miércoles, 13 de junio de 2012

Cuento de hadas en Nueva York



Creo que si pudiera volver hacia atrás haría las mismas cosas con las mismas ganas, quizá hubiera luchado un poco más para quedarme contigo, no sé. Quizá hubiera llamado una vez más al timbre sabiendo que estabas en casa, hubiera insistido más en verte, me hubiera presentado en tu trabajo con una excusa de cien kilómetros, me hubiera hecho ciego, sordo, mudo, más paciente...

... pero me fui con todo lo que ello suponía, me fui porque me tiraste a la basura con las cosas viejas, me fui porque no se puede hacer querer a quien quiere ya a otro.

Anoche estuve dando vueltas a los últimos años de mi vida. De veras que intenté dejar en buen lugar cosas y personas que pasaron por mi tiempo, traté de comprender hasta meterme en su médula lo que se repite hasta la saciedad. De veras que lo intenté, creo que entendí muchas razones, pero al final, me di cuenta de que todos hemos de tomar una decisión y esperar que otro la acepte, que para seguir tenemos que echar de una forma poco elegante a algunas personas que fueron importantes. Y que a veces las cosas son como son y que no tienen remedio.

Supongo que me atraigo a los buscadores de oro por mi forma de entender las cosas, por algo que indica que si se quedan a mi lado el tiempo suficiente las cosas irán a mejor. Resulta curioso que todo haya llegado después del enésimo descarte y que haya tenido que estar solo para lograrlo. No sabría decir si tuve que llegar a esos extremos, a ir en contra de la dirección que todos me indicaban, y si será así siempre: que sólo yo crea en mis propias fuerzas.

Antes sólo ganaba tiempo. Ahora estoy ganando algo más a largo plazo, quizá esté comprando algo que no exista. Llevo días obsesionado con dejarlo todo atado por si me pasara algo. La máquina tiene que llegar a todas partes, rápida y sencillamente. Daría lo que fuera para ver dónde habrá llegado todo esto dentro de diez años, cuánta gente y quienes verán modificadas sus vidas por lo que tengo entre manos. Antes me preguntaba qué sería de mí, ahora me pregunto qué será de los demás. No sé si asustarme o tomarlo como una nueva de ser o de estar en el mundo.

Este blog empezó como el inicio de una novela negra, cuando quería ser escritor y andaba perdido. Reconozco que he pasado la mayor parte de mi vida completamente perdido. A veces uno encuentra su camino tarde, más allá de los cuarenta. Supongo que en algunos aspectos sigo tan perdido como antes pero eso ya casi no me importa. Ya no me importa hacerlo todo solo porque eso me permite una libertad que no hubiera tenido si hubiera tenido a alguien a mi lado. Sí hecho de menos haber tenido hijos, aunque la situación por la que pasé estos últimos años me hubiera roto el corazón verlos en la miseria como yo he estado, supongo que hubiera sacrificado mis tozudeces o hubiera arriesgado menos, no sé. Ahora eso ya no importa.

Ahora que llego ante la puerta de lo que quería, de lo que he estado buscando durante mucho tiempo, no estoy seguro de que cruzarla cambie demasiado mi forma de ser. Mi trabajo no cambia demasiado, y a pesar de vivir en otra ciudad, mis rutinas apenas han cambiado. Me siento bien dentro de esa segunda piel que es la soledad, un poco hecha a medida con retales de recuerdos de las personas que conocí y en quien confié, tampoco estoy tan solo, quiero decir que trabajo con los creadores de la tecnología y me siento bien porque son extraordinariamente amables y valoran mis conocimientos. Trabajo con música clásica y se me pasan las horas en un buen ambiente, escuchan lo que digo y noto que tienen reparos a preguntarme por mi vida personal, lo que agradezco.

El bicho se ha quedado un poco adormilado en un sitio, supongo que las carencias hacían que estuviera más nervioso de lo habitual. Vivir de la caridad de los demás sólo te deja dos caminos: el de la resignación o el de la lucha... y cuando no tienes contra que pelear te pegas con casi todo. Sin el bicho no sé escribir, el bicho vence el miedo con una dosis de inconsciencia de lo que hace, muerde y desgarra todo aquello que encuentra a su paso, inventa palabras y sensaciones que no tienen traducción ni en el mismo lenguaje del infierno. Supongo que cuando se llega a cierta edad te das cuenta de lo cierto que es eso del ardor de la sangre y de que la juventud se acaba acabando. Imagino que es esto; que la juventud se ha ido más tarde de lo que debería haberse ido, como si hasta el último aliento hubiera querido saldar cuentas pendientes, haber vivido un gran amor o tener un ideal perfecto que acabas consiguiendo y así poder entrar en la edad adulta como alguien que fue feliz y no arrastra trabas. Pero supongo que no es así, y que no pertenezco a ese grupo de personas que pueden considerarse a sí mismas como completas.

Quizá por eso sigo escribiendo, a pesar de que casi no tengo tiempo para hacerlo. Desde la ventana delante de la mesa donde trabajo, se ven las montañas y bosques, algunos grupos de casas, el río, un edificio cubierto de placas solares, en la cafetería hay un montón de gente joven y tienen una terraza y un pequeño circuito de running y algo así como un parque de juegos. Me gusta trabajar aquí y no sé si todo esto hace que dentro de mí las preguntas no respondidas quieran salir a flote a través de las novelas que hibernan. Sé que estarán ahí, incubándose de alguna forma silenciosa, y que tal vez algún día desarrolle otra vez esa enfermedad de contar historias. Ahora se me hace bastante improbable. Pero por otra parte me lo propuse no hace mucho y yo... soy de retarme para vencerme a mí a los que me dicen que no podré.

En fin. Cómo me enrollo. El caso es que cuando el bicho duerme hay otro toni al que también le gusta escribir y supongo, que entre los dos, algún día volveré a tomarme la vida más en clave de palabras. Porque cuando la balanza se decanta más hacia el lado de la ciencia más necesito compensarlo con palabras, como si el amor, en caso de existir, sólo pudiera medirse en palabras.



So this is Cristmas, i love you baby...

2 comentarios:

elena dijo...

El amor existe Toni..tus logros tambien...y tus palabras...cada vez son mas dulces!
Elena

Espera a la primavera, B... dijo...

El amor existe, Elena... siempre queremos encontrar un atajo, pero nunca se llega a él por ahí. No sé, quizá el amor sólo sea una sublimación de la ternura.

Besos