domingo, 20 de noviembre de 2022

Todo lo que debo saber cuando llegue el momento

 


No sabría decir el porqué. Tengo la sensación de haber caído en un oscuro agujero, en la espera que va a veces adosada a la esperanza. Porque existe una esperanza sin saber qué queremos que suceda realmente, algo así como una huida hacia adelante que está teñida de cosas positivas, de "cuando llegue estaré bien", de un lugar mejor, de cosas que harán que tu vida tenga sentido, un no dolor a pesar del dolor de hoy, la eternidad atrapada en un instante de felicidad, la constatación de que nuestra vida y nuestras decisiones fueron acertadas.

De que la gente es como creemos que son.

De que somos las buenas personas que creemos ser.

Pero nada es cierto, o al menos sólo tendremos la certeza de que es así desde nuestro marco de referencia, la luz que entra por la rendija que deja todas las tablas que pusieron nuestros antepasados en nuestras ventanas para que no mirásemos afuera.

Nos creemos mejores, pero sólo somos la versión personal de nuestros padres. Acabamos siendo los mismos.

Por eso hay que huir.

Por eso hay que tener esperanza aunque no se sepa por qué.

Hasta que dejemos de correr porque comprendamos que tarde o temprano llegará un día en el que ya no podremos aunque queramos.

A veces pienso que, en realidad, lo que espero es ese día. 

Sentarme y ver qué hice y con quién.

El otro día estuve hablando con un médico al que fui a ver a una charla sobre innovación. La verdad es que casi me duermo cuando le tocó su turno, pero me gustó mucho lo que dijo y cómo lo dijo. Al día siguiente fui a saludarlo para hacerle ver que me había inspirado y que, casualmente, coincidía con mi nuevo proyecto (eso no se lo dije) con el colegio de ingenieros de Barcelona. Al final de la conversación me dijo que no importa hacia dónde irá como viajero, pero sí que con quien viaje deberán ser buenas personas.

A veces soy muy disperso, lo sé, pero aquella última frase me resonó mucho. No sé hacia dónde quiero ir pero sí sé que quiero gente honesta a mi lado.

Con principios.

Hasta el final.


Estas dos palmeras me recuerdan a un jardín que había (no sé si aún está) en la Ronda del Guinardó. Recuerdo un balcón que daba a ese jardín por detrás. Creo que allí pasé los momentos más felices de mi edad adulta. Contradictoriamente, provocaron los peores momentos después. Y de aquello surgió lo de ahora, que también es mejor y a la vez peor de lo que haya vivido. Había escuchado la canción en la radio y fue al buscarla cuando vi la portada del disco.

2 comentarios:

Jo dijo...

ultimamente solo pienso en la muerte. muchas ... en lo ridículas de situaciones que uno provoca y que a veces pasa
... me refiero a eso de ya no estar en este mundo,
siempre me burlo mucho de mi, en ese sentido sé que soy muy dura conmigo,...
pero bueno, también pienso mucho en las personas de quien me he rodeado y no me arrepiento de despedirme de otras compañías o renunciar a personas...
algunas con pesar pero es necesario
pero sabes en que pienso también?
en ¡¿cómo me gustaría ser recordada?...
no quiero ser mala persona, seguro tengo muuuuuchos defectos pero
aunque me puedan acusar de muchas cosas se que he sido más tonta que mala persona
y eso, no es para orgullo pero lo prefiero. aunque no me haga quedar bien ante ti ahora que seguro lo lees...

(el unico que me lee :P) ja

Espera a la primavera, B... dijo...

Hay un dicho que me gusta mucho: "nunca achaques a la maldad lo que pueda explicarse por estupidez".

Yo te recordaré por lo que leo de ti.