martes, 2 de enero de 2018

Lo que nos hace universales


Supongo que dejar pasar el tiempo era eso: la turbia mota de polvo en un aire limpio de primera hora de la mañana, algo molesto que no sabes ni tan siquiera que existe hasta que lo echas de menos. Y yo echo de menos el tiempo que no va a volver.

Y eso es así, porque tú estabas en él.

Estabas en él como quien pertenece a la biografía de otra persona más importante.

Un secundario de lujo en un lugar en la que la historia lo coloca sin preguntar si fue verdad todo lo que ocurrió.

Si pudiera, retrocedería veinte años y le preguntaría al muchacho que era si estaba dispuesto a enfrentarse a todo lo que me he enfrentado.

Y si he de serte sincero, creo que sólo dudaría en el momento en el que, aún sin conocerte, debería dejarte marchar.

Y aunque ya no hay remedio; aunque no sepa nada de ti desde hace más o menos tres eternidades, sé que a veces, en algún momento de algún día, en algún hueco, me cuelo yo y tienes que sacarme de tu cabeza. No porque no hayas pasado página, sino porque esa turbia mota de polvo en un aire limpio a primera hora de la mañana soy yo.

En todo lo demás haría lo mismo.

Vivir hasta quedar exhausto la pasión de apasionarme, ser Julio Verne, ser un loco sin enloquecer del todo.

Echándote de menos como estado sentimental permanente

2 comentarios:

Jo dijo...

Decía José Emilio Pacheco

Yosoytú. No nos separes de mí.
. … la madurez no se alcanza por fecha de nacimiento ni consta en los archivos oficiales, nos graduamos de adultos nada más cuando alguien nos deja…

Espera a la primavera, B... dijo...

La madurez es un terreno extraño. Un lugar donde los lugares no coinciden nunca con los mapas que aseguran describirlo.

Gracias por entrar de nuevo.