domingo, 30 de junio de 2019

Elevar la vibración

Pues eso. Que es mejor irse arriba que irse abajo.


viernes, 21 de junio de 2019

Átomos que no regresan


No sé. Creo que lo hubiera dado todo. Hubiera sido una mala pareja, porque nadie cumple las expectativas acerca de algo que nunca tuvimos claro de qué estaba hecho. Porque dos personas son dos galaxias que colisionan, historias familiares que casi nunca encajan. Y bueno, yo... yo no sé ser otra cosa que lo que soy.

No sé si voy a estar muchos años más aquí. Quiero decir que eso en el fondo nadie lo sabe. Busco fórmulas para seguir adelante, pero eso no es lo mío. Si de algo estoy seguro es de que las cosas nunca salen como un oquiere y hay que tener un plan B. Y yo ya me he quedado sin planes hace tiempo. Bueno, no es del todo cierto. Siempre tengo una puerta abierta por la que salir huyendo.

Lo cierto es que ella llegó hace unos días a Barcelona y sentí la gravedad acentuarse en dirección al Este. Diría que mi cuerpo sintió que aterrizaba y salía del avión, aun a sesenta kilómetros de distancia; que algo se liberó en mí, que llegué a una especie de paz que ya no recordaba. En el fondo, todos somos prisioneros de los hechos que no controlamos. Me pasé diez años sin saber dónde estaba y ahora... ahora estaba aquí.

Si me hubiera llamado nada más bajar del avión creo que no hubiera podido soportarlo. Fue mejor así, que no lo hicera, pensar que pensaba mientras llegaba y que tenía verdaderas ganas de verme hubiera me hubiera dejado sin saber muy bien qué sentir. Hacía años que el rencor había desaparecido. Reconozco que sólo pude sentir tristeza durante mucho tiempo.

Me llamó al cabo de cuatro días. Y sí. Llegó el día y la hora en la que yo sentí que llegaba. A veces tengo la extraña sensación de que, en realidad, me apegué en exceso a ella y cuando se fue no le dio tiempo a volver a esa parte de mí que estaba junto a ella.

Quiere que nos veamos el jueves. En un lugar céntrico, una de esas avenidas para turistas que ya casi todas las ciudades del mundo han llenado de franquicias y tiendas de lujo. Me hubiera gustado que fuera en algún lugar del barrio donde vivimos juntos, pero porque a mí aquel barrio me gustaba de verdad, no sólo porque vivía con ella, sino porque me gustan las calles sin coches y la gente que acaba por sonarte de tanto verlas.

Dijo que tiene ganas de verme, y sé que es verdad porque aquella parte de mí que no volvió cuando se fue ha estado pegada a ella todo este tiempo.

Siempre lo supe.

Y no sé el porqué pero hoy el día es más oscuro, como si hubiera estas casi dos semana que pasarán entre que ella llegó y el jueves que viene fueran un misterio dentro del misterio en el que se convirtió cuando desapareció.

Dicen que no hay nada peor que la incertidumbre si ésta se mantiene durante mucho tiempo.

Y yo, todo eso, lo suelo llevar bastante mal.

martes, 11 de junio de 2019

Toda la vida



Todo tiene un espacio en el que ni tú ni yo coincidimos.

Confieso que pienso en ti casi todos los días, que se me hace un agujero negro en el hueco donde debía de estar el corazón.

Supongo que el miedo siempre fue más fuerte que yo. Hace poco que creo que sé de dónde viene y bueno, ya se sabe que uno no es lo que es sino lo que le acaba dejando ser la vida.

Que no elegimos dónde nacemos ni de qué raza somos, en que cultura nos educan, en que des-dios creemos.

Aún no te echo de menos porque pienso en ti casi todas las tardes, cuando el mundo se va callando y deja escuchar lo que siento.

domingo, 9 de junio de 2019

Todo empieza ayer


El tiempo ha ido pasando y aquello desapareció como si no hubiera existido nunca. Pero este fin de semana me vi de nuevo ahí, en ese momento en el que estoy convencido de que cambió mi vida y que he borrado de mi cabeza, porque cuando era sólo un niño decidí que lo iba a olvidar. Desde el mismo instante lo borré. No creo ni que durara un día.

Creo que dije que me había caído.

Creo también que fue mi primera mentira de verdad.

Y también creo que me convertí en la persona que soy ahora, por omisión. Porque hay cosas a las que no les puedes hacer nada una vez sucedidas.

Somos una hermandad que nos reconocemos en los silencios. Sólo tienes que hablar y el otro entiende sin decir nada. Hay olvidos comunes, patrias chicas de las que uno siempre será un expulsado, heridas que cicatrizarán mal y que transmitiremos a otras generaciones queriendo protegerles del sinsentido del mundo.

Hay días en los que uno se descubre siendo una persona distinta a la que cree que es y se pregunta qué hubiera sido de haber continuado con lo que iba a ser, saber de ese universo paralelo donde no nada de aquello ocurrió.

Cerrar los ojos y llenar los pulmones y ensoñar con ser el niño que creció sin mentir a su madre del porqué lloraba.

Pero todo se cura. El terror y quedarse quieto mientras se acercan.

Con el tiempo he vivido solo, he viajado solo, he intentado creer que podría hacerlo todo por mí mismo. Peo es mentira. Sigo en el mismo sitio y dependo de lo mismo. Soy aún aquel niño que mintió sin saber muy bien por qué.

Quizá debí dejarme ir y soltar el peso y salir volando.

Ver el deseo en los ojos de los adultos. Ahora entiendo la sobreprotección de mi madre hacia mí. Y cómo ha cambiado el mundo, cada vez com más información de todo lo malo. Creo que hoy entiendo y me he pasado años mirando hacia otra parte.

Hoy he entendido el deseo como terror y la luz como oscuridad.

Me hubiera gustado poder contar las cosas de otra forma.

Esta noche tuve un sueño. Una perrita había dado luz a un montón de cachorros del tamaño de un dedo. Eran grises y estaban en medio de la calle, en un asfalto irregular que los hacía casi invisibles. Entonces llegó un coche y ví que no los veía. Y quise pararlo pero no me hizo caso y les pasó por encima y los aplastó. Los fui recogiendo uno por uno y empezaron a corretear como si estuvieran vivos, pero no tenían ojos. Sólo sobrevivieron dos, los que estaban con la madre. El resto siguieron moviéndose y crecieron, pero en realidad yo sabía que no estaban del todo vivos.

A veces uno toma decisiones y otras la vida las toma por uno.

A veces olvidamos.

A veces sólo salimos adelante.

Y sin embargo, hay algo tan fuerte dentro nuestro que puede con todo.

No sé lo que es, pero le doy las gracias por sostenerme.