viernes, 24 de marzo de 2023

miércoles, 22 de marzo de 2023

Sé que no hay un destino, pero te juro que daría lo que fuera para que existiese uno y poder gastarlo junto a ti.


Ya hace días que C ha dejado de llamarme, puede que sean dos semanas.

Y tres días.

Y una hora.

Y diecisiete minutos.

No lo sé con certeza, sólo he hecho un cálculo mental rápido. Soy así, detallista cuando ya no hay remedio, cuando se ha acabado la época de tener detalles con las personas que deben importar porque en realidad importan. Lo de siempre: querer estar en otra parte cuando has estado ahí y querer haber estado ahí cuando estabas buscando estar en esa otra parte que nunca encontraste porque no existía.

N me llama casi todos los días. Dice que tiene ganas de verme, que tengo que salir y que me dé el aire. N tiene una idea de mí que no se corresponde con quien soy en realidad. Con N siempre estoy en tensión, tengo miedo de decir algo que le moleste. Nunca hemos discutido, pero creo que discutir con ella es una mala decisión. Hace años estuve colado por sus huesos, la amaba hasta que me dolía todo el cuerpo. Siempre pensé que estaba fuera de mi alcance, nunca pensé que ella acabaría insistiéndome para que saliéramos los dos solos, como en una cita. Solía pensar en que ella tendría cosas mejores que hacer, así que nos hicimos amigos. Creo que en el fondo sí hubo una atracción mútua al principio aunque yo no me lo acabase de creer, entonces apareció aquél chico alemán y se hicieron novios casi de inmediato. Recuerdo que me invitó a la fiesta en la que lo conoció y yo no fui porque me sentía poco para ella, que creía que los demás pensarían que qué hacía una chica como ella con alguien como yo.

No sé qué decir al respecto, creo que podría escribir mucho acerca de ello y no cambiaría nada las cosas. Ahora nos vemos de vez en cuando, intento pasar poco tiempo con ella con alguna excusa, creo que es de esas personas de las que uno no debe volver a tener esperanzas, en realidad me pasaría la vida en tensión, queriendo ser alguien que no soy para gustarle, alguien que sufriría por perderla. No se puede perder lo que no se tiene, no se puede tener lo que no se desea tener aunque lo hayas deseado con tantas ganas que te temblaban las piernas, no podías dormir, y quizá llorabas algunas veces por no haber ido a aquella fiesta con ella.

Hace días que sé que tengo que llamar a N y disculparme por no haber ido a su casa cuando le dije que sí iría. Creo que ella ya sabía que no lo haría, en el fondo piensa que no me importa, pero no es eso, es que deseo que no me importe. A veces me pasaba algo parecido con C. Me gustaba la forma en que me quería aunque yo no supiera el porqué, pero al mismo tiempo tenía miedo de que alguien como ella se diera cuenta tarde o temprano de que no merecía la pena estar con alguien como yo y acabase por tirar la toalla.

No sabría decir por qué pienso esto acerca de mí, pero es algo que siempre he pensado, que no merezco que nadie pierda el tiempo conmigo, que por mucho que me esfuerce acabaré tirándolo todo por la borda, que no puedo dar nada de mí que dure en el tiempo. Es algo que he ido asumiendo a base de fastidiar relaciones una detrás de otra. Nunca cumplo las expectativas, no puedo mantenerlas en el tiempo.

Me pregunto si todo esto vale la pena o no.

Mientras duermo algo me susurra al oído que no.

Tan seguro estoy que no existe un destino como que éste me alcanzará cuando menos me lo espere. Esa voz que no es mía y que oigo a veces me dice que el tiempo se está acabando, que todo se quedará en un sueño, en una posibilidad que nunca termina de concretarse, en un quizá o en un ojalá que no llegará a ser un Sí o un No. 

A veces me duele físicamente no haberlo ntentado con todas mis fuerzas, en no haber creído lo suficiente que podía quererme de verdad, en creer que en realidad sí que existe un destino en el que estaba gravado su nombre junto al mío, un destino con ella y conmigo cogidos de la mano, con más días de fuego que días de hielo.

A veces pienso que se me ha ido la vida limpiando el desagüe por donde se me drenaba aquello con lo que se construye lo que sea eso en lo que nos convertimos cuando llegamos a adultos, cuando llegamos al tiempo en el que dejamos de preguntarnos quienes somos porque ya no importa la respuesta o porque ya no la necesitamos.

Echaré de menos esta lucidez, volveré a sumergirme en un lugar y tiempo impreciso. Quizá conozca a otra C que no será C y seguiré haciéndome preguntas mientras la vida transcurre. Y aparentaré ser de piedra y acero, y seguiré dando respuestas improvisadas que confundan a la realidad (aunque nunca lo que está por venir) y me permita creer que los días no son una cuenta atrás hacia el olvido.

Como si para salvar la capacidad de recordar y así reconocerme tuviera que engañrme a mí mismo y a los demás todos los días; que esa falsedad sea lo único estable y verdadero que tengo que ofrecer, la que me mantiene a este lado de la frontera que me separa del más allá.





jueves, 16 de marzo de 2023

La indestructible realidad de la que huimos

 C se va de mi vida; cosas que pasan. 

No puedo evitarlo. 

Se la lleva la corriente aguas abajo de una vida que sólo le pertenece a ella y en el que bastante tendrá con tener tanta suerte con su nuevo novio como yo la tuve con ella.

Ha llegado el momento de soltar el hilo que me une a su alma, deshacer el nudo que até a mi dedo meñique y que creía que sería para siempre. Técnicamente dejaré de ser una marioneta, ya no moverá sus pestañas y yo moveré mi mano arriba o abajo al unísono. Seré libre en un mundo donde la libertad será peor que pertenecerle.

Voy a echar de menos la bondad con la que se enfrentaba al mundo, su capacidad para no enfadarse nunca, para encontrar lo bueno de las cosas que no son tan buenas, todos aquellos momentos en los que necesité necesitarla y ella estuvo ahí, invisible pero presente, dueña de un respetuoso silencio que sólo conoce abrazos. A veces me pregunto cuánto tiempo queda suspendido, ese que no notas que pasa, me pregunto también si el suyo y el mío fueron distintos, si las horas que pasó a mi lado en los malos momentos fueron un suspiro o una inmensidad inabarcable.

Me gustaría pensar que no hubo tanta diferencia, pero dentro de mí habita la certeza de que no puedo medirlo igual, ni tan siquiera aproximado el uno del otro. Dicen que el no dormir libera suficiente cortisol como para que la química cerebral te vuelva más huraño. No sabría decir si fue eso, o si no tomé las decisiones adecuadas, o si yo ya era así mucho antes de conocerla, aunque si lo pienso con detenimiento creo que sé la respuesta, y la sé porque hubo un momento en el que tengo la certeza de que C me quiso y si de algo estoy seguro es que no podía querer a alguien como el que soy ahora. Ese que ha sustituido al que solía ser.

Ese del que quisiera huir junto a ella.






sábado, 11 de marzo de 2023

Amar también es fingir que no te duele tanto que hayan dejado de quererte




C se fue definitivamente de mi vida. Lo hizo de una forma elegante y discreta, claro que yo ayudé en lo que pude; no volví a llamarla. Me dijo que lo mejor sería que hubiera un tiempo prudencial en el que no nos comunicáramos y comprendí que había decidido que el tiempo y la distancia hilaran una tela de araña donde atrapar cualquier amago de buenos recuerdos. 

Hace años, cuando holandesita me dejó y fui a ver a una psicóloga me dio una pauta que al final fue acertada: tres semanas sin hablar, sin llamar, sin hacerme el encontradizo y todo se calmaría. No funcionó para mí. Seguí echando de menos a holandesita al menos tres años, pero a ella le vino bien para desengancharse de mí. 

Así arda en el infierno aquella psicóloga de la que ya no recuerdo ni su nombre.

Funcionará para C, que necesita ese tiempo para olvidarme. A mí me quedarán otros meses más, quizá algún año. No se me da bien desprenderme de las personas que quieren desprenderse de mí. Por el contrario, se me da bien olvidar a quien no me importa, por lo que llego a la conclusión que a C ya no le importo.

Y hace bien (si es que eso fuera una acción).

Al final las cosas vuelven al lugar al que pertenecen. Dentro del caos siempre hay un orden invisible en el que vuelvo a estar solo.

Ahora más que antes.

Podría decir que eso no me importa, pero es que ya no me importa casi nada...


Hoy es mi cumpleaños y C me llama para felicitarme. Ha roto la regla de las tres semanas. Me dice que me echa de menos, que no sabe si va a poder vivir sabiendo que yo sigo existiendo en otra parte y no vamos a volver a hablarnos.

Le digo llegará un día que no se acordará de mí, como no se acordaba de su ex cuando estaba conmigo, que hay un punto de saturación de recuerdos, un número finito de personas a las que podemos tener presentes, que un día tendrá hijos y todo quedará reducido a un puñado de personas-satélite orbitando su día a día y que es lo que suele organizar el tiempo cuando va teniendo espacio para ello.

"Somos el amor imposible de alguien que ni siquiera sabe que existimos" le digo "o que ya no se acuerda de nosotros". Me gustaría pensar que a mí me pasará lo mismo. "Un día yo también dejaré de pensar en ti" le miento. "Somos hijos del presente".

Me sorprende que sea yo quien hable de olvidar cuando estoy siendo yo el que más tiempo libre tiene. Al fin y al cabo ella sigue con su nuevo novio, y sólo me llama para que seamos amigos, para que yo pueda fingir que no me pasa nada y así ella pueda estar segura que no me ha hecho tanto daño.

A veces amar es fingir que no te duele tanto que el otro deje de amarte.

Creo que C no se irá para siempre, creo que lo intentará una y otra vez hasta que ya no le importe, que poco a poco se espaciarán más las llamadas, hasta que quizá tenga hijos, hasta que un día se olvide de felicitarme por Navidad o mi cumpleaños. Olvidarse de algo importante es como un catalizador que inicia una irrevesible reacción en cadena de olvido.

Existimos mientras nos parecemos a los que un día fuimos. Luego, pasamos a ser otro ser irreconocible y que no soporta la comparación. Se olvida a aquél, no al personaje en que nos hemos convertido. Éste no es posible olvidarlo porque no se tiene nada en común.

Sólo es cuestión de tiempo que acabe sustituyendo al que fui.

Entonces habrá terminado todo.

Quizá por eso haya quien se suicide, para ser siempre el mismo. Hay quien entiende qué es lo que ocurre y no está dispuesto a cambiar.


domingo, 5 de marzo de 2023

La impaciencia del corazón



 No entiendo casi nada. 

Es como si nada tuviera sentido. Seguir como hasta ahora no tiene sentido, pero cambiar tampoco lo tiene.

Me da la sensación que acaba un ciclo y que no va a empezar otro.

Me gustaría saber si me queda algo dentro con lo que pueda empezar de nuevo, pero no sé qué va a pasar ni qué puertas se abrirán o quiero abrir.

Supongo que es la crisis que me toca por edad, pero eso no me consuela.

Seguiré hacia adelante?

Mañana me darán alguna noticia sobre las pruebas que me hicieron. No sé qué va a cambiar. Creo que no va a cambiar nada.