martes, 8 de junio de 2021

Creo que todos lo sabían menos yo


 

Me gustaría saber contar historias, pero no sé. Me he pasado los últimos quince años intentándolo y he llegado a la conclusión de que nunca voy a saber hacer nada en la vida. Ni los premios ni las patentes, ni nada de nada de lo que he hecho merece la pena.

Lo daría todo por saber contar historias. Cerrar, irme y saber hacer algo de verdad.

U otra cosa.

No sé.



Ella




No sé si en realidad Ella me gustaba tanto como para hacer lo que hice. Creo más bien que me sentía identificado con esa habilidad que tenía de tomar siempre malas decisiones. Cuando nos vimos por primera vez lo supimos en seguida el uno del otro; creímos que el otro sabía cómo hacer las cosas bien, pero en el fondo teníamos claro que éramos dos perdedores a la espera de un golpe de suerte. 

Yo creí que mi suerte era ella y ella pensó que yo era la suya. Todas las historias que acaban mal empiezan así de bien. Y con mucho sexo. Es fácil poseer lo que siempre has estado esperando y es difícil no volverse adicto a según que personas, no por lo que son si no por lo que te hacen sentir que eres. Y Ella me hacía sentir invencible, estar en racha, que todo lo que pudiera salir mal acabaría por salir bien. Todo eso y más. 

Hasta que un día descubres que nada es lo que parece, que detrás de algo así no hay lo que creías que había. Quizá por eso amamos tanto el dinero. Porque el dinero no miente. Y quizá por eso es por lo que de estar eufórico pasas a tener miedo. Porque el miedo tampoco miente.



lunes, 7 de junio de 2021

Todos los océanos

 


Probablemente sea otro síntoma más de que no estoy demasiado cuerdo, pero a veces te llamo sólo para saber si tu teléfono está activo, porque aunque sé que los muertos no responden a llamadas inoportunas no sé si eso aplica para los suicidas que dejan cartas en las que no cuentan nada, en las que no se despiden de nadie, que sólo dicen hasta pronto. Nadie merece tu ausencia, te lo aseguro. Si respondieras a una sola de mis llamadas, lo sabrías. Lo hago porque así sigues existiendo y de alguna forma no te dejo ir a donde quiera que quisieras irte. 

No sé si habrá un lugar en el que tengas lo que no tuviste aquí, pero sé que no encontrarás a alguien que te quisiera como yo y que, de alguna manera, me echarás de menos casi tanto como yo a ti.

Y eso, ya es añorar muchísimo.

Me he mudado al interior. No soy capaz de ver el mar. El lunes fue el primer día en que creo que no pensé en ti y el martes me sentí culpable hasta que me quedé dormido. Han pasado diez años y creo que sigo soñando contigo.

A veces pienso que si vivieras ya estaríamos divorciados y ya hubiéramos rehecho nuestras vidas con otras personas y nos hubiéramos olvidado el uno al otro de la única forma que se puede: llenándolo todo con otro todo distinto.

Nos veremos pronto, creo. No sé si existe el tiempo donde estás y si para ti habrá pasado la misma eternidad que aquí. 

Somos pequeños destellos de luz en una oscuridad infinita.

Pero tú y yo brillábamos al unísono.

Al principio no era capaz de perdonártelo, pero ahora ya sí. Sigo sin comprenderlo, pero está claro que no eras lo suficientemente feliz a mi lado, lo que deja claro que nunca supe hacerte feliz. No me deja en demasiado buen lugar, ya lo sé.

Es algo que le queda a uno siempre: la idea de que en el fondo uno es culpable de no llenar la vida de quien lo merece.

Creo que todo esto lo escribo para ti. Sé que, en cierto modo, lo acabarás leyendo. De alguna forma que no sé explicar sé que ahora formas parte del mundo, de las corrientes marinas, de la lluvia, que los átomos que te formaban se dispersaron en mil direcciones distintas y ahora forman parte de ese todo que nos envuelve y que al amarlo, puedo seguir amándote un poquito.



viernes, 4 de junio de 2021

El hombre globo


 

Penny



 Penélope ha vuelto a casa. No se adaptaba a su nuevo hogar. La veterinaria me ha dicho que le hemos hecho sufrir sin motivo, que ella está bien donde está aunque pase tiempo sola. "Piensa que la edad que tiene equivale a entre 110 y 120 años en una persona" me dijo. De momento le inyectamos vitaminas, pero apenas es capaz de estar de pie y se pasa todo el día tumbada en el sofá. Sólo viene a comer cuando le pongo y a veces viene a tumbarse a mi lado en la cama para estar en contacto conmigo. Me mira en silencio, queriéndome mostrar algo que va más allá de las palabras. Me recuerda a cuando murió mi padre y sus últimos días cuando, él sí con palabras, me iba dando a entender que sabía que se estaba muriendo.

Me tengo que ir haciendo a la idea de que pronto se irá al cielo de los gatos a reunirse con Ulises. En el fondo la envidio un poco: yo también echo de menos a Ulises. Esta vez no voy a obligar a Penélope a comer y beber por la fuerza porque ahora sé que fue alargarle el sufrimiento a Ulises. Espero que se pueda ir en paz y que viva sus últimos días con la tranquilidad que siempre se ha merecido. 





Tienes un e-mail

 


No soy un hombre especialmente duro. Tan sólo conmigo mismo. Creo que, por alguna razón, merezco un castigo que nunca llega. Dicen que es algo así como el síndrome del impostor, que uno cree que no merece lo que tiene y que, en realidad, le corresponde algo peor. No sé si esto lo acabo de explicar como realmente lo siento, pero se le acerca bastante. Básicamente pienso que todo es una puta mierda y que demasiado bien estoy para como debería sentirme.

El lunes llevé a Penélope a una casa de acogida. Llevaba sola desde que murió Ulises y había adelgazado mucho en muy poco tiempo, así que la llevé al veterinario y después de cobrarme un dineral me dijeron que estaba bien, sólo estaba viejita y comía menos. En realidad es mucho más que eso. Apenas come y se pasa el día durmiendo o subiendo a la terraza a llamar a Ulises. Se me rompe el alma cuando la veo. Me dolía que pasara tantas horas sola. Había pensado en llevarla a la oficina para que estuviera conmigo todo el tiempo, pero no creo que fuese la solución. 

Cuando la dejé en esa casa me dejaron una chaqueta porque hacía frío y yo iba en manga corta. La dueña dice que Penélope no hace más que oler la chaqueta porque reconoce mi olor. Nada ni nadie te va a querer como un animalito. Ningún amor va a ser tan puro ni vas a crear un vínculo tan fuerte. Eso es algo que aprendí hace tiempo. 

Creo que está en mejores manos que en las mías. Tiene cariño y presencia las 24 horas del día y eso es mucho más de lo que ha tenido los últimos meses. Se está adaptando bien. Merece que la cuiden los últimos días de su vida, porque tal y como la veo, me recuerda a cuando Ulises perdió tanto peso. Creo que Ulises murió de pena porque yo dejé de dormir en mi casa y que Penélope morirá de pena porque Ulises ya no está. 

Lloré cuando murió Ulises. Y lloraré cuando muera Penélope aunque sea dentro de mucho tiempo y no haya convivido con ella desde el lunes. Ya he dicho que no soy especialmente duro. Nadie puede vivir sin amor. Sin darlo ni recibirlo. Es por eso que creo que hay tantas mascotas, porque ya no sabemos dárnoslo de ser humano a ser humano de manera genuina y lo buscamos en los animalillos. Lo hacemos para no sentirnos basura, para poder amar a algo o alguien porque lo necesitamos.