jueves, 15 de mayo de 2008

Cien

Cuando cuentes hasta cien estaré muerto. Cuenta despacio, quiero vivir muchos años. Cien. Podría haber dicho diez, demasiado fácil, o un millón, nunca te hubieras puesto a contar. Pero cien... cien está bien. Ni demasiado cerca ni demasiado lejos, un ataque de ira y podrías contar hasta... ¿sesenta? Luego se te pasaría, iría disminuyendo la rabia y dejarías de contar y entonces yo estaría a salvo. Cien está bien. Para que cuentes hasta cien deberías odiarme mucho y si llegara el día en el que me odiaras lo suficiente como para contar hasta cien... entonces mejor muerto.
Esta tarde me dejado caer cuesta abajo, quería meterme las manos en los bolsillos pero no pude. Bajé por la calle con las manos colgando como un imbécil, me arreglé el cuello de la camisa para hacer algo útil con ellas. Hacía calor esta tarde, y yo estaba nervioso y era jueves, una mala combinación. Un hombre se me acercó y me pidió dinero. Llevaba una muleta y parecía necesitado de verdad. Le dije que no y continué caminando pero me lo llevé a él y esa estúpida y mecánica manera que tengo de asustarme cuando un desconocido me dirige la palabra. Parecía realmente necesitado, cuando llegué al parking me cobraron 2,74 € por poco menos de una hora y pensé que gasto dinero en cosas poco importantes y dejo de gastar en otras. Dinero. Odio y amo el dinero. Me puedes comprar con dinero. No siempre pero a veces... tú no, claro. Tú no te vendes... En realidad me refería a que a veces me encapricho de algo y entonces... entonces reuno dinero y lo compro. Eso es comprar y es venderse. Sí. El dinero que das es el mismo que te hace esclavo. Bien. Se acabó la moralina. Estuve toda la tarde tratando de centrarme sin conseguirlo. Traté de engañar a uno y traté de hacerle entender a otro algo en mi beneficio. Concerté varias visitas, leí el equivalente a cuatro páginas y absorví un grano de sal sobre una muela (con gran dolor). Luego pasó lo de bajar la calle y lo del hombre de la muleta. Pero eso ya no importa. Importa que puedes contar hasta cien y ya sabes: estaré muerto.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo, que soy de aquellas extrañas personas que piensan que odiar a alguien es dar a ese alguien más importancia de la que se merece, no llegaría ni a contar tres, en realidad sencillamente te obviaría sin más.

Ahora es cuando te digo eso de que a mis 30 años no he odiado a nadie en mi vida y te vuelvo a recordar lo de apartar las cositas o las personitas que te incomodan de tu camino.
Es bastante más fácil que perder el tiempo odiando a alguien.

Es mi opiniçon, claro.

* Sine Die * dijo...

Hasta cien?

Uisss yo es que después del doce ya me pierdo....

:)

Besos en los pétalos, flor!

Espera a la primavera, B... dijo...

Odiar y amar son las dos caras de una misma moneda. Pienso que nadie puede amar del todo si no es capaz de odiar con intensidad. El que tiene miedo de dejarse llevar por el odio tiene también miedo de dejarse llevar por el sentimiento de amor. Otra cosa es pasar al acto, ese es otro asunto, el odio no siempre lleva asociada la violencia como el amor tampoco lleva asociada noches de cama y petálos de rosa.

Espera a la primavera, B... dijo...

Hasta doce sólo? Entonces contigo estoy a salvo.

Besos reventones

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo (lo siento eh!).
No creo que ambas cosas deban medirse por igual aun coincidiendo contigo que forman parte de la misma moneda.
Yo, cuando amo, amo hasta el extremo de película, porque soy así, una tonta que quiere sentirse viva.
Pero, en cambio, hace algún tiempo que decidí ser feliz y que nadie, absolutamente nadie me restara horas de sueño por culpa de un mal pensamiento hacia ella. No he odiado a nadie en mi vida, puedes creértelo o no (francamente querido; me da un poco igual) pero así es, no ha nacido todavía la persona que me altere la paz interior que conseguí a base de cursillos en CCC.
Lo siento.

No llegaría hasta cien porque en el número cuatro ya estaría distraída mirando por qué vuela esa mosca, qué comerá, cuánto vivirá..., soy así, afortunadamente disocio de un modo espectacular.
Ya te pasaré mis apuntes si quieres.