lunes, 20 de enero de 2025

Carelia

 




Hace frío. La nieve son cuchillas hechas de agua que cortan los pies y la tierra. Una tierra que ya no es nuestra a pesar de que seguimos perteneciendo a ella. Somos miles, tantos que no alcanza la vista el final de la columna que avanza hacia la otra tierra que se llama igual que la que dejamos atrás, pero que la habitan otros que no son como nosotros. Mueren muchos. Morirán más. Morirá la lengua, se extinguirá nuestro modo de vida, se nos tragará la Historia.

La Historia de la humanidad es la historia de gente que huye y busca un lugar al que pertenecer de nuevo hasta que tenga que volver a huir diez o doce generaciones después. La historia de la humanidad es tener que decidir si huir o quedarse, si morir de nostalgia o someterse.

Veo la nieve caer. Karelia queda cubierta por la nieve que no veremos derretirse en primavera porque estaremos muy lejos, en un lugar al que no pertenecemos y donde no nos querrán. Donde no tendremos nada, donde no nos dejarán ser un pueblo.

Hablamos carelio entre nosotros, no podemos hacer otra cosa porque el idioma se aprende de las personas que te quieren. Primero dirán que es un dialecto y luego lo acabarán acorralando hasta que se olvide. El mundo es un viaje en el que siempre hay alguien que no quiere viajar porque ama la tierra y sabe que la tierra lo ama a él. 

Es raro ser apátrida. Es raro ser un exiliado de un parís pequeño al que casi nadie conoce.

Es raro ser la primera generación que nace en otro lugar al que no pertenece su familia.



viernes, 3 de enero de 2025

Barcelona




Bueno, ya sabes, quería pasar más tiempo contigo, pero el tiempo se me fue de las manos. Pero siempre pienso en ti. A veces me siento contigo y hablamos. Sabes cómo saber más y mejor que yo. 

A veces te beso, pero casi siempre hablamos uno muy cerca del otro.

Por muy lejos que estemos siempre estamos a una mirada corta de distancia.



jueves, 28 de noviembre de 2024

Todo lo demás




Nunca sabrás que he escrito esto y me gusta saber que eso es así, no me gusta decir adiós, aunque mi vida es adiós perpetuo. Yo no podía vivir sin ti. Y ahora voy a tener que hacerlo todo el tiempo que me queda de vida. Me hubiese gustado haber tenido una oportunidad, pero yo no he tenido nunca ninguna. El tiempo no me va a dar la razón, porque la razón era lo único que nunca he tenido. Ni tiempo. Ni nada.

Si volviera hacia atrás en el tiempo creo que hubiese hecho las cosas de otra manera. Te hubiese querido menos, me hubiese obsesionado menos contigo. 

Espero que seas feliz, pero no tanto como lo hubieras sido junto a mí.





 

domingo, 24 de noviembre de 2024

Empezar de nuevo

 


Uno no puede llegar a donde no ha llegado nunca antes sin recorrer un camino desconocido. Uno no puede dejar de querer sin haber querido antes. No se puede saber lo que no se sabe aún. No se puede vivir sin haber nacido. No se puede morir sin haber vivido. No puedo renunciar a ti sin haberte tenido.

Nadie tiene a nadie, eso es verdad. Nadie posee, nadie tiene el derecho a ser una parte de otro. No se puede vivir a expensas de otro, no sin romperte como un espejo.




miércoles, 20 de noviembre de 2024

OVNIS

Al final las cosas siempre salen más o menos bien.






lunes, 18 de noviembre de 2024

Todos nuestros antepasados



Te hubiese gustado Elena y tú le hubieras gustado a ella. Hay personas que están destinadas a conocerse sin que acaben por coincidir nunca, no les llega momento, se extravían antes, o no cogen un tren o un avión a tiempo, o se les olvida añadir días a su vida. Me hubiese gustado estar allí, en ese momento en el que tú la mirases y ella te mirase por primera vez, cuando ella te hubiese preguntado tu nombre y cuántos años tenías. Me hubiese sentido orgulloso de tu respuesta fuese la que fuese, tímida o decidida, con voz de niña o con voz de quien quiere aparentar ser mayor de lo que en realidad es. 

