sábado, 27 de agosto de 2022

Hacia las nubes

 


No te imaginas lo mucho que me cuesta escribir estos días. Me gustaría creer que no hay un porqué que lo justifique, que sólo es otra cosa más de las que no hago por miedo a lo que viene después. Es no empezar por temor a tener que acabar y viceversa; es el olor a vértigo si el vértigo pudiera ser percibido con los sentidos que no notan el abismo; un miembro fantasma que aún existe aunque no puedas tocarlo, es todo eso que nos engaña porque ya no sabemos qué creer, ni qué ser, ni a dónde ir para estar a salvo.

A veces, te juro que no sé de dónde me nacen las palabras. Es como si no fuese yo o como si sólo fuese yo cuando escribo. ¿Soy el narrador o el que vive mientras no escribo? Creo que nunca lo sabré aunque tú digas que siempre lo he sabido y no he querido asumir lo que es evidente, que es preferible huir hacia a cualquier parte menos a donde vas a estar cómodo. 

No sé si alguna vez supiste esto de mí. No sé si sabías que escribía a escondidas historias sin argumento ni mensajes a nadie ni a nada. No sé si pudiste ver desde allá donde estés qué hay en mi alma ni cuánto me he equivocado o cuánto he acertado.

Dice Urano que Saturno se acaba, que no sabe si alguna vez voy a ser el mismo. Dice que debo cambiar pero no me dice hacia dónde, que si pudiera inventar algo, alguna vez, ya lo habría hecho, que ahora es el momento de hacer otra cosa, que el tiempo ha llegado y que se ha ido otro que no sirve para casi nada ya y del que no voy a poder aprovechar casi nada.

Suelo pensar que ahora es el momento unas diez o doce veces al año, quizás más. Pero ahora es diferente. Me había comprometido a escribir la novela del agua de una vez por todas. Me pregunto si existe una probabilidad de éxito y si por alguna razón ahora será, de verdad, el tiempo exacto en el mejor lugar posible. 

No sabría por dónde empezar, quizá debiera empezar por el amor. El amor es lo que salva las cosas, lo que las apega a la vida y las lleva en volandas hacia otros lugares; sólo el amor reconstruye. Sólo el amor es capaz de explicar el todo, e incluso la nada.

Si en lugar de temer escribir amara escribir todo estaría resuelto, porque no me importaría si al leerme alguien pudiera pensar algo bueno o algo malo sobre mí o sobre la vanidad que me lleva a ello. Me decía mi profesor de novela que uno escribe porque cree que el mundo no puede funcionar sin conocer aquello que estamos dispuestos a contar, que algo fundamental le faltaría si la humanidad entera no conoce lo que tenemos de decir en voz alta. Eso siempre lleva consigo un halo de narcisismo, de superioridad intelectual vanidosa. Puede que por mi formación técnica no pueda dar por bueno algo indemostrable sólo porque quiero contárselo al mundo. Me gustaría poder decir que aporto un granito de arena a la Historia, pero creo que como mucho voy a empezar una temporada de soledad y escritura.

No sé por dónde empezar.

Si supiera como empezar ya lo habría hecho hace tiempo.

Pero ahora empieza un nuevo tiempo.

Ha llegado la hora de la verdad.





No hay comentarios: