martes, 28 de diciembre de 2021

Hasta que el tiempo nos detenga

 


Tengo la sensación de que queda poco tiempo, que la vida es algo que no da segundas oportunidades aunque creamos que sí lo hace. Nunca seremos lo que pudimos haber sido. Ya no.

Tenía tanto miedo de perderte que me pasaba el tiempo sin ser yo mismo a tu lado. Nunca he sabido ser yo en cualquier circunstancia, siempre he sido el que se suponía que debía ser y eso no deja lugar para ser quien eres. Además, soy muy mal actor, no soy capaz de ser creíble para casi nadie. Yo sé qué se supone qué o quién se supone que debo ser ahora y tampoco soy capaz de volver a ese punto en el que retomar quien de verdad era.

Conocerla fue, quizá, el peor de los destinos que tenía por delante, pero quedarme a su lado todos estos años, en realidad fue una decisión que tomé yo. Ahora me arrepiento.

Uno se arrepiente de cosas a las que ya no puede poner remedio. 

Me pregunto si puedo dejar atrás todo y volver a dejar de darle importancia. Borrar su teléfono. Olvidar su nombre como olvido a veces el de las personas que tengo delante. 

No sé si podré hacerlo o tendré la necesidad de conocer a otra persona que ocupe su lugar si alguna vez decido bajarla del pedestal en el que una vez la puse. No imaginaba que pensaría ni que escribiría sobre ella esta noche. No sé porqué lo hago.

Debe de ser que a uno le asaltan las verdades cuando está pensando en otras cosas que no tienen nada que ver.

Iba a colgar una foto suya de cuando a veces quedábamos con otras parejas.

Ha pasado ya mucho tiempo.

Ahora sé que ella me quería a su manera y que no hubiera podido soportar que me quisiera de la forma en que yo quería que me quisiera y que, en el fondo, es mejor así. Lo mejor fue que me conformara con lo que ella me daba y no más.

A veces, lo mejor, está en lo que echamos de menos o lo nunca tuvimos porque no nos lastra con el peso de los hechos que no tienen remedio, si no con los "pudo haber sido" que nunca fueron que son ligeros como las nubes y que cuando se van, dejan ver el sol de nuevo.

En según que circunstancias vivir de esperanzas es vivir siempre con algo nuevo, con algo que empieza. Y así, hasta el final de los días.





lunes, 20 de diciembre de 2021

De gitanos y cobras

Como si pudiera encontrar otro camino al que ya estoy predestinado aunque yo siga creyendo que lo he elegido yo.

Las cosas no son como esperaba que fuesen. 

Ni yo la persona que creía que era.

Si no otro que se parece a mí, pero no yo porque yo no podría vivir sin ti.




Si todo lo que de verdad importa importase de verdad no trataría de recordarte todos los días sin poder hacerlo. ¿Cómo puede ser tan hondo el agujero en el que se quedan los que no se quedaron?

No sé si hay alguna posibilidad de encontrar lo que no se acaba nunca de perder. 

Echar de menos lo que aún no piensas que se ha ido.

Dormir con los ojos abiertos y soñar que estás soñando y que, al despertar, todo volverá a ser como antes.

Sé que estoy a un átomo de distancia de caer.

El tiempo no tendrá la culpa. Sólo sabrá cosas que ni tú ni yo sabemos.

Que venimos de atrás, de otras vidas, que nos volveremos a ver en otro lugar y con otros nombres.

Y todo estará bien.


 

martes, 14 de diciembre de 2021

Nunca te olvides de no olvidar



No supe seguir después de todo aquello. No sé qué me pasó, sólo sé que intentaba pasar el menos tiempo posible en casa. Dicen que huir nunca es la mejor opción, pero no es verdad. A veces es la única. Huir o quedarte y luchar. Y yo no podía luchar contra algo tan invisible e insoportable como el vacío que había dejado mi padre en nuestras vidas. No sólo en la mía, eso podía sobrellevarlo. Lo que no podía era ver el vacío en las persona que más le querían. No soportaba ver llorar a mi madre, no me gustaba verla débil mientras yo me sentía fuerte, mientras no podía soltar ni una lágrima. 

Yo odiaba a mi padre por morirse de aquella manera. Por irse de repente sin avisar. Por ser buena persona y dejar a todos sin esa buena persona en su vida, por dárnoslo todo y dejarnos ante el abismo de perderlo poco a poco. Sólo tenía quince años, los suficientes como para saber lo que es odiar sin sentido a la persona a la que más has querido, los suficientes como para prometerme a mí mismo que ya no querría nadie más en mi vida, y mucho menos depender de nadie.

Ahora sé que odiar a veces es otra manera de huir. Odiamos y huimos hacia cualquier parte que nos recuerde que el amor se acabó y no volverá. Entiéndeme, no utilizaría nunca la palabra amor para describir eso, pero la verdad es que me importa una mierda lo que piensen los demás. No hay nada peor que olvidar de lo que uno se aleja con todas sus fuerzas, si lo haces acabas perdiéndote. Tan importante como odiar es saber a qué o a quién odias aunque no sepas el porqué. Con suerte, con los años acabarás comprendiéndolo si sobrevives a lo que te espera ahí afuera, porque salir corriendo hacia cualquier otra parte es ir a un lugar desde el que quizá no puedas regresar.



domingo, 21 de noviembre de 2021

1800 Te echo de menos

Bueno, ya sabes, las cosas por aquí se complican. No me imaginaba tener que cargar con todo esto. En parte ahora sé qué tenías que llevar tú a cuestas. Nadie está libre de nada, pero esto a veces me supera. 

Daría todo que fuera para que estuvieras aquí y participar de todo esto. 

En febrero iré a Estados Unidos y empezaré algo allí. Me acuerdo de todo lo que planeamos la campaña de Kickstarter en 2018, cuando estuve en Las Vegas hace dos años, en lo que pudimos hacer y no supimos y yo continuo sin saber cómo.

Todo tiene pinta de que irá bien, aunque no para mí. Yo tenía un camino de vida que desvié para hacer otra cosa que tiene sentido, pero no sé si es mi camino. Bueno, supongo que al final el camino es el que tratamos de recorrer con mayor o menor suerte.



domingo, 7 de noviembre de 2021

Señales



 ¿Se puede se escritor después de los cincuenta sin haber estado relacionado con el mundo editorial? Te diría que no, que es imposible y como mucho podría escribir algo y ya está, que la forma de escribir se pierde como se pierde la memoria, la agilidad, la firmeza de la piel y el pelo... que en realidad uno es más un saco de historias que no tienen nada que contar; que el alma se destensa como una cuerda de un instrumento y de vieja, si se quiere volver a tensar, se acabará rompiendo.

