sábado, 12 de abril de 2008

Cualquier tiempo pasado


Pues sí, en mi pueblo había un tío que era mu buen chavá, era mu culto, leía libros. Hacía de albañil...
Le daban ataques. A veces lo cogían para hacer obras pero lo que se tardaba un día él lo hacía en una semana porque no estaba mu bien el chavá. Se casó con una mora. Los padres de él decían que la mora estaba con él por el dinero. ¿Qué dinero? Si el chavá tenía una paga de quinientos o seiscientos euros. No era por el dinero. Cuando lo llevaron al hospitá y al psiquiátrico ella lo iba a ver y lo peinaba y le daba de comé. Era mu guapa, la mora. Se llamaba Farida, bueno, y se seguirá llamando. Mi mujé se llamaba kushba o argo así, también era mora. Mu guapa. Me duró poco. Se murió. Nos casamos por el rito musulmán. Es como el de los gitanos má o menos, dó o tré días de fiesta, la familía. Una cosa grande. El padre no me quería porque yo era españó pero al finá me dijo que sí me casaba. Eso fue en Melilla. Yo estaba en la legión. La mejor tropa del mundo en el cuerpo a cuerpo. Pué, como iba diciendo, la mora estaba con el chavá ese. Un día los padres de él le dieron de comer cerdo a la muchacha sin que ella lo supiera. Eso estuvo mu má, los padres de él no se portaron bien. Se armó una gorda y ahí creo yo que se acabó tó. Ahora el chavá está solo y bebe alcohó y no es bueno pa eso de los ataques. Ella lo va a visitar a vece, ahí al pueblo, pero no vive allí, no sé dónde vive. Es mejor que un hombre no esté solo, ¿no cree? Yo vivo solo, pero es diferente, mis padres viven en un cortijo por ahí cerca. Yo hago trabajillos, los que me salen, ahora voy a una discoteca pa ahí, pa la costa, y siempre hay alguna que me dice algo pero es mejor no estar solo. Muchas veces pienso que si mi kushba viviera sería mejó persona. Le salió un burto aquí y fuimos a urgencias. Los mejores médicos, pero me dijeron que se le había extendido por tol cuerpo. Quince días me duró (o cinco meses, no me acuerdo). Era mu guapa, se me perdiero casi toas las fotos cuando ardió mi piso en Melilla. Me quedan unas que tenía en casa de mis padres y que yo no sabía que estaban ahí. Era mu guapa. Ahora tendría trenta y un años.

(Tenía que hacerle un pequeño homenaje al legionario que vendía lotería y que me entretuvo con sus andanzas, dos horas y media mientras esperaba a un cazador de tigres que nunca había cazado ninguno)

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