lunes, 26 de agosto de 2024

Sin lugar a dudas

 


Entonces un día me releo y pienso que no está tan mal todo lo que he escrito. En el fondo, si no fuese todo tan orientado a la imposibilidad de llegar a hacer lo que me hubiese gustado hacer y ser lo que me hubiese gustado ser, tal vez tendría algún valor literario. No me gusta pensar que que todo lo que he escrito es es autobiográfico, aunque probablemente casi todo lo sea.

Me gustaría que C pudiera leer lo que he escrito, aunque no lo que he escrito acerca de lo que siento por ella. No sé si la volveré a ver. Conjuro al universo para que así sea, pero no estoy seguro de que esta vez ella acceda o de que podamos vernos uno de esos días en los que nos da por coincidir.

Estoy leyendo una de las últimas novelas de Paul Auster. Me gusta cómo escribe, pero no sé si en el fondo era tan buen escritor como siento que lo es cuando lo leo. Me gusta cómo describe los procesos mentales del personaje y cómo mezcla lo banal con lo profundo, las conexiones entre puntos distantes en el tiempo, entre el presente y los afectos, en lo que significa la muerte y lo insignificante que es, en realidad, estar vivo. Creo que escribió esta novela sabiendo que tenía cáncer y que tarde o temprano acabaría muriendo de ello. Me pregunto qué pensaría y si al pensar en la muerte se diría a sí mismo que hablaría de ello veladamente en su siguiente novela. 

Cuando lees mucho a un mismo autor acabas creyendo que eres capaz de entenderlo, de intuir en qué está pensando y acabas por tener cierta conexión espiritual con él, pero no es cierto. Es el gran truco de ilusionismo, hacer creer a quien te lee que está escuchando lo que piensas cuando lo que estás haciendo es contarle una historia al oído, una historia que necesitas que el otro crea que se la estás contando sólo a él.

Leyendo a Auster se me está yendo la sensación de que yo podría escribir con algo parecido a algo que pudiera decirse que tiene calidad. Llevo escribiendo, no sé, treinta años y un millón de páginas, pero no creo que pueda escribir algo con sentido. Releo a Auster y mi mundo se vuelve extraordinario y me gustaría vivir en esa sensación todo el tiempo. ¿Qué podría contarte que pudiera emocionarte tan sólo un poquito? Sé que podria ser capaz si me lo propusiera, pero entonces pienso en todo lo que tengo por delante y a todo lo que me he arriesgado y llego a la conclusión de que no sé muy bien qué es lo que quiero a mi edad. 

A las puertas de un mundo que será muy distinto a éste, tengo la sensación de que mi tiempo se termina y al mismo tiempo empieza otro mundo en el que no me voy a sentir seguro.

A veces pienso que soy de los que no se adaptarán y otras creo que sí, que en algún lugar de mi manera de ser habrá otro yo que tomará las riendas de todo y sabrá llevar todo eso a buen puerto. No sé si es bueno dudar, pero es lo que suelo hacer casi siempre. Me gustaría ver un pun agujero en qué se habría convertido mi vida si hubiese podido estar más seguro a la hora de hacer las cosas. No me quejo de lo que hago, pero de algún modo tengo la sensación de que emprendo demasiados caminos al mismo tiempo y ya no me dan las fuerzas.

Sigo aquí. No tengo noticias de C.

He conocido a alguien, pero no puedo olvidar a C.

Siempre con las dudas. Con el miedo y las dudas.

Me pregunto por qué sóy como soy y si algún día servirá de algo todo esto.





miércoles, 7 de agosto de 2024

El día en el que nada cambió




Si pudiera volver a un instante de mi vida, volvería al momento en el que te conocí, volvería a darte un beso en la mejilla y hubiese mantenido un sólo segundo más tu mirada. Siempre he pensado que todo hubiese cambiado si hubieses sabido que en mí había una feroz determinación de saber quién eras, no quién pretendías que los demás creyeran que eres, sino de eso que uno tarda una vida en saber de sí mismo, en eso que navega en un mar de contradicciones y que, quizá, sólo vemos claro justo en el momento en el que dejamos la vida y lo comprendemos todo. Por qué vinimos y a qué vinimos.

Y llo hacemos porque ya nada importa.

Las cosas que importan son a las que no le damos importancia, las cosas que importan son las que me llevan a escribir esto un miércoles por la mañana, un día caluroso de verano, cuando debería estar trabajando o de vacaciones y no estoy haciendo ni una cosa ni otra.

Y echarte de menos sin que te pueda echar de menos, sabiendo que existe un universo en el que sí mantuve ese segundo en las aguas profundas de tu cristalino, mantuve la respiración y supe volver a la superficie, pero ya nunca a ser el de antes de hacerlo.

Tú tampoco.

Así se escriben las historias, así nacen los para siempre y se tejen las eternidades. Es por eso que valoro tanto el tiempo, porque el tiempo no es lo que creemos que es, es lo que hacemos con lo que nos concede. Y a mí me concedió a ti.





Si hubiese podido...

 Sabía que me rompería.



domingo, 4 de agosto de 2024

La vie est belle

 



C

C

 Hoy he preguntado por C. No sé nada de ella desde hace mucho tiempo. Me gustaría creer que algún día volveré a verla y todo volverá al punto de partida, pero intuyo que eso no va a poder ser así. Hay un punto de pesimismo en lo que digo y hago que la aleja de mí.

No sé dónde está esa otra parte de mi que hacía que las cosas sucediesen.