Rotos. No lo sabemos aún pero estamos rotos por dentro casi tanto como por fuera, que no sé qué parte de nuestro ADN se deshilacha como las puntas de los cordones de los zapatos, que por eso nos deshacemos en copias peores de nosotros mismos. Somos personajes rotos de historias que se también se rompen en cada persona que abandona nuestro mundo para no volver.

Pronto yo tampoco estaré. No sé si se acabará el blog mucho antes.

En cualquier caso creo que mantuve la llama encendida aunque fuese la de una vela en la ventana. Quiero creer que mientras siga ardiendo aún quedará un escritor en mí, como un huevo gigante de dinosaurio que nunca llegó a abrirse y se quedó ahí, lo que hubiera podido haber sido, perdido para siempre. Algo vivo y algo muerto al mismo tiempo. 

Me gustó leerte aunque nunca te conociera

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Cosas



Todo esto de escribirte en el blog me suena a frivolidad. Las cosas que nunca te dije, las cosas que no te diré, aquí, que es el único lugar en el que escribo. La única página en blanco que sé llenar como prólogo a un vídeo.

Supongo que cada día se hace más grande la grieta y no sé hasta dónde va a acabar creciendo. 

Ahora todo es un hubiera dicho, hubiera cambiado esto por lo otro, pero en realidad no sirve de nada seguir por ese camino. Si todo se acaba, quizá debería acabar aquí, pero creo que en realidad escribirte es otra forma de escribirme a mí mismo tratando de hacerlo a la persona que mejor me conocía. Y eso no me gusta, no debería hacer eso. Hay excusas que no tienen excusa.

Te diré que hoy hemos salido en las noticias, los del pueblo. Nunca salimos en la tele por nada bueno. Esta vez ha sido algo que pone los pelos de punta. Parece mentira que haya personas así y que vivan entre nosotros.

Pocas veces creo que algo merezca la pena de muerte, pero esto sí. Dicen que hay un 1% de la población que es psicópata y que en las zonas de guerra acaban siendo un porcentaje más alto. No sé que les puede haber pasado por la cabeza a alguien así. Hace años, cuando hacía A.T. me comentaron cómo detectar a un psicópata. No es difícil. Reconozco que a veces lo hago. En las entrevistas de trabajo, por ejemplo. 

A veces, cuando imagino la novela y escribo capítulos en mi imaginación, busco el manual de estructuras de personalidad para estereotipar a los personajes. Hay algunos que no pueden ser redondos. Nadie puede meterse en el papel de alguien que tiene una estructura límite. Ya lo intentaron en American Psycho, no sé. Creo que no podemos cambiar quienes somos.

Me hubiese gustado haber escrito la novela para que la hubieras leído. No sé si me atrevo a prometerte escribirla. Tú siempre me decías que yo era de letras, que no sabías qué hacía estudiando ingeniería; y tenías razón. Tomamos decisiones y seguimos con ellas hasta que nos llevan a un callejón sin salida. No sé si acaba siendo demasiado tarde.

A veces pienso que para ti lo fue y yo debería aprender de ello.

Últimamente pienso mucho en eso.

En que tu vida debería haber sido otra. Y me pregunto si yo estoy a tiempo de poder cambiar la mía.


miércoles, 27 de octubre de 2021

Re-todo




Las cosas no andaban bien. Todo lo que había que hacer era estar atento y escuchar para saber que había un lugar proscrito del que no podías salir sin pedir ayuda. Pedir ayuda nunca estuvo en nuestros planes. Creo que era porque nos habían educado así o porque lo habíamos visto en las películas. Hemos aprendido que todos los protagonistas pueden con todo, el camino del héroe, ya sabes. La literatura es diferente, uno puede ser y sentir lo que ocurre en la mente del que cuenta la historia y acaba por saber que, en el fondo, todos somos un poquito iguales, que somos lo que somos pero podíamos haber sido otros con otras circunstancias a nuestro alrededor.

Que somos de plastilina en manos de quienes nos crían, y a la vez de los que los criaron a ellos y así hasta no sé cuántas generaciones. Algo así como la uva de abajo del racimo y la semilla que creará otros... el eslabón de una cadena que crece y se oxida al mismo tiempo, que no tiene principio ni fin. Me hubiera gustado estar a tu lado para sujetar el extremo al que estabas sujeta, estar atento cuando se rompió y haber estado ahí para hacer algo.

Llevo días obsesionado imaginando cómo fueron nuestros primeros pasos juntos. Tú tenías seis años cuando nací. De lo que estoy seguro es que si un bebé piensa al verte pensé que había caído en un lugar inmejorable. Me pregunto si pensaste que yo era tu hermanito pequeño y si quisiste cuidarme siempre, en si eso es una decisión que se toma o es algo que le nace a uno sin que se pueda hacer nada en contra. Si hay miedo o sólo ilusión. 

No sé si puedo seguir con esto. Intuyo que sí puedo, pero siento que no. Ya sólo queda mamá y tal y como están yendo las cosas puede que no siga mucho tiempo sin querer verte. Y entonces me quedaré solo (si no me voy antes). No sé llevar bien la soledad. Pensaba que estaríamos mucho tiempo juntos y no me acostumbro a ello. 

Me hubiera gustado haberme despedido de ti como se merecen los que son algo más que hermanos, pero no imaginaba que te irías al día siguiente. 

Entiendo que somos ese algo que tiene un nombre durante un tiempo y luego ya no. El caso es que me cuesta pronunciar tu nombre. Me cuesta imaginar que ese sonido sigue ahí nombrándote sin que tú no estés.

Son demasiadas cosas que no entiendo. 

Y que creo que no voy a entender nunca.



martes, 26 de octubre de 2021

La entrada que nunca quise escribir

 


No podría. Sé que no podría ir a donde estás y volver. No hay camino de vuelta porque cuando dejas de estar aquí ese aquí desaparece.

No creo que tengamos esta vida para gastarla en sobrevivir. Hay que ir a por ese sueño para el que estamos programados ir a descubrir. Me pregunto cuál sería el tuyo. Si alguna vez lo tuviste y si es así, a cambio de qué lo dejaste ir; si yo tuve algo que ver, si yo tuve la oportunidad de acercártelo de alguna forma.

Me gustaría creer que tenemos otras oportunidades y nos veremos en otra vida, que en el fondo esto no ha acabado, que te has ido y yo sigo aquí por un tiempo más, pero que no es definitivo. Yo también me iré y no importa nada el cómo ni el cuándo, porque en el fondo notar tu ausencia es, en realidad, otra forma de notarte imprescindible a lo largo de los años y también de las vidas que llevamos y nos faltan.