Me hubiese gustado haber pasado más tiempo contigo, haberte cogido de la mano para cruzar más calles, detenerme en más semáforos contigo, haber ido más veces contigo al parque, haberte llevado a más fiestas de cumpleaños, bueno, ya sabes, todo eso. Si lo hubisese sabido no habría trabajado tanto pensando que lo hacía para tener más dinero con el que comprar tiempo, cuando el tiempo ya lo tenemos, y no lo veía a pesar de que nadaba en un océano de tiempo en el que tú también estabas. Pero yo salía a la orilla y me iba a buscar no sé muy bien qué, perseguía una quimera en la que tendría una libertad que, en realidad, ya tenía.

Porque en el fondo, la libertad no es un estado ni un lugar, la libertad es poder estar con quien quieres estar. 

Y que quieran estar contigo.

Es bien sencillo. O al menos lo es hasta que es demasiado tarde. Luego, todo se complica. Y a mí se me complicó el día en el que dejé de ser quien creía que era. Porque yo creía ser tu padre aunque no lo fuera y aunque ya lo supiera se me olvidó a poco que fueron pasando los días, las semanas, y los meses. Debe de ser cierto eso de que la realidad se la construye uno a base de obviar lo que no desea que suceda.

Pero siempre ocurren cosas, minúsculas catástrofes anunciadas por señales inapreciables. Un día tu madre dijo que había conocido a otra persona y dejé de ser quien era. Y tú te fuiste a otro lugar que yo no sabía ni que existía para darme cuenta de que todo el tiempo que había comprado sólo servía para no saber qué hacer con él.

Por eso creo que te hubiese gustado Elena y tú a ella: porque a ninguna de las dos le hubiese distraído nada que no fuese estar la una con la otra, porque a las dos os gusta ser y estar en cada momento en el lugar en el que estabais. Porque crecer es aprender a pensar en dónde estarás mañana en lugar de vivir donde está uno, querer ser alguien que no se es y que no está muy claro que se quiera ser. No se pude crecer sin tener expectativas. Y claro, las expectativas hay que cumplirlas.

Y para cumplirlas hay que querer ser alguien que no se es aún.

No merece la pena llegar a ser otro, pero menos no llegar a serlo nunca persiguiendo serlo toda tu vida.

Le hubieses gustado a Elena porque ella no hubiese esperado nada de ti, sólo hubiera querido conocerte y pasar tiempo contigo. A ella no le importa casi nada que tenga que ver con cumplir expectativas. Por eso me gusta estar con ella. No quiere nada de mí más que la quiera. A veces ni eso. Sólo quiere que esté; saber que existo y que pienso en ella. Quizá el amor sea eso. Saber que piensan en ti cuando estás pensando en alguien, y que acabarás el día con una presencia invisible aunque estés solo. Que puede que recibas una llamada y al otro lado del teléfono una voz te haga saber que le importas.

Que sabe que nada importa lo suficiente, pero que si importara algo de verdad ese algo serías tú. 

Quizá no sea la mejor definición del amor, pero cuando tú y yo dejamos de vivir bajo el mismo techo, pensaba en ti todo el tiempo, y de alguna manera esa era la forma en que tenía de poder seguir queriéndote.

Invisible y lejano. Como un ángel de la guarda sin poderes.

Como un antepasado que desde el más allá nos desea todo lo mejor.





jueves, 14 de noviembre de 2024

Teníamos un trato

 


Teníamos un trato: yo sabía cómo llegar y tú sabías a dónde. Y además por ese orden. Pero no fue así. Ni tú sabías a dónde ni yo sabía otra forma de llegar que no fuese a tu lado. Creo que así ha sido todo desde entonces, no he sabido llegar a ninguna parte, no he sabido elegir un camino cuando se me ha presentado la oportunidad de escoger entre varios. 

A veces paso por delante de algún lugar que compartí contigo, o que me recuerda a ti, que tiene algo que me recuerda a algo que se te parece. Lo visto de casualidades, me sorprendo imaginando una coincidencia improbable, y abro la puerta a la magia que ahora intento convencerme de que nunca existió.

A veces me pregunto si un hechizo es reversible, en si lo que muere, muere de verdad o sigue existiendo en otro plano, como espero que vivan las almas de los que ya no están aquí conmigo; si el limbo de las cosas que sucedieron sin tener continuidad tiene una lista de cosas tuyas y mías que coincidieron con nosotros tratando de que sucedieran.

Pero teníamos un trato que no llevaba a ninguna parte aunque creyésemos que sí. Es decir, teníamos algo tácito, la promesa de prometernos algo algún día, querer querernos con el tiempo, sanar la herida del otro al curar la propia, mirarnos y volver a olvidar lo que ya habíamos conseguido olvidar antes de encontrarnos.





miércoles, 30 de octubre de 2024

video


 

C.

 


No sé en qué lugar estás, no sé en qué tiempo vives, y si coincidimos o no en él, o si somos dos personas o cuatro o veinte al mismo tiempo. No sé si somos múltiples personajes en una misma Historia y si podemos coincidir sin que el universo explote. No sé si al hacer el amor contigo lo estoy haciendo en realidad conmigo mismo, en si al estar juntos somos en realidad la unión de piezas de un puzzle que conforman la solución a un misterio o si bien es la formulación de un hechizo que abra otra puerta a otro mundo.

En cualquier caso, me gusta la idea de que tú eres un poco yo y que en mí habitas tú. 

No recuerdo donde leí que la combinación de todas las letras y sus números correspondientes del abecedario hebreo forman 15 mil millones de posibilidades y que hay una para convocar la perfección en cualquier ámbito, ya sea salud, amor, trabajo... Me gusta pensar que entre 8 mil millones de personas tú y yo (o sólo yo como parte de ti o sólo tú como parte de mí) hemos coincidido en este metro cuadrado, que estás a un instante a punto de darme un beso o de dártelo a ti a través mío.

Me gusta creer en cosas que sólo son probabilidad. Las probabilidades que la realidad convoca no siempre son estrictamente fruto de una entelequia matemática. A veces todo colapsa en un instante de ínfima probabilidad hecha real. Y cuando eso sucede uno ya no vuelve a ser el mismo. Que algo muy improbable suceda es lo más cercano a la brujería, como que tú y yo nos encontráramos entre 8 mil millones de almas, que decidiéramos nacer o nos nacieran tan cerca el uno del otro y al mismo tiempo tan alejados si hubiésemos nacido un siglo antes, que me mirases y cuadraran en tu subconsciente los criterios para no descartarme de inmediato, que mi tono de voz estuviese dentro de lo que no te es molesto, que te gustaran los hombres con barba, que no hubiera nadie que en tu vida en ese momento, que no estuvieses en ese punto de tu vida en el que no quieres nada con nadie, que yo supiera llegar, que le gustase a tu perro, que tuviese algo interesante que contar en el momento que tú estabas receptiva a escuchar.

La gran trampa es pensar que todo tiene un porqué o un "para qué". La vida es eso que sucede como el paisaje en un viaje en tren, sin que uno pueda pararlo porque está vivo, y mientras uno está vivo uno va hacia adelante mientras le pasan cosas. Es imposible que no te pase nada. Vives y el aire que respiras ya es algo con lo interaccionas, se te pega a la hemoglobina, te oxida poco a poco su apenas veinte por ciento de oxígeno. Vivir es una lucha constante contra el deterioro, tu cuerpo repone tejidos a contrarreloj con alimentos que y agua que atrapas. Trabajas para conseguir estar en el sistema para acopiar más material con el que vencer al gran destructor en el que estamos inmersos como peces. 

Y entre todo eso, y a pesar de eso, y contra eso y buscando algo infinitamente inmenso que lo combata durante todo el tiempo que podamos, aquí estoy. Queriéndote. Preguntándome si somos tú y yo o somos sólo tú o sólo yo en dos formas distintas, pero sin poder evitar seguir queriéndote.

No sé si leerás esto algún día.

Yo voy dejando por escrito lo que pienso, sigo ahí, como si alguna vez esto fuese tan importante que evitarlo pudiera ser considerado una catástrofe.




lunes, 28 de octubre de 2024

Por si llegas aquí

 


Sé que no es así, pero a veces sueño que me lees y que por alguna razón acabas por volver a tener ganas de saber de mí. No sería un buen momento, pero es lo que suele pasar casi siempre: nunca somos la mejor versión, la que nos gustaría ser cuando el pasado regresa para saber cómo nos ha ido.

A veces pienso que me lees y me entiendes. Y siento a veces también que escribo para que me entiendas si alguna vez se te ocurre preguntarte en qué estaré pensando; que lees un poco y luego no puedes parar de hacerlo hasta que te haces una idea de que sigo escribiendo para ti.

