lunes, 20 de febrero de 2012

Burbujas de tiempo que encierran palabras


Hace días que quiero escribirte una carta, como aquellas que escribía para ti y tú nunca supiste que existían, como todo lo que está escrito en este blog desde que te conocí(confiésame que sabes que lo escribí pensando en ti). Hace días que me gustaría encontrar las palabras que volvieran a abrir tu corazón, me he ido haciendo mayor sin darme cuenta, todo este tiempo, todo este tiempo desperdiciado, me pesa tanto...

Sé que el destino nos tiende caminos separados pero ahora que el tiempo ha pasado, no te lo creíste cuando te lo dije, espero que sepas que te quise tanto... Tú irás por el camino que siempre tuviste trazado y podrás hacer que otro ocupe mi sitio porque no es difícil encontrar a alguien mejor que yo. Y yo me iré muriendo lentamente, en mañanas como ésta, en las que sé quién soy durante demasiado tiempo.

El cielo girará sobre sí mismo y me olvidarás un poco más en cada ciclo, mi rincón se irá haciendo más pequeño en el desván de tus sueños y perderemos la consciencia de lo que fuimos. Yo mendigaré palabras en las calles del silencio cada vez que tu nombre me asalte de forma inesperada en la cola de un cine o en una lista de teléfonos antigua, entiende que las cosas sean así: una fábrica de olvido a punto de cerrar por impagos.

A veces volvería al preciso instante en el que me borraste de tus tareas diarias y otras no me iría cuando pensé que no tenía otra salida que irme. Odio todo lo que tiene que ver con lo que me recuerda a ti, hasta caminar por las calles que recorrimos juntos durante tan poco tiempo.

Quizá la noche traiga el recuerdo de los hijos que no llegamos a educar, tal vez el día nos traiga certezas mayores, quién sabe. Hubiera sido un mal padre, los hubiera consentido, ya sabes, siempre fui un blando con los niños. Siempre pensé que saben que el cariño no está reñido con las normas, quizá fue eso, a ti te sobraban normas y a mí faltó poder demostrarte hasta qué punto podías contar conmigo.

Pero deja que esta mañana, este viento, nos enfríe la cara. Nunca estuvimos más lejos el uno del otro que ahora, ni todo el tiempo que pasó entre la primera vez que nos gustamos y el tiempo en que fuimos amigos. Quizá el universo se vuelva loco y dentro de unos años nos encontremos en otras circunstancias y podamos hablar de nuevo.

Esta luz que entra por la cristalera de la terraza me está envenenando de ti, de aquellas veces en que supuse que comprendías que sólo necesitaba una señal para creerte cuando tú tampoco decías que me querías.

Sigo intentando escribirte una carta bonita... como todas aquellas que nunca leíste... como aquellos posts inspirados en ti, en esa ella que eras tú sin tú saberlo, aunque sé que siempre lo sospechaste.

Sigo intentando encontrar las palabras.

Lo juro.

Empiezo a pensar que te las llevaste contigo.

2 comentarios:

Cristina Polidura Varela dijo...

Ojalá alguien escribiera esas cosas que dices y englobas siempre en ese "ella".

Precioso.

Espera a la primavera, B... dijo...

Ojalá ese "ella" se diera por enterada y hubiera hecho algo al respecto.

Gracias por mirarme siempre con buenos ojos.