martes, 27 de mayo de 2008

Ella


Ayer salí a buscarte. No estabas. Cada vez que dices "luego te llamo" es como si abrieses un paréntesis que no se cierra, como si la vida se me quedara suspendida, como si el aire se volviera lento al entrar en mis pulmones. Ayer, cuando salí a buscarte, tampoco estabas. Luego se me fue cansando la esperanza, que a veces se me antoja como un jarrón de porcelana, y la dejé encima de la mesa del comedor a merced de los gatos, a los que les pusieron las orejas en punta y los ojos como platos. Esta mañana, como se supone de unos inquilinos tan dados a romperme cosas, la esperanza no estaba tampoco y sí algunos pedazos esparcidos por la casa. Saqué la escoba y aproveché para, de paso, barrer. Luego, me hice unas tostadas y tomé la primera copa del día con el café. Bueno, por lo menos esta vez, comí tostadas. Algo es algo y por ahí se empieza. Llamó el vecino del tercero cuarta. Mi gato le había pegado una paliza al suyo. "Se metió en mi casa y le pegó al mío, lo llevamos al veterinario, esta es la factura". Cogí la factura y le dije que ahora no tenía dinero en casa. Se fue a trabajar y yo me fui a la cocina, abrí una lata de comida para gatos y se la puse en el balcón. Llegaron al oír abrir la lata. "Buen chico, buen chico" le dije acariciándo a Ulises. Me acordé de lo mal que os llevabáis Ulises y tú y que eso me resultaba extraño, Ulises se relaciona muy bien con todo el mundo menos con otros gatos. Debía de ser eso. Debía de haber sospechado de tí, de tus ojos de gata.
Sonó el móvil. Era un antiguo cliente de Sevilla. Le dije que ya no trabajaba, que estaba en el paro, que ahora era otro el que se ocupaba de mi trabajo. Me preguntó quién y le dí el teléfono. "Ahora que no nos vamos a volver a hablar te lo puedo decir. Eres un gilipollas, un imbécil venido a más, un puto analfabeto con dinero". El tipo se quedó en silencio. "Te iré a buscar y me lo dirás a la cara". me dijo a gritos. Le colgué. Volvió a llamar y a llamar y a llamar. A la sexta vez le volví a coger el teléfono "¿Lo ves? Un gilipollas". Dejé el teléfono encima de la mesa, donde por la noche había dejado la esperanza, por si pasaba lo mismo. El tipo gritaba y gritaba, mientras a mí me entraba una risa tonta. Me serví otra copa, salí al balcón y me apoyé en la barandilla. Por la calle, la gente iba y venía con prisas camino del trabajo, a llevar a sus niños al colegio, a volver a sus casa después de haber pasado la noche en otra cama distinta. Una mujer con un carrito de la compra alzó la vista y se cruzó con la mía. Me sonrió y yo le devolví la sonrisa levantando mi vaso. Luego, siguió su camino. Yo, entré en casa y me puse a hacer la cama, había mucha ropa que lavar, acumulada quizá, durante los dos últimos meses. Sólo eso me llevaría el día entero. Plancharla, otros dos días. Puse la primera lavadora y me senté en el sofá a leer. Ulises se me acercó y se acurrucó a mi lado. Tuve ganas de servirme otro trago pero no lo hice, esta vez fueron más fuertes las ganas de empezar de nuevo. Recordé la sonrisa de la mujer del carrito de la compra y volví a sonreírme. La lavadora empezaba a centrifugar. Eran las once menos cuarto y ya había perdido casi toda la mañana. Sonó el móvil. Eras tú. Lo cogí. Hablamos. Hablamos como si tal cosa y cerraste este paréntesis, un paréntesis de días. Recé para que no acabaras diciendo eso de "perdona, ahora te llamo" y abrieras otro pero no tuve esa suerte. "Me llama el del seguro, ayer se me rompió el toldo, ahora te llamo". Y empezó todo de nuevo, como casi siempre estos últimos tiempos. Ulises me miraba desde el sofá. "Esa chica te va a acabar jodiendo la vida". "Esta vez no" le dije "esta vez no".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

"... si lo qu quieres es vivir cien años, no pruebes los licores del placer, si eres alérgico a los desengaños... olvídate de esa mujer, compra una máscara antigas...".

¿Pagar la factura de qué?, lo siento rey, gana el que mejor juega.

Yo, si fuera tú, obsequiaría a Ulises con otra lata. Quizá la próxima vez se lo cargue del todo y no haya más facturas impertinentes.

Espera a la primavera, B... dijo...

A quien tenía que matar es al dueño del gato, que le ha quitado las uñas y le ha privado de defenderse con honor. Todavía está en estudio (lo de dar pasaporte a mi vecino). Sospecho que su gato y Ulises se pelean por mi gata. Mi gata, curiosamente, se llama Penélope.

Gittana dijo...

LO ULTIMO QUE MUERE ES ESA PEQUEÑA ESPERANZA DE QUE NO VOLVERA A PASAR....

Gittana dijo...

P.D.

ODIO TU VERIFICADOOOOR DE PALABRAAAAS!!!!!!