Sigo escribiendo como el que echa leña a una hoguera que tarde o temprano se acabará apagando, sigo pensando en ti todos los días, sigo volviendo una y otra vez a la palabra escrita porque de algún modo entiendo que es nuestro lenguaje, el único que hablamos los dos, un idioma secreto escrito en otro idioma, un secreto que ni siquiera somos capaces de entender en qué consiste, pero que está ahí, esperando a que el otro lo lea y lo entienda; que lo sienta como uno siente el relieve de algo que rozan las yemas de sus dedos, pero con la mirada, como si lo invisible tuviese una orografía compartida a la que de una forma incomprensible los dos pertenecemos.

Sé que estás ahí afuera, que la vida te distrae con las cosas que la vida tiene.

Que estás al otro lado y entiendes lo que mis palabras significan en nuestro lenguaje.

Que dudas en si escribir o no hacerlo y en por qué complicar innecesariamente las cosas.

Si vivimos una sola vez, que esa vez la vivamos valientes.

A veces lo valiente es pasar página y otras es querer saber cómo acaba la historia. No creo que haya un manual para entenderlo ni que nos diga qué opción es la correcta.

Si llegaste hasta aquí y no quisiste más, que sepas que no importa aunque me importes, todos somos el pasado de alguien incompatible con nuestro presente.

En cualquier caso, gracias por haberme pasado, por dejarme los recuerdos que me dejaste, por haber logrado que, al contrario de lo que todo parecía indicar, convertirme en mejor hombre.

Acepto este destino aunque no sé si estaba destinado a él. 



lunes, 14 de octubre de 2024

En otra vida





 En otra vida nos hubiéramos dado una segunda oportunidad y yo la habría vuelto a fastidiar y hubiese pedido otra y otra y otra, porque en el fondo éramos el uno para el otro, o era tú para mí y yo no sé ser.

Es difícil sentirse querido pero nunca amado. Uno se acostumbra. Creo que lo peor de todo es la costumbre. Yo veía a mis padres y pensaba que las cosas eran así de fáciles y de difíciles, y me parecía lo normal. Cuando eres niño y estás aprendiendo uno cree que las cosas son como las que ve. 

Me hubiese gustado hacerte reír más. Me gustaba hacer que el mundo fuese algo más feliz cuando yo estaba en él. Pero sólo me querías. Quizá quisiste amarme, pero no pudiste. No soy fácil. Me decías que era algo así como alguien de los bosques, salvaje. Y creo que tenías razón.

Vengo de un lugar oscuro, al que iluminaron bien para que nadie recordara qué fue antes. Uno sabe de dónde viene aunque nadie más lo sepa. Uno sabe a dónde pertenece aunque sepa vivir en otros lugares. 

Tú lo sabías. No al principio, claro. Lo supiste más tarde, cuando aún había remedio. Antes de que fuese demasiado tarde, antes de que el caos fuese un nuevo orden.

Siempre supe que merecía aquel final aunque no lo aceptara. Siempre sé que por alguna razón soy querido, sólo eso. Siempre está la distancia, siempre hay un vacío inabarcable entre yo y el resto, algo que es insalvable y que en el fondo es más yo que yo mismo.

Me hubiese gustado no ser así.

Me hubiese gustado ser alguien a quien hubieses sido capaz de amar.


miércoles, 2 de octubre de 2024

En otro contexto

 


Me preocupa sentir el corazón acelerado con tan poco; pasar de cero a cien y frenar en seco en un solo día. Pensar que algo es para siempre y al cabo de diez minutos intuir que será nunca; no dormir por la emoción y que al día siguiente no me deje la melancolía. 

Me gusta creer que no soy el personaje que escribo y que sería diferente si lo escribiese todo en tercera persona. Tal vez sería todo más literario, más formal y se vería que no nací para ser escritor, que me quedé muy por detrás en alguna de esas cosas que le acreditan a uno para contar historias extraordinarias para otro que quiere que se las cuenten.

Uno llega a una edad a la que ya no puede hacer una carrera, a no ser que empiece ahora y viva hasta los noventa años con plena lucidez y salud, y tiempo, y estímulos suficientes para seguir creyendo que lo que uno es y piensa es necesario para el resto del mundo.

Y mientras tanto sigo aquí, exprimiendo un tiempo que dedico a otros asuntos más mundanos, preguntándome qué hubiera pasado si lo hubiera apostado todo a esa otra vida que me planteé hace veinte años.

Me pregunto si esas novelas que hubiese escrito tendrían tanto de mí como hubiese querido, y si me hubiese servido para ser más feliz; si en algún lugar de todo aquello hubiese estado la felicidad que no acabo de asir.

Y si estaríais ahí.

Y si estarías aquí.