Me gustaría (sé que lo haremos) coincidir en toda la eternidad que nos quede tantas veces como sea posible. Ahora lo sé: eres la alegría, la palabra siempre amable. Creo que por eso notamos más tu falta.

Me queda la oportunidad de hacer las cosas que siempre me dijiste que yo era y no me atrevía a ser. No sé si me entendía o lo hacías demasiado bien. 

Nadie sabe casi nada de uno mismo.

A veces pienso que tú sí tenías esa capacidad.

Me siento extraño escribiéndote aquí. 

Aquí sólo le escribía al otro lado de la tela de araña.





lunes, 18 de octubre de 2021

Samira



Samira tenía los ojos negros y tan grandes que parecía que siempre estuviera mirando las cosas con sorpresa. No es que fuera expresiva, es más, diría que en los dos años que pasó con nosotros, no hizo nada parecido a una mueca. Tampoco sonreía, ni siquiera cuando nuestro padre jugaba a hacerle cosquillas, al menos no con la boca; a veces había una amago de alegría detrás de aquellos ojos tan oscuros, un casi imperceptible brillo al tiempo que los entornaba. Duraba poco, lo que un relámpago, pero a toda la familia se nos llenaba de dicha el resto del día, por eso creo que cuando mi padre murió y, pondría la mano en el fuego, todos lo sentimos un poco por Samira, como si supiéramos que se volvía a cerrar la puerta de la que él sólo había abierto una rendija. Creo que ya nunca volvimos a ver aquél atisbo de felicidad en su cara. Mi padre se llevó casi todo con él. Nunca sabes lo bien que estás hasta que desaparece quien lo hace posible. 

Toni y yo teníamos catorce años, y Samira no debía tener más de cinco. Si antes iba siempre a donde estaba Toni, desde ese día no se separaba de él, como si tuviera miedo que al perderlo de vista también se fuera para siempre. No sé qué había vivido esa niña de pequeña, pero si de algo estoy segura es que fuera lo que fuera, no podía olvidarlo, no quería quedarse sola. Y eso también aprendimos a verlo, quizá yo estaba en otra movida, pero cuando estaba en casa, no podía dejar de ir a donde estuviera ella y darle un abrazo y decirle que todo iba a estar bien. A veces me culpo por no haber notado nada en aquellos momentos en los que la apretaba contra mi pecho, un temblor, un suspiro, una sensación, no sé, algo. 

Antes de la muerte de mi padre, cuando salía de casa Samira venía a la puerta conmigo y me daba la mano para que la llevase fuera, le encantaba bajar a la calle e ir de la mano conmigo a caminar por el barrio, no le importaba dónde. Después, cuando salía con mis amigas, ya no la llevaba conmigo. Al principio me seguía a la puerta y yo le decía que no podía venir, que luego vendría y saldríamos las dos, pero casi siempre se me hacía tarde para ello. Durante un tiempo, siguió viniendo a la puerta cuando intuía que yo iba a salir, pero ya no me daba la mano, se quedaba esperando a que le extendiera yo la mía. Con el paso de los días, y para evitar aquella escena, empecé a salir sigilosamente y sin dar explicaciones a nadie. Toni me dijo que cuando oía la puerta cerrarse, Samira iba corriendo hasta el recibidor, luego volvía a allí donde estuviese, cabizbaja. Seguramente Toni se quedaba con ella un rato, o ella se sentaba a su lado mientras él hacía los deberes. La verdad es que hubo un momento en el que no sabía qué hacer con ella. Si al menos hubiera tenido algo por su parte, lo que fuese, una sonido, un... lo que sea. Toni tampoco sabía qué hacer, pero él era diferente a mí, a él le gustaba el silencio y estar solo con sus libros. En el fondo se hacían el mismo tipo de compañía uno al otro. Les bastaba la presencia del otro para no sentirse completamente solos mientras de puertas adentro se sentían cómodos en su mundo. Y aunque de Toni me imaginaba qué podría haber en él, de Samira no podía saber qué cabía en un vida tan pequeña y tan corta. Quizá fue eso lo que me separó de ella, aunque en el fondo sepa que, en realidad, lo que me alejó fue que yo no podía ser la persona que ella necesitaba que fuera y esa responsabilidad me quemaba. Soy más egoísta de lo que aparento, me importo yo más que nadie, hacer lo que me da la gana, que nadie me controle.

Noté que esa última frase iba dirigida a mí. Me estaba advirtiendo de algo a lo que yo apenas me había asomado y no tenía muy claro si la altura de la posible (y probable) caída merecía arriesgarse. Hasta el día del funeral de Toni, Elena había sido su hermana; su hermana gemela. Bueno, en realidad miento, Elena era una mujer atractiva; eso era indiscutible y cualquier hombre la hubiera visto como yo el primer día que la vi en casa de la abuela de ambos, pero si de algo estoy seguro es que Elena no me vio de la misma forma que yo a ella. No al menos ese día, ni los siguientes. 

¿Sabes? Casi nunca somos capaces de ver nada de nadie. Somos translúcidos, a través nuestro sólo dejamos ver sombras que el otro interpreta en función de lo que está preparado o dispuesto a creer. Por eso obviamos lo peor de algunas personas, por que no somos capaces de imaginar hasta donde están dispuestos a llegar. Nos sorprende el no haber intuido una vez las cosas han pasado, porque algo dentro nuestro lo intuía. Hay que escuchar más a la intuición. Es como si las cosas sucedieran antes de que ocurran y pudiéramos saberlo de alguna forma que no llegamos nunca a dominar.



miércoles, 29 de septiembre de 2021

El último sueño


 

No sé si tiene sentido que siga escribiendo aquí. Entré para que esto de escribir me ayudara a encontrar mi historia. Reconozco que años después escribo mucho peor que antes, me he ido perdiendo poco a poco en un murmullo constante con el que no se llega a ninguna parte. Estos párrafos se ha ido convirtiendo en un pasatiempo cada vez más aburrido. Ya no me nacen las grandes historias que me crecían hace trece años. ¿Qué ha pasado? La inercia, supongo. La vida, creo.

Hoy ha sido otro día más. Me gustaría creer que algún día todo cambiará para mejor, pero creo que no va a ser así. La hermandad de la piedra seguirán llevando todo esto hasta el extremo vital para el que han nacido y para lo que se reúnen. 

