jueves, 11 de julio de 2024

C

 


Tal vez tengamos la costumbre, la manía, de abrir el día con la mente puesta en el azar en lugar de empezarlo con una determinación que nos cambie la vida, que nos arrastre hacia lo imposible y nos arrebate la vida que tenemos para conquistar esa otra a la que no nos atrevemos. Vivir con eso de que la rutina nos impulse como un ángel de la guarda psicópata y obsesivo que nos da empujones por la espalda porque no sale nada de uno mismo, el impulso de algo nuestro, querer vivir sin tener que estar buscando un porque, un destino final al que el niño que fuimos estaba destinado a ser porque lo quería ser; el día que empezó a leer su primera novela y cuando la acabó pensó; yo quiero ser escritor sin saber que el mundo es un lugar de múltiples verdades donde uno debe aferrarse a la suya, como si la realidad dependiera de uno hasta que viene la del otro y parece más real y se la apropia. 

Y entonces yo la ví y supe que era mi realidad y mi punto final. Y me olvidé. Me gustaría que me dijeran que me hicieron olvidarla, pero no. Uno se olvida de quién es cuando deja de saber que es lo que quiere y qué debe hacer para conseguirlo. Siempre quise ser otra persona de la que soy hoy, pero no cambiaría nada de en lo que me he convertido, en el que está escribiendo esto y sabe que hay un lugar al que pertenece que sigue vacío. No sé muy bien por qué hoy me levanté temprano y me di cuenta de todo esto. En que en otro universo paralelo yo también estoy sentado escribiendo este mismo texto u otro que se le parece, pero no soy yo del todo quien lo escribe, soy ese otro que no olvidó, o puede que esté escribiendo este texto para mí, que sí olvidé, para que abra mi día y me dé la vuelta y le diga a mi ángel de la guarda que ya no tendrá que empujarme nunca más, que yo ya sé que quiero.

Todos sabemos qué queremos y nos pasaremos la vida sabiendo qué queríamos haber sido o hecho.

Hoy siento que al acabar el día sí habrá cambiado algo



2 comentarios:

Jo dijo...

Esto es tan existencialista que necesito pensar mucho y volver aquí.
Quizá sabemos quiénes somos o que queremos a veces el miedo no lo permite otros el dinero, la circunstancia, la distancia uf hasta la salud
Atreverse no es para todo el mundo quizá

No sé seguro me estoy equivocando

A veces quisiera estar en otro sitio y ser alguien a quien nadie conociera en un lugar muy lejos
Atreverme quizá en algunos aspectos de mi vida no ha sido lo mio

Espera a la primavera, B... dijo...

Siempre he pensado que viajar te transforma no sólo por el lugar que visitas, sino porque te permite ser otra persona, un espectador que crea para sí mismo otra realidad dentro de lo real.

Atreverse no es para todo el mundo, es cierto. Vivir es un viaje complicado en el que aprender a soltar no siempre conlleva una buena experiencia.

Me gustaría creer que algún día, cuando todo esto se acabe, al hacer balance de lo que vivimos, daremos por bueno casi todo. Nos arrepentiremos de lo que no hicimos, claro. Ahora es fácil decirlo.

Yo sé de qué me habré arrepentido.

Gracias por pasarte.

Besos