martes, 28 de diciembre de 2021

Hasta que el tiempo nos detenga

 


Tengo la sensación de que queda poco tiempo, que la vida es algo que no da segundas oportunidades aunque creamos que sí lo hace. Nunca seremos lo que pudimos haber sido. Ya no.

Tenía tanto miedo de perderte que me pasaba el tiempo sin ser yo mismo a tu lado. Nunca he sabido ser yo en cualquier circunstancia, siempre he sido el que se suponía que debía ser y eso no deja lugar para ser quien eres. Además, soy muy mal actor, no soy capaz de ser creíble para casi nadie. Yo sé qué se supone qué o quién se supone que debo ser ahora y tampoco soy capaz de volver a ese punto en el que retomar quien de verdad era.

Conocerla fue, quizá, el peor de los destinos que tenía por delante, pero quedarme a su lado todos estos años, en realidad fue una decisión que tomé yo. Ahora me arrepiento.

Uno se arrepiente de cosas a las que ya no puede poner remedio. 

Me pregunto si puedo dejar atrás todo y volver a dejar de darle importancia. Borrar su teléfono. Olvidar su nombre como olvido a veces el de las personas que tengo delante. 

No sé si podré hacerlo o tendré la necesidad de conocer a otra persona que ocupe su lugar si alguna vez decido bajarla del pedestal en el que una vez la puse. No imaginaba que pensaría ni que escribiría sobre ella esta noche. No sé porqué lo hago.

Debe de ser que a uno le asaltan las verdades cuando está pensando en otras cosas que no tienen nada que ver.

Iba a colgar una foto suya de cuando a veces quedábamos con otras parejas.

Ha pasado ya mucho tiempo.

Ahora sé que ella me quería a su manera y que no hubiera podido soportar que me quisiera de la forma en que yo quería que me quisiera y que, en el fondo, es mejor así. Lo mejor fue que me conformara con lo que ella me daba y no más.

A veces, lo mejor, está en lo que echamos de menos o lo nunca tuvimos porque no nos lastra con el peso de los hechos que no tienen remedio, si no con los "pudo haber sido" que nunca fueron que son ligeros como las nubes y que cuando se van, dejan ver el sol de nuevo.

En según que circunstancias vivir de esperanzas es vivir siempre con algo nuevo, con algo que empieza. Y así, hasta el final de los días.





lunes, 20 de diciembre de 2021

De gitanos y cobras

Como si pudiera encontrar otro camino al que ya estoy predestinado aunque yo siga creyendo que lo he elegido yo.

Las cosas no son como esperaba que fuesen. 

Ni yo la persona que creía que era.

Si no otro que se parece a mí, pero no yo porque yo no podría vivir sin ti.




Si todo lo que de verdad importa importase de verdad no trataría de recordarte todos los días sin poder hacerlo. ¿Cómo puede ser tan hondo el agujero en el que se quedan los que no se quedaron?

No sé si hay alguna posibilidad de encontrar lo que no se acaba nunca de perder. 

Echar de menos lo que aún no piensas que se ha ido.

Dormir con los ojos abiertos y soñar que estás soñando y que, al despertar, todo volverá a ser como antes.

Sé que estoy a un átomo de distancia de caer.

El tiempo no tendrá la culpa. Sólo sabrá cosas que ni tú ni yo sabemos.

Que venimos de atrás, de otras vidas, que nos volveremos a ver en otro lugar y con otros nombres.

Y todo estará bien.


 

martes, 14 de diciembre de 2021

Nunca te olvides de no olvidar



No supe seguir después de todo aquello. No sé qué me pasó, sólo sé que intentaba pasar el menos tiempo posible en casa. Dicen que huir nunca es la mejor opción, pero no es verdad. A veces es la única. Huir o quedarte y luchar. Y yo no podía luchar contra algo tan invisible e insoportable como el vacío que había dejado mi padre en nuestras vidas. No sólo en la mía, eso podía sobrellevarlo. Lo que no podía era ver el vacío en las persona que más le querían. No soportaba ver llorar a mi madre, no me gustaba verla débil mientras yo me sentía fuerte, mientras no podía soltar ni una lágrima. 

Yo odiaba a mi padre por morirse de aquella manera. Por irse de repente sin avisar. Por ser buena persona y dejar a todos sin esa buena persona en su vida, por dárnoslo todo y dejarnos ante el abismo de perderlo poco a poco. Sólo tenía quince años, los suficientes como para saber lo que es odiar sin sentido a la persona a la que más has querido, los suficientes como para prometerme a mí mismo que ya no querría nadie más en mi vida, y mucho menos depender de nadie.

Ahora sé que odiar a veces es otra manera de huir. Odiamos y huimos hacia cualquier parte que nos recuerde que el amor se acabó y no volverá. Entiéndeme, no utilizaría nunca la palabra amor para describir eso, pero la verdad es que me importa una mierda lo que piensen los demás. No hay nada peor que olvidar de lo que uno se aleja con todas sus fuerzas, si lo haces acabas perdiéndote. Tan importante como odiar es saber a qué o a quién odias aunque no sepas el porqué. Con suerte, con los años acabarás comprendiéndolo si sobrevives a lo que te espera ahí afuera, porque salir corriendo hacia cualquier otra parte es ir a un lugar desde el que quizá no puedas regresar.