jueves, 20 de noviembre de 2014

Si el bicho se levantara una mañana y supiera que sigo escribiendo vendría a buscarme y todo empezaría de nuevo, todo se volvería otra vez negro brillante



Me dice que tiene que marcharse, que se ha hecho demasiado tarde, que no tiene un lugar a dónde ir, que se ha pasado la vida huyendo sin saber a dónde y ahora... ahora lo sabe y también que no llegará a tiempo. La miro sin que se me note ese terror que no se sabe que se tiene dentro hasta que las cosas cambian por un instante de conciencia ajena. Uno intuye que todos los demonios que debe conjurar en su interior se llaman de la misma forma, saben igual de amargos y producen el mismo temblor en las piernas.

Me dice que se va, que todo fue una equivocación, que lo nuestro sólo fue un lugar en el que fondear y no donde quedarse a envejecer, que yo ya sabía que ella era libre y que eso, precisamente, era por lo que yo la quería, porque soy igual que ella aunque aún no lo sepa o no quiera decirlo en voz alta.

Le pido que no se vaya hasta mañana, que la oscuridad está llena de alimañas, que para mí tampoco es como lo había imaginado, que la vida es lo que tenemos por delante y el alma es eso que nos quema y nos empuja a vivirla, y lo entiendo tan bien porque puedo ver las llamas en cuanto cierro los ojos, porque las veo desde que era un niño, que a mí el ardor de la sangre me llevó a buscar hasta que encontrarla a ella. El mismo animal herido, la misma fiera lamiéndose hasta cicatrizar el roce de los días.

Podría fingir que no me importa, que su voz no es una lluvia de cristales sobre la piedra de la que estoy hecho, que ya no moriría por ella, que no podría soportar de ahora en adelante toda la niebla que levantará su ausencia, pero entonces mentiría si es que el silencio supo mentir alguna vez al mirar a los ojos.

 Me pregunto si lejos el uno del otro encontraremos algo de paz, si un buen día nos despertaremos siendo sólo un hombre y una mujer que siente algo más que la fiebre abrasadora e incurable, cada uno en una vida distinta, con extraños a nuestro lado, con los hijos que no tuvimos juntos, despertándonos al lado de algo parecido a esa felicidad a la que siempre nos supimos inmunes.

Pero se va, cierra la puerta y se va hacia esa certeza que no se encuentra en ninguna parte. Y a mí me cuesta encontrar la calma, no porque el bicho quiera volver a ser el dueño, sino porque los años fueron domando al domador y lo hicieron más listo.

Y ahora sabe más... por viejo... que por hombre.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Aún te quiere.
Aún la quieres.

Anónimo dijo...

Precioso...totalmente enganchada a tu blog😉

Anónimo dijo...

Esa del ciche no es Lolita...?
Marnie J.

Espera a la primavera, B... dijo...

Ya no, Anonimo

Espera a la primavera, B... dijo...

No te imaginas lo mucho que hoy necesitaba un comentario así, Anónima

Espera a la primavera, B... dijo...

Marnie, seguro que Dolores Haze se sentiría orgullosa de que alguien la reconociera al instante.

Anónimo dijo...

No te imaginas lo que necesitaba yo un blog así...😉