martes, 2 de diciembre de 2014

A veces me pregunto si el tiempo recuerda las vidas que deja atrás, todas, desde el principio, y si me respondería si le preguntara por ti, así, a secas, sin Facebook ni Linkedin




Algunas veces, sobre todo en otoño, cuando intuyo que me quedan unos meses difíciles por delante, que cuando llegue diciembre y me acuerde de ti por navidad, o cuando llegue el invierno y se le ocurra al cielo nevar, a mí se me activará ese programa de melancolía que me llenará los días de lo poco que recuerdo ya de ti.

He de decir, que cada año me voy acostumbrando más a esto, que todavía recuerdo el primero que pasaste ya con otro, no hay reproche en ello salvo de mí a hacia mí.

No me había pasado nunca antes. Todo este sentimiento de culpa ni todo esto de sentirme sucio, de no saber qué hacer, de haber convertido toda mi vida en una huida... huyendo de ti, volviendo siempre al punto de partida en cuanto me quedo sin rumbo, y es que sea donde sea; en cuando el pensamiento se detiene siempre empiezo a pensar de nuevo contigo ahí, en primera línea.

Esto de que las estaciones vuelvan cada año es una trampa mortal en la que no puedo evitar caer.

Pero los días soleados son lo peor porque suponen una tregua y que quieres que te diga; a mí la paz me recuerda que sigue habiendo una guerra.

En la que me gustaría poder olvidarte.

En la que en cuanto pienso en esa posibilidad me entra el miedo de olvidarte de verdad.

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