martes, 30 de agosto de 2022

Las cosas




He empezado a escribir la novela. Me ha salido una escena chula pero una forma de narrar que es una mierda. Sólo escribo bien cuando no sé qué decir, como ahora. El resto es como si no fuese yo. Quizá debiera escribir la escena y luego escribir qué pienso acerca de ella. Me gusta el personaje de Helena, pero no me gusta el mío. Es como si cuando escribo la novela yo fuese el personaje que me he inventado para sostener eso que no sé qué soy. 

Ya lo vuelvo a complicar todo. Con lo fácil que sería escribir desde la voz en la que sueño, y leo, y escribo. Yo sé que no sé vivir. Lo sé. Y que la culpa no es del tránsito de Urano sobre mi Saturno natal, es que simplemente no me adapto al mundo, a lo que es o a lo que parece que es. No me gusta ir detrás de nadie ni que nadie vaya detrás de mí. Tal vez debería poner esto como inicio de capítulo y no lo que he escrito. Se me da mal escribir cuando quiero contar algo. Debe de ser mi Urano en la primera casa o mi Plutón en casa doce en conjunción con el ascendente. 

Dicen las estrellas que dentro de poco cambiaré mi forma de vida, que en 2025 no me dedicaré a lo mismo que hago ahora, que algo se acaba y que va a ser complicado de gestionar. Me pregunto qué será y si por fin me irá bien. Daría lo que fuera por que me fuera bien al menos una vez en la vida. Me gustaría poder tener la oportunidad de poder dar lo que fuese por lograr que algo me fuera bien. Ya no te digo poder conocerte, sino que de ser así, nos fuera bien, nos entendiéramos y pudiéramos vivir en paz el uno con el otro y cada uno también en paz consigo mismo. De veras que lo desearía en este mismo instante, zas, como descolgado de un golpe de varita mágica de tu hada madrina. ¿Ves? No se me ocurren estas cosas cuando trato de describir una escena. Sólo cuando pienso en ti se me van las palabras por ahí, cuesta abajo hasta ti, sin esfuerzo, como quien envuelve un regalo que sabe que no va a quedar perfecto, pero no importa porque quien lo recibe lo va a romper enseguida.

Ya me estoy liando. Nos vemos al otro lado de la almohada.


 

sábado, 27 de agosto de 2022

Hacia las nubes

 


No te imaginas lo mucho que me cuesta escribir estos días. Me gustaría creer que no hay un porqué que lo justifique, que sólo es otra cosa más de las que no hago por miedo a lo que viene después. Es no empezar por temor a tener que acabar y viceversa; es el olor a vértigo si el vértigo pudiera ser percibido con los sentidos que no notan el abismo; un miembro fantasma que aún existe aunque no puedas tocarlo, es todo eso que nos engaña porque ya no sabemos qué creer, ni qué ser, ni a dónde ir para estar a salvo.

A veces, te juro que no sé de dónde me nacen las palabras. Es como si no fuese yo o como si sólo fuese yo cuando escribo. ¿Soy el narrador o el que vive mientras no escribo? Creo que nunca lo sabré aunque tú digas que siempre lo he sabido y no he querido asumir lo que es evidente, que es preferible huir hacia a cualquier parte menos a donde vas a estar cómodo. 

No sé si alguna vez supiste esto de mí. No sé si sabías que escribía a escondidas historias sin argumento ni mensajes a nadie ni a nada. No sé si pudiste ver desde allá donde estés qué hay en mi alma ni cuánto me he equivocado o cuánto he acertado.

Dice Urano que Saturno se acaba, que no sabe si alguna vez voy a ser el mismo. Dice que debo cambiar pero no me dice hacia dónde, que si pudiera inventar algo, alguna vez, ya lo habría hecho, que ahora es el momento de hacer otra cosa, que el tiempo ha llegado y que se ha ido otro que no sirve para casi nada ya y del que no voy a poder aprovechar casi nada.

Suelo pensar que ahora es el momento unas diez o doce veces al año, quizás más. Pero ahora es diferente. Me había comprometido a escribir la novela del agua de una vez por todas. Me pregunto si existe una probabilidad de éxito y si por alguna razón ahora será, de verdad, el tiempo exacto en el mejor lugar posible. 

No sabría por dónde empezar, quizá debiera empezar por el amor. El amor es lo que salva las cosas, lo que las apega a la vida y las lleva en volandas hacia otros lugares; sólo el amor reconstruye. Sólo el amor es capaz de explicar el todo, e incluso la nada.

Si en lugar de temer escribir amara escribir todo estaría resuelto, porque no me importaría si al leerme alguien pudiera pensar algo bueno o algo malo sobre mí o sobre la vanidad que me lleva a ello. Me decía mi profesor de novela que uno escribe porque cree que el mundo no puede funcionar sin conocer aquello que estamos dispuestos a contar, que algo fundamental le faltaría si la humanidad entera no conoce lo que tenemos de decir en voz alta. Eso siempre lleva consigo un halo de narcisismo, de superioridad intelectual vanidosa. Puede que por mi formación técnica no pueda dar por bueno algo indemostrable sólo porque quiero contárselo al mundo. Me gustaría poder decir que aporto un granito de arena a la Historia, pero creo que como mucho voy a empezar una temporada de soledad y escritura.

No sé por dónde empezar.

Si supiera como empezar ya lo habría hecho hace tiempo.

Pero ahora empieza un nuevo tiempo.

Ha llegado la hora de la verdad.