lunes, 19 de octubre de 2015

Tras los pasos de Bandini



Mañana vuelvo a Los Ángeles, California. Y digo vuelvo porque yo ya estuve allí como Arturo Bandini, voy siguiendo el sueño americano, sea lo que sea eso. Quizá no para convertirme en el escritor más grande de todos los tiempos, pero sí para enseñar mis inventos y convertirme en uno de los que crearán tendencias en eso del agua, lo escribo aquí en voz alta porque estoy convencido de que así será.

Esta noche he visto como Arturo Bandini lloraba ante la idea de ser ese gran escritor, ese que luego fue John Fante, y que inspiró a los beatniks. Sí, anoche me di cuenta de ello. De que este viaje era más iniciático de lo que yo imaginaba, de que esto es una conjunción de muchas cosas y que, en realidad, es algo así como pisar la propia huella.

No había caído en Arturo Bandini, ni en Los Ángeles, ni en Camila, ni en que, al final, estoy consiguiendo tantas cosas a medida que voy haciendo tantas otras...

Podría decir que no creo en la magia, pero ¿cómo se explica que vaya a Los Angeles dónde ocurre "Pregúntale al polvo" y a Sillicon Valley, donde acabaré fundando la filial de ese proyecto del agua que hace tanto tiempo que llevo persiguiendo y cada vez está más cerca?

Lo importante es desear y persistir en ese deseo.

Lo importante es atreverse a soñar.

Luego la vida es otra cosa, quizá una cuesta abajo

Y, por supuesto, donde somos finitos.

Y vulnerables.

Y capaces de todo por nada.

E incapaces de hacer nada de verdad sin un motivo más grande que nosotros mismos.

martes, 13 de octubre de 2015

La última ola



Ya sabes que el tiempo se lo lleva todo y que tarde o temprano este día, hoy, tenía que llegar. Algunas veces intenté detener los engranajes del mundo, ensordecer el sonido que hace al adentrarse en el falso vacío del Universo, pero no pude o no quise.

 A veces pensaba que olvidarte era irme de aquí atravesando el agujero negro que nos conecta con la otra punta de la galaxia, que era saber que no iba a poder volver al inicio, ni al nudo, ni al final de todo eso que yo llamo nuestra historia y que es, en realidad, una sola ola del mar que siempre y nunca quise volver a sentir.

Y sí, supongo que si no lo escribía en el blog, no podría desprenderme del todo. Es más, puede que, en realidad, sea otra forma más de que todo esto no muera y nunca podré desengancharme, como un yonqui no deja nunca de pertenecer a la adicción que vive dentro de él.

De todas formas, ahora toca vivir. Ya me cansé de estos años. He comprendido que nadie es eterno, que nadie está sano eternamente, que ha llegado el día en el que las cosas deben de dejar de tener un sentido y sí un disfrute del día a día.

Y supongo que en ello estoy.

Aunque puede que tarde en acostumbrarme.