sábado, 23 de diciembre de 2023

Soltar

 


Le digo a S que mañana iré cerca de donde ella trabaja y ella me pregunta que a qué hora y si tengo tiempo para tomar un café con ella. Es raro porque ni ella ni yo solemos tomar café por las tardes porque los dos tenemos insomnio. 

Cuando fui a Chicago le traje de recuerdo una caja de bombones. Me gustó la caja; era una de esas de lata tan llamativas con la estatua de la libertad y los colores de la bandera con sus barras y estrellas. 

Hay dos tipos de personas: las que no quieren que te vayas lejos porque van a echar de menos verte y las que quieren que sigas tus sueños y así poder ir un día a visitarte. S es de las segundas. 

En realidad no quiero hablar de S. Creo que S es pasado desde antes incluso que la conociera. Ha sido el muro del tiempo de mis últimos diez años. Mi "¿y si ...?" que me ha impedido irme con cualquiera. Seguro que todo es más complejo que eso, pero en días como hoy lo siento así. Dicen que todos somos el amor de la vida de otra persona a la que nunca haremos caso. Creo que S ha sido eso.

Si pensaba en ir a algún lugar pensaba en si a ella le gustaría. Si me cambiaba el coche, cuál preferiría. He ido aislándome al mismo tiempo que tenía la esperanza de que mi vida cambiara a su lado. Si no quemé mis naves por C fue porque pensaba que estaba predestinado a otra persona.

Creo que no me importa casi nada ya. Me pregunto que sería de mi vida si no la hubiese conocido. Me pregunto dónde estaría hoy y con quién. Nunca tendré una respuesta, en realidad no sé por qué me hago este tipo de preguntas.

Hoy rompo el hilo que me sujeta a ella. Supongo que en eso consiste quemar etapas, en soltar lo que crees tener, pero en que en realidad te ata. Hoy abro una puerta a otra puerta que ya estaba cerrada. Todo en realidad es un sueño que nunca conseguí porque cada día que me decía que no (aunque no lo dijese) me decía que yo no merecía la pena. Sé que el tiempo no vuelve. 

Espero haber aprendido.

Ya queda poco.



domingo, 10 de diciembre de 2023

El eterno retorno


Cuando creía que estaba perdiendo la esperanza, de repente todo cambia. Hay algo cíclico que me llama, estoy volviendo a 2004. No soy capaz de encontrar el porqué, pero durante estos últimos meses y en especial este fin de semana, se han presentado los fantasmas del pasado a visitarme como si del Cuento de Navidad se tratara. ¿Qué ocurrió hace 20 años? Yo empezaba a ir a clase en el Ateneu Barcelonés y quería aprender a escribir. Y fue mi segundo hogar durante cinco años. Entonces yo ya había abandonado la idea de ser algún día un escritor. Sólo me gustaba leer y ya está. 

Creo que fue la época en la que estuve más motivado en toda mi vida. Me pregunto qué hubiera pasado si hubiese dado el paso definitivo. 

Nunca doy el paso. Llevo veinticinco años dando vueltas sin saber a dónde voy. Y eso es mucho tiempo: es demasiada incertidumbre, demasiado hilo por desenredar.

Hoy ha pasado una de esas sincronicidades que tanto me gusta descubrir. No sé dónde me llevará. Creo que al final sí iré a alguna parte. Quien escoge a dónde ir es el que acaba por llegar a donde quiere.

Tres señales en dos días. La última provocada.

Debo seguir las señales.

Quizá sí que hoy sea el primer día casi veinte años más tarde.