Pero tengo la sensación de que hoy, ese otro día más, es en realidad un día menos. Hoy hay un antes y un después en muchas cosas que creía inamovibles. Es uno de esos días que cambian destinos y abren puertas. Sé que es un día corriente, pero también sé que hoy es el primer día hacia el primer día de algo que tiene más o menos sentido.

La vida está ahí fuera. Más allá de lo que vemos con los ojos.

No es aquello de lo que lo esencial es invisible.

Es que todo es en realidad el todo, lo único.

Hoy he comprendido que se atrae lo que se es. Y supongo que dejar este blog es dejar un poco de ser ese que era.

La muerte de mi hermana ha dado otro significado a la muerte. Es algo inmenso y absoluto y es lo peor que me ha pasado nunca. Me ha destruido del todo sin que nadie lo note. Antes de que ella muriese yo ya iba mal, como alguien que se tambalea y le dan un empujón brutal y cae irremediablemente contra el suelo.

Convivir con mi madre en este trance se me hace insoportable y sólo el trabajo me distrae.

Otra vez la inercia.

Daría lo que fuera para volver a ser el hombre que era antes...

... que todo fuera como antes.

Ahora sólo queda empezar de nuevo.



viernes, 24 de septiembre de 2021

Ya no, ya nunca


 

No creo que exista nada que se parezca a algo así. Los días pasan como si fueran irreales, como si no fueran con uno. Hay un salto entre la realidad y lo que uno vive. No sabría muy bien cómo explicarlo. Como si un huevo se hubiera roto, se vaciara y luego se recompusiera hasta tal punto que creyeras que no ha pasado nada y la única prueba de que sí ha ocurrido es la yema y la clara esparcida fuera... A veces parece que nada pasa, pero en realidad sí ha pasado y es imposible volver a lo de antes.

Ya nada es lo de antes y nunca volverá a serlo, pero no como todo eso de que el tiempo es lineal y vamos madurando y vamos quemando etapas a medida que crecemos. Es otra cosa, es algo que no tiene nada que ver con nada. Es la constatación de que hay dos verdades igualmente válidas pero distintas, como si uno se diera cuenta de que el amor es en realidad otra forma de odio, pero sigue siendo amor y dulce y bueno, y todo lo que conoces de ello, pero que si lo partes por la mitad y miras su interior, no.






lunes, 6 de septiembre de 2021

Si me preguntaras qué es lo que importa

 


Si me preguntaras qué es lo que importa te diría que ya nada; que antes quizá era que te quedaras y volvieras a ser quien eras.

Ya no podré decírtelo.

Lo difícil de todo esto es que me voy a quedar con lo que tú no eras. No deberían dejar ver a los cuerpos inertes. No somos eso. Somos otra cosa que flota y vive para siempre, pero que no se ve y que no se escucha.

Siempre me quedaré con la sensación de que no hice suficiente, que la última vez que me miraste y pudiste mantener la mirada me dijiste algo que sólo tú sabías y que ya nadie más sabrá. Sospecho que sospechabas lo que iba a pasar y me dejaste el encargo de que cuidara de tus hijos.

Y lo haré. Me he dado cuenta de que no sé hacer otra cosa. No renuncio a nada a cambio de ello como sé que tú tampoco lo hiciste. Seguiré abriendo puertas hasta encontrar la buena, la que te lleva a alguna parte, la que guarda el premio grande. 

Seremos felices porque tú lo querrías así.

Seremos lo que tú querrías que fuéramos un día. 

Meritxell acabará la carrera y conseguirá un buen trabajo.

Gerard acabará por ser alguien en algún lugar en el que no exista el miedo.

Te lo prometo y pienso cumplirlo como lo hicimos al llevarte al lugar donde te fundiste con el infinito de nuevo y que tú habías dicho que querías que fuera tu punto final.

Conseguiste irte, no sé si en paz; la coherencia no se te daba demasiado bien, o al menos eso creía. Al final nos sorprendiste a todos. Estoy seguro que no fue tu intención, pero lo hiciste.

Creo que hoy lo voy a dejar aquí. Sé que a partir de ahora voy a escribirte casi todo lo que escriba. Tú decías que yo era de letras y era verdad. Para mí la ciencia es una montaña que escalar y no un sendero por el que disfrutar del bosque mientras se llega a alguna parte. Diría que en eso radica el secreto de casi todo. Creo que tú lo sabías.

Sabías demasiado para seguir entre nosotros y te fuiste antes de tiempo.

Hasta luego, hermanita mía. 

Hasta siempre. Siempre.


martes, 3 de agosto de 2021

Una semana

 



Ya han pasado nueve días. No sé si queda espacio para la esperanza. En realidad no sabemos nada... y en ese caso se aplica aquello de que todo lo que no sean malas noticias son buenas noticias. El caso es que mi hermana murió y resucitó hace nueve días. 

Se le paró el corazón, pero habían llegado los equipos de emergencia cuando pasó y pudieron reanimarla. No sabemos cuánto tiempo duró. El tiempo es el parámetro que mide su recuperación. A mayor tiempo en parada, más secuelas neurológicas. Escribo esto desde el optimismo, pero no puedo dejar de pensar que la vi como se había ido volando hacia el otro lado de las nubes, y que en el último momento regresó.

No sé si era su intención. Las personas tenemos una forma muy eficiente de destruir nuestras vidas. Supongo que romperlas poco a poco es menos siniestro que estrellarlas contra el suelo, pero en el fondo es lo mismo. 

Seguimos esperando. Desde el hospital llaman entre 1 y 3 de la tarde para darnos información y que estemos al corriente de cómo evoluciona. No nos dejan entrar por el protocolo COVID-19. Nada presencial. Todo ahora es a distancia. 

Me pregunto qué responsabilidad tenemos cada uno en las vidas que se destruyen a nuestro alrededor sin que podamos, aparentemente, hacer nada. 



martes, 20 de julio de 2021

Sabiendo cómo llegar

 

Me pregunto si todo esto que estoy haciendo tendrá una mínima oportunidad de llegar a alguna parte y si al final tendré la recompensa que había soñado tener.

La respuesta siempre es sí. 

Yo ya estuve allí y volví sabiendo cómo llegar.



viernes, 16 de julio de 2021

Título

 



Sé que nunca encontraré a alguien con quien compartir esas cosas que compartía contigo, que mi vida a partir de ahora va a ser una cuenta a atrás, como lo fue desde que nací hasta conocerte; y que el resto ha sido y será una espera, aunque esta vez sin esperanza.

Te voy a echar de menos aunque sé que seguirás sobre el planeta Tierra y descolgarás si te llamo, me responderás si te escribo, hasta que dejes de hacerlo y yo deje de volver a intentarlo. Y eso pasará porque tú ya tendrás tu vida y me olvidarás aunque te acuerdes y sepas quien soy y dónde vivo. Pero de otra forma, como se saben las cosas en las que no te va la vida en ellas. 

Como tu libro favorito hasta que llega otro mejor y coja polvo en una biblioteca y me pierdas en una mudanza.

Creo que a mí me va a ser más difícil, no podría asegurarlo, pero si es verdad eso de que atraemos lo que sentimos, yo voy a tener muchas tardes de no saber qué hacer ni qué ni a quién decir que encontré algo extraordinario.

Se me va a morir de pena el niño que vive en mí de tanto echarte de menos.



viernes, 9 de julio de 2021

martes, 6 de julio de 2021

El universo



Somos el lugar en el que convergen millones de eones de tiempo e infinitos lugares a lo largo de miríadas de galaxias. Porque estamos hechos de agua. Todo lo vivo está hecho de agua. Ni en el silicio ni en el carbono serán nunca la base de algo que vive. Quizá será el soporte, pero nunca la vida en sí misma. La luz y el agua  que corren por nuestras venas; los destellos de la corriente eléctrica pasando a través de nuestras neuronas, nuestras células, el ardor en la sangre, el brillo de los ojos cuando nos enamoramos, el llanto cuando perdemos a un ser querido... Somos esa extraña combinación de sol y sal el rayo a través de un océano en el que vive todo lo que nos construye la carcasa en la que habitamos y nos da cuerda al autómata del ser.

Luego todo se vuelve más complicado, porque quizá existimos y no existimos al mismo tiempo para vivir y no vivir en la sorpresa constante del fluir en la inmensidad de un universo que también existe y no existe al mismo tiempo, que es nuestro origen y nuestro punto de no retorno.

A veces pienso que tú y yo nunca deberíamos haber dejado de ser eso.

Pero luego me doy cuenta de que yo no tuve elección.

Y está bien así.


lunes, 5 de julio de 2021

La primera vez que supe quién o qué era



Me pregunto si todo lo caminado hasta aquí termina en aquella escena que escribí hace unos meses. Cada día que pasa estoy más convencido de que una parte de mí se ha salido de los cauces del tiempo y llega antes a los lugares a los que tarde o temprano acabaré desembocando.

No puedo negarlo. Ella me gusta y creo que yo a ella. No lo entiendo, pero creo que es así.

Recuerdo cuando estuve en Los Angeles y seguí la ruta de Arturo Bandini. Por entonces no había visto Drive. Luego se convirtió en mi película favorita de la década. Recuerdo que me quedé en el hotel Figueroa, a sólo unos pocos metros del Stapless Center, que aquella noche jugaban los Clippers y  Mónica me invitó a cenar a un local de por allí cerca. No sé qué ha sido de ella. Creo que acabó en Hong Kong, es lo último que sé. A veces siento el impulso de llamarla y preguntarle que qué tal, pero no sería adecuado.

Podría decir que fue la primera vez que me sentía capaz de muchas cosas por mi cuenta. Recuerdo alquilar un coche y recorrer la costa oeste desde Los Angeles a San Francisco, luego ir por Los Gatos hasta Sant Cruz y cenar en el muelle. Solo. Diría que esa soledad es mi estado natural. Luego lo he repetido varias veces a lo largo de mi vida.

Y es lo mejor.




La teoría de la humedad relativa



Bueno, ya sabes, todo este tiempo intentando encontrar la teoría y llegar hasta ella. Todos los días de mi vida buscando la relación entre lo que veo y lo que intuyo que es y me llega en un sueño. Estoy empezando a pensar que no tenemos ni idea de a cuánto estamos de la realidad y si sabremos llegar a ella, si la comprendemos como los peces son incapaces de comprender el elemento en el que se mueven.

Quizá la respuesta sea esa, que no podemos comprender el medio. Lo que no tengo claro, es cuál es la pregunta. A veces, cuando salgo de la mente, tengo la sensación de que soy consciente de lo que hay ahí fuera, pero sé que en realidad no lo sé porque me lo percibo con los sentidos que tengo y sólo puedo explicarlo con el lenguaje que sé.

Imagino que estamos limitados por todo eso: por lo que podemos percibir y por lo que podemos o no nombrar. Las matemáticas y la física es lo que más nos acercan de una forma limpia, pero no dejan de estar condicionadas por las premisas de lo que podemos imaginar o no. ¿Y si el lenguaje fuera en realidad la gran oportunidad y no el gran barrera? ¿Y si el lenguaje estuviera soportado por el elemento más común?

Somos al menos 71% de agua. ¿Y si todo (la belleza, el arte, el amor...) estuviera supeditado a la cantidad de agua disponible en cada momento? ¿Y si alteráramos artificialmente la cantidad de agua disponible para comunicarnos con los demás? ¿Si la información fuera fotón y onda al mismo tiempo y descompusiera la molécula de agua en hidrógeno y oxígeno como si se tratara de un lenguaje binario universal que se alterara y transmitiera al instante todo lo pensáramos, sintiéramos..., deseáramos, a través del tiempo y del espacio?

Significaría que somos el universo dentro de un universo con el que interactuamos siendo un todo. Todas las moléculas de agua del infinito conectadas entre sí por entrelazamiento cuántico. Todo está ahí, esperando a ese rayo de luz que lo convierta en un destino.

¿Podría nuestra voluntad alterarlo?


 

martes, 8 de junio de 2021

Creo que todos lo sabían menos yo


 

Me gustaría saber contar historias, pero no sé. Me he pasado los últimos quince años intentándolo y he llegado a la conclusión de que nunca voy a saber hacer nada en la vida. Ni los premios ni las patentes, ni nada de nada de lo que he hecho merece la pena.

Lo daría todo por saber contar historias. Cerrar, irme y saber hacer algo de verdad.

U otra cosa.

No sé.



Ella




No sé si en realidad Ella me gustaba tanto como para hacer lo que hice. Creo más bien que me sentía identificado con esa habilidad que tenía de tomar siempre malas decisiones. Cuando nos vimos por primera vez lo supimos en seguida el uno del otro; creímos que el otro sabía cómo hacer las cosas bien, pero en el fondo teníamos claro que éramos dos perdedores a la espera de un golpe de suerte. 

Yo creí que mi suerte era ella y ella pensó que yo era la suya. Todas las historias que acaban mal empiezan así de bien. Y con mucho sexo. Es fácil poseer lo que siempre has estado esperando y es difícil no volverse adicto a según que personas, no por lo que son si no por lo que te hacen sentir que eres. Y Ella me hacía sentir invencible, estar en racha, que todo lo que pudiera salir mal acabaría por salir bien. Todo eso y más. 

Hasta que un día descubres que nada es lo que parece, que detrás de algo así no hay lo que creías que había. Quizá por eso amamos tanto el dinero. Porque el dinero no miente. Y quizá por eso es por lo que de estar eufórico pasas a tener miedo. Porque el miedo tampoco miente.



lunes, 7 de junio de 2021

Todos los océanos

 


Probablemente sea otro síntoma más de que no estoy demasiado cuerdo, pero a veces te llamo sólo para saber si tu teléfono está activo, porque aunque sé que los muertos no responden a llamadas inoportunas no sé si eso aplica para los suicidas que dejan cartas en las que no cuentan nada, en las que no se despiden de nadie, que sólo dicen hasta pronto. Nadie merece tu ausencia, te lo aseguro. Si respondieras a una sola de mis llamadas, lo sabrías. Lo hago porque así sigues existiendo y de alguna forma no te dejo ir a donde quiera que quisieras irte. 

No sé si habrá un lugar en el que tengas lo que no tuviste aquí, pero sé que no encontrarás a alguien que te quisiera como yo y que, de alguna manera, me echarás de menos casi tanto como yo a ti.

Y eso, ya es añorar muchísimo.

Me he mudado al interior. No soy capaz de ver el mar. El lunes fue el primer día en que creo que no pensé en ti y el martes me sentí culpable hasta que me quedé dormido. Han pasado diez años y creo que sigo soñando contigo.

A veces pienso que si vivieras ya estaríamos divorciados y ya hubiéramos rehecho nuestras vidas con otras personas y nos hubiéramos olvidado el uno al otro de la única forma que se puede: llenándolo todo con otro todo distinto.

Nos veremos pronto, creo. No sé si existe el tiempo donde estás y si para ti habrá pasado la misma eternidad que aquí. 

Somos pequeños destellos de luz en una oscuridad infinita.

Pero tú y yo brillábamos al unísono.

Al principio no era capaz de perdonártelo, pero ahora ya sí. Sigo sin comprenderlo, pero está claro que no eras lo suficientemente feliz a mi lado, lo que deja claro que nunca supe hacerte feliz. No me deja en demasiado buen lugar, ya lo sé.

Es algo que le queda a uno siempre: la idea de que en el fondo uno es culpable de no llenar la vida de quien lo merece.

Creo que todo esto lo escribo para ti. Sé que, en cierto modo, lo acabarás leyendo. De alguna forma que no sé explicar sé que ahora formas parte del mundo, de las corrientes marinas, de la lluvia, que los átomos que te formaban se dispersaron en mil direcciones distintas y ahora forman parte de ese todo que nos envuelve y que al amarlo, puedo seguir amándote un poquito.



viernes, 4 de junio de 2021

El hombre globo


 

Penny



 Penélope ha vuelto a casa. No se adaptaba a su nuevo hogar. La veterinaria me ha dicho que le hemos hecho sufrir sin motivo, que ella está bien donde está aunque pase tiempo sola. "Piensa que la edad que tiene equivale a entre 110 y 120 años en una persona" me dijo. De momento le inyectamos vitaminas, pero apenas es capaz de estar de pie y se pasa todo el día tumbada en el sofá. Sólo viene a comer cuando le pongo y a veces viene a tumbarse a mi lado en la cama para estar en contacto conmigo. Me mira en silencio, queriéndome mostrar algo que va más allá de las palabras. Me recuerda a cuando murió mi padre y sus últimos días cuando, él sí con palabras, me iba dando a entender que sabía que se estaba muriendo.

Me tengo que ir haciendo a la idea de que pronto se irá al cielo de los gatos a reunirse con Ulises. En el fondo la envidio un poco: yo también echo de menos a Ulises. Esta vez no voy a obligar a Penélope a comer y beber por la fuerza porque ahora sé que fue alargarle el sufrimiento a Ulises. Espero que se pueda ir en paz y que viva sus últimos días con la tranquilidad que siempre se ha merecido. 





Tienes un e-mail

 


No soy un hombre especialmente duro. Tan sólo conmigo mismo. Creo que, por alguna razón, merezco un castigo que nunca llega. Dicen que es algo así como el síndrome del impostor, que uno cree que no merece lo que tiene y que, en realidad, le corresponde algo peor. No sé si esto lo acabo de explicar como realmente lo siento, pero se le acerca bastante. Básicamente pienso que todo es una puta mierda y que demasiado bien estoy para como debería sentirme.

El lunes llevé a Penélope a una casa de acogida. Llevaba sola desde que murió Ulises y había adelgazado mucho en muy poco tiempo, así que la llevé al veterinario y después de cobrarme un dineral me dijeron que estaba bien, sólo estaba viejita y comía menos. En realidad es mucho más que eso. Apenas come y se pasa el día durmiendo o subiendo a la terraza a llamar a Ulises. Se me rompe el alma cuando la veo. Me dolía que pasara tantas horas sola. Había pensado en llevarla a la oficina para que estuviera conmigo todo el tiempo, pero no creo que fuese la solución. 

Cuando la dejé en esa casa me dejaron una chaqueta porque hacía frío y yo iba en manga corta. La dueña dice que Penélope no hace más que oler la chaqueta porque reconoce mi olor. Nada ni nadie te va a querer como un animalito. Ningún amor va a ser tan puro ni vas a crear un vínculo tan fuerte. Eso es algo que aprendí hace tiempo. 

Creo que está en mejores manos que en las mías. Tiene cariño y presencia las 24 horas del día y eso es mucho más de lo que ha tenido los últimos meses. Se está adaptando bien. Merece que la cuiden los últimos días de su vida, porque tal y como la veo, me recuerda a cuando Ulises perdió tanto peso. Creo que Ulises murió de pena porque yo dejé de dormir en mi casa y que Penélope morirá de pena porque Ulises ya no está. 

Lloré cuando murió Ulises. Y lloraré cuando muera Penélope aunque sea dentro de mucho tiempo y no haya convivido con ella desde el lunes. Ya he dicho que no soy especialmente duro. Nadie puede vivir sin amor. Sin darlo ni recibirlo. Es por eso que creo que hay tantas mascotas, porque ya no sabemos dárnoslo de ser humano a ser humano de manera genuina y lo buscamos en los animalillos. Lo hacemos para no sentirnos basura, para poder amar a algo o alguien porque lo necesitamos.



viernes, 14 de mayo de 2021

Todo acaba por regresar


 

Me dice que estoy acabado, que el tiempo se me está acabando y me quedan demasiadas cosas por hacer, pero que eso yo ya lo sabía, que no sé decir que no, que en eso consiste ser débil, en no saber poner límites a los demás ni a uno mismo. 

Podría rebatir lo que dice pero sé que es inútil, los dos sabemos que es verdad; que la vida es demasiado grande para querer comérsela uno a bocados, que hay que ir despacito o tener suerte y de eso no voy sobrado. 

Te queda poco tiempo, dice. 

De momento no le voy a hacer caso.

El bicho me mira complacido desde su rincón. Sabe que pronto será su turno y sabe que en ese momento él tomará las riendas de nuestro destino... 



lunes, 19 de abril de 2021

Cuando todo esto se acabe.



 Todos somos el amor de la vida de alguien. Mentiría si dijera que tú eras el mío, pero ya sabes, las palabras sustituyen con tanta facilidad a la realidad que no sabría distinguirlo. Creo que durante un tiempo sí, cuando te escuchaba al leerte, pero bueno, no es fácil hacerse una idea de algo que no ocurrirá nunca. Sospecho que alguna vez pensaste en pasar por delante de mi casa de incógnito.

A veces yo pasaba por delante de la tuya, en google maps, claro, pero creo que me equivocaba. Incluso cuando un día me descubrí leyendo una novela en la que el protagonista era de donde tú. "Cuadrante Las Planas" creo que es la novela más rara que he leído nunca. Estaba bien. Aunque luego todo hubiera podido ser un sueño o un delirio de alguien que ni siquiera estaba ahí. 

No sé si es verdad o no, pero las cosas van a cambiar más de lo que en un principio creía. Al principio me gustaba la idea de que todo fuera hacia adelante, pero ahora no. Estos días me pregunto en qué me he equivocado y por qué sigo en marcha por este camino. Y no lo sé.

Siempre digo que no cambiaría nada, pero la verdad es que lo cambiaría todo.



Somos muchos "algo muy pequeño rodeado de un gran vacío"

 


Casi todo lo que hago y pienso me lleva a la conclusión de que no entiendo nada. De que lo hago todo demasiado complejo. Cómo escribo es un ejemplo. 

Me gustaría escribir como antes 

Simple

Describir personajes y ya está

Siento que vivir se me ha ido de las manos, que todo se ha vuelto incontrolable.

Un buen amigo dice que un día me moriré y habré dejado detrás de mí un montón de novelas no publicadas que serán como un tesoro.

Daría lo que fuera por ser la persona que estaba destinado a ser.



No hay



Me gustaría empezar alguna frase con la certeza de lo que quiero decir. Nunca sé cómo va a acabar lo que empiezo, y eso es algo que está presente en todas las facetas de mi vida. En el trabajo, con la familia... así que me dejo llevar en medio de un caos incomprensible en el que viajo medio perplejo, sin saber qué va a pasar porque no sé planificar qué es lo que tiene que ocurrir. Antes de ponerme a escribir este párrafo no tenía claro que iba a hablar de eso de no tener nada claro.

Creo que este blog es un ejemplo de ello. Es un galimatías descomunal de más de mil quinientos post que no llevan a nada. No hay historia ni mensaje, sólo palabras unas detrás de otras intentando no resultar demasiado sueltas las unas de las otras con pocos o nulos resultados. Al cabo de un rato de estar escribiendo me vienen algunas ideas que voy anticipando, pero tampoco creas que son muchas. Lo único que tengo claro es que te escribo a ti aunque no me leas. Ya no tengo otra voz literaria que no sea la de susurrarte al oído lo que no soy capaz de decir con la boca.

Ya no leo como antes ni me intereso por escritores nuevos. Releo a autores que ya he leído antes y me sumerjo en novelas de aguas tranquilas que sé que no me van cubrir lo suficiente como para que me ahogue en un nuevo e irrenunciable viaje.

En algunas ocasiones me nace una novela del pecho y paso meses escribiéndola en mi cabeza, pero no llego a más que dos o tres intentos de inicio o de escenas que son demasiado malas, lo suficiente como para descorazonarme y posponerlo. Cuando leo que alguien ha escrito diez o doce novelas le admiro con toda mi alma, porque entiendo que es tan difícil que sólo por eso merecería un reconocimiento mundial. No me importa si son buenas o malas (todas son buenas); joder, tienen que ser buenas. 

Entonces siempre pienso que el que ha sido capaz de tal hazaña es capaz de planificar lo que va a escribir y encima lo hace bien, y que yo no soy capaz ni de saber qué estoy escribiendo en estos momentos hasta que dentro de un rato lo haya releído y quizá le encuentre un sentido. Es como si mi voz literaria tuviera una memoria de pez: tan a corto plazo que no sabe qué le espera detrás del siguiente punto y seguido, por mucho que haya imaginado toda la orografía del río.

Y aquí estoy; cinco párrafos más tarde tratando de saber qué estoy haciendo. Frente a un lugar que no conozco y que no sé cómo atravesar con dignidad ni sentido. 

Lo que sí que tengo claro es esa conciencia de cruzar la vida como si fuese un lugar extraño, algo que no es mío, que no entiendo, que no puedo sujetar ni al que agarrarme para sentirme seguro, como en los cuentos cuando el niño debe atravesar un bosque encantado. 

Creo que, definitivamente, vivir no es lo mío. Quizá por eso me aferro a las rutinas, que es el sucedáneo de la seguridad porque la repetición no puede sorprenderte. Quizá por eso dicen que es mejor lo malo conocido, aunque no estoy seguro, porque hace años que me lancé a por toda esa mierda de perseguir los sueños... y eso para alguien que no sabe ni cómo va a acabar esta frase es complicado.




jueves, 18 de febrero de 2021

Más allá del profundo mar.


 

Me gustaría saber que en el otro extremo del hilo de araña van las cosas bien, que el tiempo se detuvo lo justo (y en el instante preciso) para empezar de nuevo dándole la vuelta, como cuando giramos un reloj de arena; que aunque el viento sea cada vez más fuerte y el calor más caliente, y los días más imprevisibles y las épocas cambien más rápido, me gustaría saber que todo está bien; que los niños están bien, que hay más y mejor de lo que puede haber más y mejor.

Porque sé que la mayor parte de las verdades cambiaron y que las cosas importantes se volvieron otra vez importantes, y que los mamuts y los unicornios volvieron a extinguirse porque ya no caben en la realidad de los que imaginamos mundos perdidos; que tarde o temprano nosotros también nos extinguiremos porque apenas somos burbujas emergiendo desde el fondo del océano hasta la superficie para fundirnos con la inmensidad del cielo. 

Y saber eso me vuelve más vulnerable a lo que puedo ser y a lo que he sido (sospecho que no varía mucho lo uno de lo otro), y me gustaría creer que me queda algo de aliento y eso quizá quiera decir que también algo de vida.

Vida: Agua y aire. Espacios infinitos entre millones de millones de átomos vacíos. Minúsculos pedazos de elctro-materia asombrados ante la inexplicable luz en una total oscuridad. Eso y poco más. Los sabios del mundo se pasan siglos tratando de averiguar qué es la vida, y quizá la vida sea sólo eso: esa luz y lo que alumbra. Como eso de que nada existe si no lo miras.

 Luz como la que desprenden algunas personas; como la que se prendía en mí cada vez que te leía o te pensaba. Creo que eso nunca lo sabrás. Es más, no podrás saberlo ni aunque me estés leyendo ahora y acabes esta frase en un punto y final y te frenes justo antes de que se convierta en un abismo.

Aquí quise dejarlo.

Pero no pude. Uno no es dueño de su vida. Es la vida la que lo atraviesa a uno: lo quema o lo mantiene iluminado. Lo envuelve y le condiciona.

La materia y lo que se crea y se destruye versus  lo que no se ve y lo abraza y lo parte.

Por eso estoy convencido de que cuando muera seguiré existiendo, porque hay un sol que nos alumbra a ratos y ahí fuera está todo eso de la materia oscura, la anti-materia y esas cosas que cuentan los viejos físicos para asustar a los jóvenes matemáticos. Eso y porque sé que tu burbuja y la mía emergerán desde el fondo del océano para fundirse con ese cielo infinito y entonces sí (tú y yo) seremos una maraña de átomos bailando entre las corrientes de aire y luz que nos arrastren hasta ser el agua (tú el hidrógeno y yo el oxígeno) de la gota de rocío que condense sobre el hilo de araña que nos une y que, como mamuts y unicornios, también acabó por extinguirse.

Aunque yo siga creyendo en ellos aún.

Y quiera seguir creyendo hasta que se apague el último sol de la última galaxia y ya no haya ninguna posibilidad de seguir haciéndolo.


Nada se acaba mientras algo brille y otro algo sienta de alguna forma que ese algo brilla.

Siento que nunca me voy a enamorar como me enamoré de ti.

"de tú"



lunes, 4 de enero de 2021

Casi, casi nada


 

Bueno, ya sabes, este año va a ser el año. Empecé a escribir la novela y ya llevo unas páginas. Esta vez no la voy a ir publicando en el blog, sólo la voy a ir dejando en borrador y a tratar de pasarla a limpio. Está hecha de escenas y de entrelazar tres generaciones de una misma familia. Supongo que es más de lo mismo y mi forma de escribir no es demasiado efectiva, pero lo estoy intentando y creo que lo estoy logrando a veces. Ahora no me obsesiono con dejarla escena acabada, sólo la dejo ahí y se que crece por sí sola, soy capaz de verla más grande unos días más tarde y la reescribo hasta que crece como la maleza y luego la podo como a un seto.

Y sigue creciendo.

Me gustan los personajes menos el protagonista. Es una búsqueda del origen del malestar interno de alguien y de cómo cambia su percepción de la vida y de la fatalidad, de cómo nos enfrentamos a ella y de cómo las cosas cambian si cambias la forma en la que las enfrentas y de que eso es casi imposible, porque vivimos bajo influencias que ni siquiera somos capaces de imaginar porque no son nuestras, son vivencias de otras personas que absorbemos nada más nacer, de sus odios y sus resquemores, de sus deseos no cumplidos y de algo que nos envuelve y lo transmite. No sé cómo ha nacido esa idea en mí, pero lo cierto es que hace años que mi vida me ha llevado a buscar ahí, en ese recóndito no tiempo ni espacio en el que habitamos en realidad.

Un simulacro de vida el que no somos nadie ni tenemos un futuro y el pasado que creemos tener tampoco es nuestro hasta que un día algo nos hace decantarnos hacia ese otro lado de las cosas, donde la materia es cada vez más ligera hasta desaparecer en el vacío de los átomos, en el que sólo tenemos conciencia de ser y por tanto, de que somos 99,99% un hueco abarrotado de nanocometas en forma de electrones y protones, y del que la mayoría de ellos pertenecen al oxígeno y al hidrógeno del agua. Un agua que no nos pertenece, que se evapora y que nos inunda, que está en equilibrio con el vapor de agua que nos envuelve...

... dicen que el agua llegó de las estrellas a bordo de asteroides y cometas, que es algo así como lo más extraterrestre que existe en este planeta. Dicen también que se comporta de forma poco común y distinta a como debería comportarse, que si diriges malos pensamientos lo sabe y si le aplicas otros más armónicos ella se vuelve más predispuesta a mejorar su entorno, como un gato que ronronea cuando lo acaricias y que huye de ti si te molesta.

Supongo que la historia no tendrá mucho sentido al principio e irá tomando forma. Me hubiera gustado subirla al blog para que fueras leyéndola, pero no sé si sigues entrando. Sé que que todo ha cambiado y me resisto a saberme una molestia e intentar ser lo que no soy. He llegado a una edad en la que lo que se me da mejor es meter la pata. Falta de reflejos o perdido en un rol que ya no me corresponde, qué se yo, pero el caso es que no quiero resultar patético, aunque a veces pienso que ya es demasiado tarde, porque el caso es que los últimos diez años no he dejado ni un solo día de pensar en que llegaría el día en el que todo se acabaría y que lo haría precisamente como imagino que acabará sucediendo. Siempre he tenido la sensación de que he gastado mis siete vidas en esperar trenes en la estación equivocada, en la que no paraba el expreso a Boulder, o que si, maldita sea, por casualidad parase no tenía el billete adecuado.

¿Sabes? Estuve tentado de llamar Arturo a mi personaje principal, y convertirlo en un antihéroe, pero luego pensé que quizá debía salir de eso, y escribir algo serio, algo a lo que Bandini hubiera aspirado escribir algún día.

A veces me da la sensación de que sólo soy yo cuando te escribo y que todo esto me ha salvado la vida al tiempo que la ha dejado sin tiempo, y que en el fondo, lo que espero no es que el tren se detenga y yo pueda subirme, si no que pare y tu bajes, aunque luego vuelvas a subir y te vayas a California y yo me quede en Colorado.

Por cierto, mi novela tiene una parte americana, en la que visito Coney Island y pasan cosas.