martes, 8 de mayo de 2012

Un lugar en el otro lado del mundo


Un día te das cuenta de que los espíritus ancestrales tienen sus propios planes, que todas las coincidencias del mundo son sólo una y que ésta forma parte de un algo predeterminado, como si todas las vidas estuvieran conectadas, de verdad, a través de una red.

Un día, al hablar con alguien que vive a miles de kilómetros, sabes que el destino es algo estrecho, oscuro, y al mismo tiempo libre.

No sabía el porqué de toda esta obsesión de estos años. Entonces, alguien concentra muchas cosas de las que me han sucedido en estos años en una sola palabra y en un sólo lugar... a quince mil kilómetros de mi casa. Y el nombre de una pequeña ciudad concentra hasta tres coincidencias directas.

Un escalofrío recorre mi cuerpo. Le digo que lo repita. Me dice "mis abuelos son de allí, mi padre creció allí, trabajó allí".

La otra punta del mundo, Julio Verne, eones de eones de tiempo y nieve, la punta más oriental y el nacimiento de una niña hace treinta años y el nacimiento de otra niña hace apenas dos. Todo queda ahí, como piezas de un mismo puzzle que me da miedo juntar porque daría como resultado una fotografía rota por la mitad.

Durante la noche no puedo dormir dándole vueltas a ese asunto. Los espíritus ancestrales vienen a visitarme a mi cama en silencio. Les pido que me ayuden pero siguen sin decir nada. La luna y las nubes me piden noches de bosque, que le consulte al lobo y a la espesura. "Allí quizá encuentres una respuesta". Les hago la pregunta que me atormenta con la esperanza de que esta vez me hablen. "¿Mi vida estará incompleta por no haber cerrado el destino?"

El espíritu del agua de la tierra me dice que los destinos son múltiples, que no existe un único destino, que todo se mueve por ciclos y que puede que nunca cierre ese destino... "pero cerrarás otros" me dice.

Entonces le pregunto si no estaré equivocando el mío, el de ahora. Y entonces sonríe. Y me dice... "no equivocas el destino, ya sabes qué es lo que hace que no haya llegado".

Paso toda la noche en vela, hablando con el espíritu del agua de la tierra. A las seis de la mañana, cuando el espíritu del sol amanece, le da un palmada en la espalda y le dice "ya es hora". Se despide de mí como un buen amigo y le pregunto si volveremos a hablar. "Siempre que quieras. Siempre he estado a tu lado"

Dentro de unas horas iré a un río a probar la máquina que juntó, al menos dos corazonadas, algo que estaba  destinado, como estaba destinado a conocer a varias personas. Tenía que hacer ese viaje para conocerme, para saber qué está fuera y qué está dentro de mí.

Sigo sin saber qué hacer con todo esto.

También sé que pude haber hecho poco para cambiar lo que sucedió. No sé, quizá sí. Ahora el pasado no se puede cambiar.

Pero ahora creo que ya sé qué tengo qué hacer.

Todo esto me resulta muy extraño. Yo nunca había creído en el poder de los espíritus ancestrales... pero ahora... ahora me rindo a la evidencia.

Sé que puedo parecer un paranoico y puede que sea cierto... pero si os hubiera pasado lo que me pasó ayer no podríais cerrar los ojos...

... lo bueno de todo esto es que había recorrido esas calles con el Google Streetview hace unos meses... antes de que las coincidencias cristalizaran... demasiadas cosas... para un alma tan pequeña.

2 comentarios:

Kaoki dijo...

Jabarovsk... nació alli la personita que confiabas estaría en tu futuro, verdad?

Me gustaría no poder cerrar los ojos.

Muxu bat.

Espera a la primavera, B... dijo...

Sí, resulta que, sin saberlo, he conocido al menos a dos personas que han nacido allí. Y a una de ellas la conocí (también sin saberlo) queriendo ayudar a otra persona para cuando estuviera en ese país (el más grande del mundo) conociera a alguien si se encontraba en dificultades.

Creo que si intentas hacer algo bueno, el mundo te recompensa de una forma que no puedes entender. A veces sí puedes, como yo ahora, pero casi por casualidad.

Se abren y cierran destinos constantemente...