jueves, 19 de junio de 2014

La alargada sombra de Kitty Wu


Nunca imaginé que te quedarías a vivir, ni que tu voz fuera lo más bonito que me pasara en todo el día, ni que un día me diera cuenta (siempre me doy cuenta, así, de repente) de que yo no merecía a alguien como tú y que lo echara todo a perder, queriendo.

Siempre lo mando todo a la mierda. Mi vida es huir para no tomar responsabilidades. Pero no se puede escapar siempre, no se puede dejar de pensar en todas las cosas buenas que uno deja a un lado para defenderse de algo que, de tan invisible, puede que no exista.

No sé cuándo ocurrió la primera vez. Creo que si un día llego a descubrir de dónde sale todo este miedo se disolverá y quedaré libre de ese encantamiento, porque el miedo, no te quepa duda, es un hechizo. 

De todo lo que he ido perdiendo por el camino, quizá perderte a ti fue lo que me hizo más daño. Y fue a partir de ese momento cuando me empecé a preguntar el porqué me castigo de esta forma. He de reconocer día tardó mucho en llegar. Demasiado. Pero afortunadamente llegó, preguntarse esas cosas no son la mejor idea para seguir adelante pero para hacerlo hay que encontrar respuestas con las que hacerse nuevas preguntas.

Lo que distingue a un hombre de un niño es asumir la responsabilidad que le corresponde por edad, pero paradójicamente, uno debe asumir la responsabilidad de ser adulto cuando aún es un niño. Después no sé si hay marcha atrás. Yo creo que sí, apuesto a que sí. Pero no lo sé seguro.

Tu sombra es alargada, quizá porque un adulto sólo es capaz de querer de verdad si quiere como un niño, y yo te quería así, por primera vez en mi vida lo hacía y me vi viviendo contigo, alucinado con tu voz hecha cotidiana.

Sospecho que no pude con la presión de hacerte menos infeliz de lo que yo había sido hasta ese momento. 

Luego me hundí. 

Y llegué a esta isla desierta, con los restos del naufragio




No hay comentarios: