martes, 21 de febrero de 2012

Dame tu fuego



He caminado toda la noche por tu espalda, haciendo senderos entre lunares de fuego, queriendo saber si pertenece a mi destino lo que una gitana me dijo: "Nunca olvides que la luna es de piedra y los cuerpos son de plata". He caminado toda la noche a tientas, haciéndome un mapa que sólo pueda ver con la luz apagada, con los ojos abiertos, bajo un cielo de nubes de sábanas.

Te he recorrido como con las palmas de mi mano, sublevando tu piel, erizando la superficie de tu alma hasta atravesar la mía, sabía que estabas hecha de espinas, que dueles con sólo mirarte, como si segregaras un ácido invisible que me seca todo. Aún así no puedo dejar de pensar en escanear tu boca con mi lengua, ahora conozco la atracción que siente el pirómano por el fuego, en cualquier momento arderé bajo la piel hasta calcinarme los huesos.

Me inquieta que ocurra todo esto sin que hayas pronunciado ni una sola palabra, que el sólo hecho de ser y estar sea tu crímen y mi condena, sé que no sobreviviré a ello, sabes que no viviré para contarlo y aún así te cojo por la muñeca y te pido que me des una explicación coherente. Abres tus ojos enormes, me miras con condescendencia y sonríes como Gilda a Glenn Ford mientras de tu boca salen dragones, adormilados y perdidos, llevándose con ellos el testigo mudo de tu resaca, me dices que me pongo muy varonil cuando me enfado. No estoy enfadado. Me dices que yo siempre parezco enfadado y te revuelves en la cama.

"Tengo ganas de que me abraces" me dices, ya sabes que soy de esa clase de hombres que no hacen lo que les dicen que hagan, más o menos como tú, tú eres aún peor: tú siempre haces lo contrario de lo que desean los demás. Yo quería que conmigo fuera distinto, no quería acabar como todos los demás. Una sola cosa te pedí: que no me hicieras lo mismo que a los otros. Quería sentirme especial aunque lo único que me distinguiera fuera la forma en que todo acabara.

Me acerco lo suficiente como para que seas tú quien me abrace, mi cuerpo se abrasa mientras tú te desperezas como un gato, mientras me miras como si fueras a devorarme por dentro, te miro como si fuéramos a pelearnos hasta que uno de los dos muera. Sigo siendo más fuerte que tú, sigo pudiendo aplastar tus brazos contra el colchón. Esta vez no va a quedar ninguno de los dos en pie, esta vez te voy a follar hasta que ninguno de los dos merezca volver a respirar.

2 comentarios:

Las Espirales de Brígida dijo...

me encanta esta entrada...

Balagar dijo...

Muy potente. Cargado de pasión. Me ha emocionado.