martes, 20 de marzo de 2012

Martes por la mañana, ayer llovió, hoy el día es fresco y soleado


Ayer puse en marcha la máquina. La acabamos entre Carlos y yo. Carlos sabe de electricidad, no le tiene miedo a los amperios, le digo lo que quiero y él siempre tiene una forma de hacerlo funcionar. Estuvimos todo el día haciendo pruebas y acabamos casi al filo de las ocho por volver cada uno a su casa. Tengo la máquina casi a punto. Quedan dos o tres cosas por cambiar que no salieron bien. Errores subsanables, goteos imprecisos que aspiro a que se conviertan en regueros de esperanza.. donde la vida comparte el agua con la muerte. Y viceversa.

Me resulta extraño tenerla casi acabada. La verdad, su funcionamiento es bastante sencillo, dos botones y un par de válvulas. Puede funcionar en cualquier parte, de veras, en cuanto tenga la carcasa de tela me pondré a hacer pruebas en un río cercano. Ya lo he decidido. De hecho, lo he decidido mientras escribo esta entrada, sólo hay un río en el que puedo probarlo. El río de mi infancia... donde mi padre me llevaba a pescar, el río en que me medio asalvajé, donde hicimos fuegos para asar carne o cocer un arroz, aunque hoy ya no se pueda... la ley de bosques ha puesto cordura a mi infancia, como el sentido común ha puesto parques infantiles y jardines en los descampados y en los campos en los que de muchachos jugábamos sin la supervisión de ningún adulto durante horas y horas. A veces tengo la sensación de que vivimos en un mundo más malvado, donde los niños no pueden jugar solos o ir a comprar solos por miedo a que alguien les haga algo.

Antes no pasaba. A mí me enviaban a comprar bien lejos cuando era pequeño. Y eso que mi madre era de las más paranóicas del barrio con ese tema.

Tuve una infancia bonita, en una tierra extraña que no era mía... que no sé si es del todo mía.

Ulises se me sube en la silla, a mi espalda. Le gusta estar en contacto conmigo. Penélope juega con un trozo de esponja que tenía guardado en un armario en el que guardo material de cuando aún hacía depuradoras. En un momento salgo a la calle. El destino es inexcrutable.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy ha llegado tu primavera tan esperada,y parece que ha llegado con bonitos colores, colores llenos de esperanza.
Tengo ganas de ir a ese río y vez funcionar la máquina.

Un beso
BLAU

Kaoki dijo...

Si yo fuera una niña... cómo me explicarías para qué sirve tu máquina?

(mira que quiero ver ilusión en tus palabras esta vez...)

Muxu bat