menos, que sólo algún día siente curiosidad.

Le digo que el tiempo ha pasado, que a veces me vuelvo loco y busco su nombre en google, que busco en el facebook de sus amigas por si han colgado una foto en la que sale ella, que no sale ninguna imagen cuando la busco, que sé que ya no me echa de menos, y que en realidad es algo que sí me importa, y que espero que algún día mi proyecto sea lo suficientemente importante como para que me encuentre sin buscarme.

Me dice que es feliz, que las cosas y las personas que la rodean le hacen feliz, que no necesita nada más, que es mejor encontrarse gran parte del camino hecho y que yo no hacía otra cosa que construir futuro, que se vive una sola vez, que es mejor comprarse una casa que hacerla, que es mejor estar con alguien que ha renunciado a tener sueños o que nunca los tuvo, que estar a mi lado la agotaba y la desesperaba, que necesitaba un lugar donde sentirse a salvo.

Le digo que soy feliz, que las cosas y las personas que quedan son pocas, que he creado algo con el que probablemente conoceré más y más personas que sueñan con cambiar el mundo, que de tanto construir futuros, al final, he acabado por conseguir algunos de ellos, que me duele haberlos tenido que perseguir yo solo, que sigo sin comprender qué le llevó a borrarlo todo y con ello a mí, pero que entiendo que estar a mi lado agote, no le digo que, en cambio, estar a su lado, era estar convencido de que era un inútil que no hacía nada bien.

Me dice que podríamos quedar un día.

Le digo que no quiero verla.

Me dice que debería haberlo ya superado.

Le digo que ella sólo quiere que los demás hagan lo que a ella le convendría que hicieran. Y que la gente piensa y siente por sí misma, que la gente es como es y no como ella quieran que sean.

Me dice que así nunca voy a llegar a ninguna parte.

Le digo que para no llegar a ninguna parte ya he llegado a alguna parte, que asuma que cuando la gente hace lo que quiere en lugar de lo que a ella le conviene, llega a donde quiere llegar. Si puede. O le dejan.

Se queja de la crisis. Se queja de que las cosas cambiaron mucho.

Le digo que me dejó tirado cuando peor lo estaba pasando, mientras ella no tenía ningún problema, que las cosas cambian, y cuando ves que alguien lo está pasando mal no es sólo por su estupidez, a veces las cosas son inevitables.

Me dice que soy cruel al recordárselo.

Le pregunto que cómo de cruel le parecería si la persona con la que está ahora le hiciera a ella lo que ella me hizo a mí.

No dice nada.

Le digo que lo siento, que es una mala idea hablar entre nosotros.

Me dice que sí, que somos demasiado diferentes.

Le digo que cuando estábamos juntos decía que yo era la persona con la que más había conectado en su vida.

Dice que eso lo dijo entonces, pero se equivocaba.

Le digo, que cuándo se dio cuenta de que todo lo que sentía, si lo pasaba por el filtro de la mente, era falso.

Me dice que siempre estoy cambiando las cosas. Que ahora es feliz y punto, que sólo quería hacer las paces  conmigo.

Le digo que yo nunca estuve en guerra.

Me dice que sí lo estuve.

Le digo que si hubiera estado en guerra lo habría sabido. Y yo me fui y no supo nunca nada más de mí.

Me dice que soy un imbécil

Y yo le digo que la odio, que es a la única persona en el mundo a quien odio, que antes de conocerla no sabía que era eso. Ahora ya ha pasado todo, que de una forma que no entiendo llegar a comprender que podía sentir eso me hizo recapacitar acerca de lo que estaba dispuesto a apostar y en qué.

Me dice que nunca nos hubiéramos entendido porque ella no odia a nadie, ni cree que nunca podrá hacerlo, que eso es lo fundamental que nos hace diferente.

Le digo que el odio no lo decide uno, que el odio llega como un puñetazo, que el odio no es una elección y que deseo que nunca lo sienta.

Me dice que ha sido una mala ida hablar conmigo

Le digo que la mala idea fue habernos conocido.



2 comentarios:

Valeria dijo...

Creo que solemos decír cosas así de hirientes, cuando no hemos superado esa historia, cuando aun nos duele. Pienso que nos ponemos esas armaduras por miedo a que nos hieran más, por puro instinto de supervivencia...con el tiempo el dolor pasará y podrán recordar lo bueno de sus historia con cariño y sentir lo malo como aprendizaje y nada más.

Cristina Polidura Varela dijo...

me has vuelto a emocionar, gracias porque he tenido un día un poco complicado.

un besin Toni=)