viernes, 2 de octubre de 2009

Viaje relámpago


Ayer hice lo que pocas veces hago: dejarme llevar por una intuición que sé que tiene muchos más números de ser errónea que de ser cierta. El caso es que me llamó Jesús por teléfono. Hablamos de psicosocionomía y del curso de George Escribano en Zaragoza. Casi al final me dijo: "Esta tarde voy a una conferencia que Álex da en Zaragoza. Vienes y hablamos". No tenía entrada y eso era un problema porque la asistencia requería de rigurosa invitación. Jesús llamó a alguien que sí sabía, esta señora, muy amable, me dijo que había habilitada una sala con pantalla para seguir la conferencia. Como mal menor, pensé que por lo menos hablaría con Jesús y decidiríamos qué hacer con la piscosocionomía.

Una de las cosas que siempre he tenido por cierto es que nunca hay que dar nada por perdido. Soy un optimista con tendencia a la tristeza pero un optimista al fin y al cabo. Dos horas y media después de hablar con Francesca, la amable señora a la que llamé por mediación de Jesús, estaba en la puerta de Ibercaja, a doscientos sesenta kilómentros de mi casa. ¿Una locura? ¿un gasto innecesario? Sin entrada, esperaba en la puerta a que llegara Jesús y saludarlo. Entonces recibí una llamada.

Era Francesca que me anunciaba que la iban a ingresar de urgencias (nada grave) y que tenía dos entradas disponibles (la de ella y su hija) en la lista de entradas que tenían que pasarse a recoger. Me dijo el número. Fui hacia adentro y nervioso, como si estuviese haciendo algo malo, entré, busqué en la lista los números, dije el nombre y entré.

Una vez dentro pensé que habían hecho falta varias variables, todas ellas encadenadas:

1ª Que Jesús me llamara por la mañana y me dijera que por qué no nos veíamos y que Alex hacía una conferencia en Zaragoza (donde Jesús vive)

2º Que ayer por la tarde no tuviese un compromiso ineludible

3º Que contactara telefónicamente con Francesca y ésta se preocupase de informarme.

4º Que yo cogiera el coche y me lanzara a toda velocidad hacia Zaragoza y llegara a tiempo.

5º Que yo conociera Zaragoza y supiera llegar al lugar en un tiempo adecuado.

6º Que Fracesca realizara un acto tan desprendido de estar en urgencias y acordarse de mí (esto me pareció tan extraordianrio). Ni a Paul Auster se le hubiese ocurrido en una de sus novelas.

7º Que la voluntaria de la entrada me dejara pasar a pesar de no tener aspecto de llamarme Francesca y mucho menos aparentar ser la hija de Francesca.

Así pude asistir a la conferencia de Alex, sentado al lado de Jesús. Así pude ver in situ las explicaciones de Alex y me transportó al día que lo conocí y que cómo pude poner palabras a gran parte de lo que vivía en mi interior.

Imagino que no hay responsabilidad que más pese que abrir la caja de Pandora que es uno mismo, no hay mayor responsabilidad que sacar todos los miedos, enfrentarse a ellos, pero también poder asumir los propios talentos no como algo que pincha sino como el oficio al que estás destinado a trabajar. Miedos e inseguridades; filias y talentos, lo que asusta es la responsabilidad de saber qué hacer con ellos y cómo el mundo los va a acoger.

Ayer no saqué nada en claro. Alex se tuvo que ir pronto, Jesús se enrocó en el guión que sigue la psicosocionomía desde que fue concebida por Alex y por George y que deberá superar para darse a conocer (no tengo la menor duda de que lo hará). Bueno, sí que saqué algo en claro. No equivoqué el camino. Y tengo miedo a la responsabilidad de ganarme la vida siendo lo que soy y haciendo lo que sé hacer.

Una de las cosas que nunca hago es marcarme fechas. Esta vez sí lo voy a hacer. Un año para solucionar temas pendientes: la empresa, las importaciones desde Alemania, los cursos de psiconomía. Tres meses para acabar la novela. Ni un segundo más para asumir la responsabilidad de ser yo mismo y actuar en consecuencia.

Casualmente ayer fueron varias personas con las que hablé o me escribieron dando vueltas sobre el mismo asunto.

Todo tiene un sentido cuando nada tiene sentido.




Es la tercera vez que lo cuelgo. A veces me asusta ver todo lo bueno y hermoso que me rodea y lo empeñado que estoy en no disfrutarlo.

1 comentario:

Concha Barbero de Dompablo dijo...

¡Olé! Ahí te quiero ver. Mucha lucidez, responsabilidad (y sentido del humor, porque el punto 7 se las trae :-).

En el libro que acabo de terminar hablo de que cuando le dices a alguien que tiene talento para algo que ves evidente, si no está seguro de sí mismo te responde con frases del tipo "Que vá, mi padre si que valía para esto, yo no...", porque si cree que es así, que tiene talento SE VE OBLIGADO A HACER ALGO CON ÉL. Y eso es muy costoso...

Lo de los plazos es fundamental.

Un abrazo.