domingo, 22 de abril de 2012

Agua, sol.


Somos agua, tu piel y la mía son agua, tu boca y la mía el océano, todo este deseo de mis manos es sed de ti y de tu cuerpo. Somos agua, nuestras palabras son gotas minúsculas de vapor que se deshacen en remolinos de aire, a mis oídos llega el chapoteo de tu lengua al golpearse en las paredes cuando emerge el torrente de tu voz desde el invisible averno en donde vive la ondina que te habita, esa que nadie ha visto y sólo se intuye que existe por el eco de una piedra que accidentalemente hace caer dentro de esta cueva en la que me pierdo, en la que me calo hasta los huesos de ti. No me importaría vivir como un troglodita cubierto de musgo y silencio, como un asceta que se alimenta de casi nada si me dices que tú también te sientes líquida y terrestre y decides, en un último intento de llegar a buen puerto, navegar en forma de puñado de nubes, desde donde estés, para llover sobre mí esta misma tarde.

Yo sólo puedo prometerte danzar desnudo a la luz de la luna para que cuando te vayas sepas regresar.

2 comentarios:

Balagar dijo...

Muy chulo todo; pero la frase "para llover sobre mi esta misma tarde" me ha parecido redonda. Bonito. Romántico. Muy expresivo. Gracias.

Espera a la primavera, B... dijo...

Gracias Balagar.